Marie Antoinette / Kirsten Dunst, Marie-Antoinette (2006), film de Sofia Coppola, fotografía Lance Acord.
Dscientos treinta años después, el gran público puede visitar este verano los apartamentos muy privados de Marie-Antoinette d’Autriche (1755 – 1793) en el Palacio de Versailles, que la última reina de Francia llegó a utilizar como picadero donde recibió en bastantes ocasiones a Axel de Fersen (1755 – 1810), el gran amor de su vida, fuera del matrimonio.
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Picadero, según el diccionario de la RAE: «Casa o apartamento que alguien dedica a sus encuentros eróticos de carácter reservado.» Tras un largo proceso de reconstrucción y decoración, en el que han intervenido grandes especialistas de la Réunion des musées nationaux (RMN), la dirección del Palacio de Versailles, antigua residencia real, hasta el estallido de la gran Revolución de 1789, ha podido reconstruir los apartamentos privados de Marie-Antoinette, donde la reina podía «aislarse» del ajetreo de la vida oficial, con su secuela de servidumbres.
Se trata de apartamentos muy privados, relativamente «perdidos» entre los interiores de más «difícil» acceso. En vísperas del estallido de la Revolución, escondida en esas habitaciones, la Reina consiguió escapar a las turbas que la buscaban, para degollarla y clavar su cabeza ensangrentada en un pica.
Marie-Antoinette decoró ella misma una biblioteca, un comedor, una sala de billar, un dormitorio, entre otras dependencias privadas. No sin cierta picardía, algunos de los decoradores que han reconstruido aquellas estancias han llamado «salón Fersen» a uno de esos aposentos.
Axel de Fersen y Marie-Antoinette se habían conocido «por azar», en un baile de máscaras, cuando la princesa austríaca esperaba la «buena nueva» de tomar posesión, con su esposo, del trono de Francia. Cuando, pocos años más tarde, el conde sueco fue presentado a la reina, oficialmente, ella respondió, sonriendo con cierta coquetería: «Somos viejos conocidos». Respuesta que escandalizó a sus damas de compañía y a los consejos íntimos de su esposo, Louis XVI.
Fersen fue considerado, en su tiempo, como uno de los hombres más «atractivos» de Europa. Se le conocen varias amantes, francesas, italianas, suecas. Siendo Suecia una aliada diplomática y militar de Francia, sirvió como oficial al servicio de los ejércitos de Louis XVI, en Francia y los futuros EE. UU., participando en batallas significativas.
Sus tareas, no siempre marciales, no le impedían visitar la corte, en Versailles y Fontainebleau, donde sus contemporáneos advirtieron muy pronto su «intimidad» con Marie-Antoinette. La condesa Adélaïde Charlotte Louise Éléonore de Boigne, que nació en Versailles, escribió en sus legendarias Memorias, un documento excepcional sobre el fin del Antiguo Régimen: «Caben pocas dudas que la reina cedió a la pasión del señor Fersen. Él solo respiraba por ella. Y toda su vida estaba calculada para no comprometerla. Sus relaciones, «adivinadas», no provocaron ningún escándalo».
Durante dos siglos cortos, las relaciones platónicas o carnales entre el aristócrata sueco y la última reina de Francia fueron motivo de numerosas especulaciones, para todos los gustos. Para unos, como Stefan Zweig, la intimidad más apasionada estaba fuera de dudas. Para otros, no existían las pruebas materiales de esa relación, durante un periodo de varios años que coincidió con el hundimiento trágico del Antiguo Régimen.
Mientras se preparaba la reconstrucción de los aposentos muy privados de Marie-Antoinette se hicieron algunos descubrimientos que han permitido conocer, con mucha precisión, los gustos íntimos de la reina, en materia puramente decorativa y en cuestiones de intimidad amorosa.
En 1787, trece años de su primer encuentro accidental, en la Ópera de París, Marie-Antoinette había «cumplido con sus deberes matrimoniales», como le pedía su madre, en Viena, y había dado a su esposo, Luis XVI, cuatro hijos. Pero las relaciones íntimas de la pareja habían cesado por completo. El rey de Francia «apenas estaba interesado por los placeres de los sentidos», han escribo algunos biógrafos. Ella, por el contrario, era una mujer joven, coqueta, divertida, dicharachera, nada respetuosa con los protocolos cortesanos, que violaba deliberadamente para horror de sus damas de compañía.
