1 julio 2023. Asesinato Plaza Jean-Jaurès / Rue Saint Savournin. Foto C.Bye.
Con ochenta muertos, entre enero y julio de este año, víctimas de más de doscientos tiroteos entre bandas de delincuentes, traficantes de seres humanos, armas y droga, Marsella quizá se ha convertido en la capital del crimen en el Mediterráneo occidental.
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Segunda ciudad de Francia, 250.000 de sus 870.000 habitantes (2020), viven en cuatro de sus diecisiete distritos, al norte de su periferia, donde las fuerzas del orden, muy numerosas, tienen muchos problemas para imponer la Ley.
Antoine Lescure (nombre falso, para no ser identificado), antiguo comisario de policía en esos distritos del norte de Marsella, me comenta, al teléfono, su visión de esa ascensión de su ciudad en el «ranking» de las capitales más peligrosas del Mediterráneo: «Históricamente, Marsella es una ciudad con mucha delincuencia, refugio de truhanes y delincuentes. Sin embargo, era bastante común pensar que la importancia de la Mafia italiana, en Sicilia, y ciudades como Nápoles y Palermo, confería a esas ciudades el título poco honorífico de capitales del crimen. Los últimos años, la policía italiana ha conseguido triunfos importantes. Hace días, o semanas, fueron detenidos capos mafiosos que fueron famosos. En Marsella, desde hace una década, ningún gobierno de izquierda o derecha, de Sarkozy a Macron, pasando por Hollande, ha conseguido frenar la escalada del crimen, en Marsella. Y puede temerse lo peor, si nadie toma medidas excepcionales».
El 2015, Manuel Valls, primer ministro, visitó Marsella, con el fin de presentar un «plan de seguridad». Fue recibido con tiros de Kalachnikov, el célebre fusil de asalto de origen ruso. Los autores de aquel tiroteo nunca fueron detenidos, ni siquiera identificados. Ocho años más tarde, Emmanuel Macron visitó Marsella a finales del mes de junio pasado, para presentar un gran plan de «relanzamiento» de la ciudad. Durante las cuatro semanas siguientes se sucedieron una decena de enfrentamientos a tiros entre bandas de delincuentes, cobrándose una docena de los ochenta muertos del semestre.
El 2019, la muy oficial Office central de lutte contre le crime organisé (OCLCO) estimaba que un fusil de asalto ruso, el legendario AK-47, concebido por un famoso ingeniero ruso, Mikhaïl Kalachnikov, podía comprarse por 2.500 euros. Cuatro años más tarde, el precio de los Kalachnikov ha descendido a los 1.000 euros. Precio de ganga.
La multiplicación de crisis, en los Balcanes y el Mediterráneo, ha convertido Marsella en una de las grandes encrucijadas del tráfico de armas. El Kalachnikov es un arma de guerra, presente en buena parte de los grandes conflictos de nuestro tiempo, de Afganistán a los Balcanes, pasando por Oriente Medio y Libia. Una pistola calibre 9 mm, comprada en Bulgaria a 50 o 100 euros puede volverse a vender en Marsella al doble o el triple. Municiones y granadas de mano se compran y se venden a precios muy bajos.
Si el tráfico de armas ha crecido de modo importante, el tráfico de seres humanos y drogas se ha diversificado. Durante los años de gloria de la «French Connection», por los años 70 del siglo pasado, Marsella se consagró como encrucijada del tráfico de heroína entre Europa y los EE. UU. Medio siglo más tarde, el tráfico de drogas marsellés se ha»democratizado». En otro tiempo, los grandes traficantes de drogas eran mafiosos corsos, norteamericanos, marselleses de la vieja escuela. Desde hace una década, corta, franceses de origen multicultural (africanos, magrebíes), crecidos en la «banlieue» de grandes ciudades, o «infiltrados» por las mafias que trafican con seres humanos, a través del Mediterráneo, han organizado bandas que se reparten «territorios» y «mercados», sirviéndose de menores para distribuir droga, a muy distintos niveles.
Un chico de 14 a 16 años puede ganar al día entre 100 y 200 euros vendiendo droga que puede reportar a su patrón más de 50.000 euros.
Durante los años 30 del siglo XX, Marsella ya fue un gran puerto con un legendario barrio prostibulario, frecuentado por marinos de paso y no pocos lugareños. Medio siglo más tarde, el puerto marsellés estaba en relativa crisis, y el mercado prostibulario comenzó a «enriquecerse» con la llegada de inmigrantes de Niger y otros países africanos. Durante los dos o tres últimos años, las mafias nigerianas se han convertido en una «competencia» temible para las mafias tradicionales.
«El 2014 fue el año de la gran ruptura», comenta Marc Pioul, especialista en migraciones afro-europeas, agregando: «Ese año creció de manera espectacular el número de peticiones de asilo. Según las cifras oficiales, el 80 por 100 de las mujeres que buscaban refugio en Francia, en general, y en Marsella, en particular, eran víctimas de las mafias que trafican con seres humanos. Lo mismo negocian el precio de las tarifas prostibularias que el precio de un asesinato de un rival de otra banda para controlar su territorio».
Durante el rosario de batallas a tiros del último semestre, dos bandas han conseguido una cierta celebridad, «Yoda» y «DZ Mafia». Ante esa amenaza, creciente, Gérald Darmanin, ministro del Interior, y aspirante a suceder a Emmanuel Macron, en la presidencia de la República, decidió a primeros de agosto enviar a Marsella varias unidades de las famosas CRS8 (especialistas en lucha armada, callejera, de las Compagnies républicaines de sécurité), con un resultado francamente modesto.
Frédérique Camilleri, la máxima autoridad policial, en Marsella y su región, al frente de la Prefectura del Estado, ha llegado a confesar en una rueda de prensa: «Temo que la guerra armada entre traficantes de armas, droga y seres humanos se haya transformado en vendetta. Estamos asistiendo a una trivialización de la violencia. Los tiroteos planten una problemática específica, de nuevo cuño».
Camilleri intenta hacer un balance relativamente «optimista» de varios meses de lucha contra la delincuencia: «Hemos detenido a 1.144 traficantes, se han confiscado 740 armas de mano y 62 fusiles de asalto, se han confiscado más de 12 millones de euros a los delincuentes…». Pero, paradójicamente, esos éxitos, confirman el cáncer de la delincuencia y derramamiento de sangre. Y la misma prefecto reconoce la evolución trágica de la delincuencia marsellesa: «Estamos asistiendo a la banalización del «contrato» de delincuentes, siempre más jóvenes. Han desaparecido o están desapareciendo los equipos de asesinos tradicionales. Hace unos meses, la policía judicial detuvo a Matteo F* de 15 años. Había matado a tiros a dos rivales, Djibril, de 15 años, y Kaïs, de 16. Confesó haber cobrado 200.000 euros por esas ejecuciones, a tiros».
¿Cómo se ha llegado a esa situación? ¿Qué futuro tiene Marsella?
Según los historiadores del urbanismo, la crisis global de Marsella comenzó a mediados / finales de los años 80 del siglo pasado, como consecuencia de la desindustrialización y la pérdida de influencia relativa del puerto de Marsella.
Marc La Mola, antiguo policía de servicio en los barrios del norte de Marsella, tiene una visión razonablemente pesimista: «Las soluciones son políticas y policiales. Son necesarios más recursos. Hay que combatir la pobreza, al mismo tiempo que se lucha con más eficacia. La miseria urbana es tan peligrosa como la sangre derramada». Boris Grésillon, autor de un ensayo sobre la historia de la ciudad, se desea voluntariosamente optimista: «Marsella es una ciudad desesperante, gran ciudad histórica, es la segunda ciudad nacional y una de las más pobres. La ciudad tiene energías creadores que terminarán aflorando, gracias a la colaboración entre el municipio y el Estado». Veremos. ABC, Marsella, ciudad sin ley. + PDF.
Francia, políticos víctimas del odio y la violencia.
Pablo Eugenio Fernández says
Por una parte, Quiño, me extraña que la segunda ciudad de Francia no llegue al millón de habitantes y tenga una población similar a Sevilla. No hay una Barcelona en contraposición a París, perdona mi bisoñez.
Llama la atención que la ciudad que presta su nombre del himno patrio esté en esa situación. Y que por lo que cuentas no son ya ni las mafias tradicionales, los ajustes de cuentas los hacen menores, pienso que al amparo de una legislación más bonancible a esas edades.
Situación que se mantiene, otro punto a tener en cuenta, el mar, los puertos, siempre han gozado de esa quiebra social. Las ciudades sicilianas, como ocurre en La Línea en España.
Y además un tercio de la población vive en cuatro de los diecisiete distritos. Mal asunto si las distintas autoridades no han podido hacer nada.
JP Quiñonero says
Pablo,
Amén.
Siempre tan sutil y oportuno … Francia y España contabilizan la población de sus ciudades sospecho que distinta manera.
El nivel de violencia, en Marsella, es sencillamente excepcional… y, por ahora, nadie ha conseguido frenar esa deriva… los especialistas estiman que no hay «una» solución… la posible «solución», a medio plazo, pasa por muchas políticas… policiales, sociales, judiciales, educativas, urbanísticas, incluso diplomáticas …
Veremos,
Q.-
José says
Sería interesante saber que función social tiene la delincuencia. Darío Fo escribió una obra con una tesis realista y humorista una huelga de delincuentes que pone a las autoridades en el mayor problema que se podían imaginar. Todo se paraliza no hay trabajo para el poder judicial ni ejecutivo incluso muy poco para el legislativo no se necesitan leyes y las que se necesitan es para convencer a la delincuencia para que abandone la huelga. La otra menos literaria podría ser que el orden social está reñido con la justicia. Mejor una guerra civil contra la delincuencia que contra el terrorismo político. Una tercera podría ser que aquellos que tienen ejércitos de todo tipo si tienen jóvenes fogueados en las calles no tendrán dificultad de sustituir las bajas. Mejor morir cobrando que gratis en las calles. Marsella como Chicago seguro que tiene más policías donde se concentra el poder y la riqueza que en los barrios que nutren la carne de cañón de sus ejércitos privados públicos. El oficio de la muerte es uno de los que tiene más futuro. Hemos visto aunque queramos olvidarlo como se movilizan pueblos enteros con todas sus instituciones para guerrear y ampliar el campo político. Desde Napoleón que consiguió vestir alimentar y armar a un ejercito de más de un millón de soldados a que gran parte de los pueblos estén armados y preparados para la guerra permanente contra todo tipo de conflictos artificiales muchos de ellos sin ningún tipo de ritual. Somos los animales inermes mejor armados de todos los animales. Marsella está estará en todas partes del planeta industrializado como lo está Chicago y otras muchas ciudades.
JP Quiñonero says
José,
Bueno … de entrada, la primera «función social» de la delincuencia quizá sea la propagación del crimen, con mucha sangre humana derramada, como ocurre en Marsella…
Q.-