Marie-Antoinette quemó toda su correspondencia íntima con Fersen. El aristócrata sueco, por el contrario, guardó muchas de las cartas de la reina y copia de muchas misivas íntimas. Esa documentación, excepcional, se descubrió cuando los especialistas de la RMN preparaban la reconstrucción de los aposentos donde la reina recibió en muchas ocasiones a su amante, muy apasionado, platónico o carnal.
Esa correspondencia trata de asuntos diplomáticos, militares, sociales y muy íntimos. Y permite reconstruir, muy parcialmente, una historia de amor que coincide con el hundimiento del Antiguo Régimen.
El 28 de junio de 1791, dos años después de la toma de la prisión de la Bastille, el gran aldabonazo con el que comienza la Revolución, Marie-Antoinette escribe a su amante, tratándolo de usted, como corresponde a un diálogo al más alto nivel protocolario: «Tranquilícese. Estamos vivos. Existo, mi bien amado, para adoraros. Adiós, el más amado de los hombres. No podré volver a escribirle, pero nada en el mundo podrá impedirme que lo adore, hasta la muerte».
Días más tarde, el 4 de julio de aquel año, la reina insiste: «Solo puedo deciros que os amo. Adiós, al más amado y amante de los hombres. Os abrazo de todo corazón». Marie-Antoinette sigue escribiendo, en ese tono, varios meses, todavía. El 4 de enero de 1792, la reina escribe: «Terminaré, diciéndole, mi querido y tierno amigo, que os amo con locura, y que no puede pasar un momento sin adorarte».
La Revolución había iniciado el trágico proceso que culminaría con el Terror. Fersen intentó intervenir ante Danton, amenazado él mismo por los partidarios de las ejecuciones sumarias, comenzando por Robespierre. En vano. La suerte estaba echada. La reina fue condenada a muerte por el tribunal revolucionario y ejecutada en la guillotina, el 16 de octubre de 1793, en una plaza que hoy se llama Plaza de la Concorde, donde, desde hace meses, muchos manifestantes amenazan a Emmanuel Macron con «volver a empezar».
Sofía Coppola y la Balada de la dependencia sexual.
Fina says
Quiño,
¡Cómo me gustaría conocer Versalles y estos aposentos privados que se abren al público…!
Una vida no es suficiente…
Muchas gracias por contarnos estas historias que tanto me gustan…Bueno, quitando lo de la guillotina, claro.
Buenas noches y palanteeeeeeeee…..!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
JP Quiñonero says
Fina,
Lo de Versalles, bueno … una miqueta largo, para mi gusto… tanta majestad me cansa… la historieta amorosa, ah, esa es otra historia, que no deja de tener su encanto, efectivamente, «quitando la guillotina», claro, como tú dices.
Palanteeee
Q.-
José says
En este valle de lágrimas y orgasmos María Antonieta es la reina de las reinas. Servida por libreas sotanas uniformes un cuerpo al que le separan la cabeza. Una historia siempre presente cuando se pierde el poder se pierde la cabeza. Las masas a cefalas siempre siguen una cabeza de lider y cuando se cansan la clavan en una pica y la continúan siguiendo pero sin cuerpo y esto no cambia ni en la época de las cabezas nucleares. La guillotina no sirve para cortar estás cabezas de los nuevos viejos regímenes. Una época la nuestra que los picaderos se han democratizado y entre lágrima y lágrima siempre se puede encontrar conseguir un orgasmo aunque una uno no sea rey reina y duerma encima de los cartones en la plaza de la concordia. Valle de lágrimas y orgasmos en época de cabezas nucleares. María Antonieta es una maniquí en los principales escaparates de París. A las reinas y a los reyes actuales no se les corta la cabeza sirven para llenar pantallas y revistas con sus orgasmos y sus lagrimas.
JP Quiñonero says
José,
Hombre, reyes como los de antes … lo de las picas y la guillotina, el Terror, me sigue causando un Horror Muy Grande…
Para colmo, las amantes de hoy se querellan contra los reyes para pedirles indemnizaciones… ¡hasta dónde llegará la «democratización» de nuestras sociedades…!
Q.-
Fina says
Josep,
Risas, lágrimas, orgasmos…forman parte de la vida, mientras no se pierda la cabeza…
Roguemos para que todas las cabezas permanezcan en su sitio, incluidas las nucleares…