
Tetuán, Fiesta del Trono. SM el Rey y su hijo / heredero, presiden la ceremonia del juramento de los oficiales laureados en las escuelas militares. Foto ¿Casa Real?
«De tal palo tal garrote…» dice una versión libre de un refrán popular.
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SM Mohamed VI (60 años), Rey de Marruecos, y su hijo mayor, el príncipe Hassan ibn Mohammed Al-Alaoui, Moulay Hassan (20 años), no solo están unidos por el tradicionalismo religioso más estricto y la mano de hierro militar: también los une, en incierto destino, su llamativa ausencia pública, ante la tragedia inmensa que vive su pueblo.
Mohamed VI se encontraba en París cuando estalló el terremoto, la madrugada del sábado. El gobierno francés no ha deseado desvelar dónde se encontraba. Su reaparición, en Rabat, dieciocho horas más tarde, acompañado del príncipe heredero, fue anunciada como un «acontecimiento» que apenas duró muy breves minutos.
Su anunció la reaparición de padre e hijo, en Marrakech. En vano. A media tarde del martes, la doble ausencia comenzó a tomar un tono angustioso, que los medios marroquíes no conseguían ocultar, cuando se trataba de una tragedia nacional.
La ausencia del padre, Comendador de los creyentes, se ha intentado justificar recordando sus «problemas de salud». La ausencia del hijo, heredero del poder religioso y militar absolutos, no tiene justificación y confirma una temible falta de empatía y alejamiento poco prometedores para el futuro de Marruecos, cuando la solidaridad internacional se estrella, en bastante medida, contra el muro de una doble ausencia, en la cúspide del Estado, que solo puede retrasar la salvación y reconstrucción de pueblos y vidas humanas.
Quedan pocas dudas sobre el alejamiento de Mohamed VI. La educación recibida por su heredero toma el rumbo más oscuro. Moulay Hassan fue iniciado a la «modernidad» por su madre, la princesa Lalla Salma (45 años), para culminar su formación en el rigor religioso más estricto y la mano militar más enérgica y firme.
La pareja formada por el joven Mohamed VI y su esposa, Lalla Salva, se presentó, en su día, como un «matrimonio moderno». Se prestaba al monarca marroquí la intención de valorar el puesto de la mujer en la sociedad.
Aquellos proyectos terminaron en tragedia íntima, que culminó con la separación de los esposos y la condena de la princesa al ostracismo. Hace años, se especulaba con «viajes de compras» de Lalla Salva a París y Nueva York, acompañada de sus hijos, Moulay Hassan y Lalla Khadija (16 años). Consumado el divorcio, tras una compleja batalla religioso / jurídica, en la que intervino, como abogado del Rey, el actual ministro francés de Justicia, Éric Dupond-Moretti, el príncipe heredero quedó bajo la tutela directa de su padre y sus consejeros.
Los primeros viajes al extranjero, con su madre, fueron sustituidos, ocasionalmente, por viajes de ocio y recreo, con su padre, a Gabón, por ejemplo, donde Mohamed VI solía pasar semanas y meses de «vacaciones», acompañado, en alguna ocasión, por deportistas políticamente «problemáticos», como los hermanos Azaitar, de sulfurosa fama.
Oficialmente, el príncipe Moulay Hassan siguió estudios de «ciencias económicas y sociales» en la Universidad Politécnica de Marruecos. Sin embargo, el príncipe heredero abandonó los estudios ¿universitarios? con mucha rapidez, para recibir una «instrucción práctica» mucho más directa.
De entrada, los consejeros de su padre le resumieron con rapidez su puesto en el orden jerárquico del Estado. Antes de cumplir los veinte años, el futuro Comendador de los creyentes se distinguió cogiendo por el brazo, y ordenando que respetase su puesto en un desfile real, a un octogenario consejero que había cometido el error de avanzar un metro más allá de su puesto protocolario. Todavía adolescente, el príncipe ya oficiaba de guardián del protocolo más tradicionalista.
Consciente de su futuro destino como jefe supremo de los ejércitos del Reino, tomó muy pronto conciencia de la necesidad de hacer respetar su autoridad entre la muy obediente jerarquía militar. Desde hace tres años, Mohamed VI se hace acompañar por su heredero en las ceremonias de prestación de jura y fidelidad de los oficiales de todas las armas. Y, con frecuencia, es el príncipe quien pasa revista a la Guardia Real.
En Marruecos, la autoridad militar reposa en la autoridad religiosa. El Rey es, al mismo tiempo, Comendador de los creyentes. Cuando el Palacio real informa de las actividades burocráticamente marciales del príncipe heredero, los oficiales visten uniformes de gala, recibidos por Moulay Hassan vestido en con las mejores galas de la tradición religiosa musulmana.
Como próximo Príncipe de los creyentes, cuando suceda a su padre, en fecha imprevisible, a la luz de los «problemas de salud» de Mohamed VI, Moulay Hassan ha sido educado en la más estricta sumisión de la cultura a la Ley religiosa suprema y definitiva.
Hace unos meses, el príncipe heredero inauguró una gran exposición consagrada a la civilización islámica, en la Organización del mundo islámico para la educación, las ciencias y la cultura (OMIECC), en Rabat, que tiene por misión institucional «una estrategia de acción islámica cultural en el exterior del mundo islámico».
Como futuro Príncipe de los creyentes, Moulay Hassan no recurrió a los ejemplos occidentales de cooperación internacional (de la Unesco a la OCDE); prefirió insistir en los «tradicionales lazos» que unen, a su modo de ver, los reinos hermanos de Marruecos y Arabia Saudita. Lazos de fraternidad que se fundan en la misma fe religiosa, compartida. No es un secreto que Arabia Saudita no es un modelo de apertura y cosmopolitismo cultural. Desde hace años, Human Rights Watch y Amnistía Internacional insisten con poco éxito en la «necesidad» de hacer respetar los derechos más elementales a los disidentes sauditas y marroquíes.
Tras el trágico terremoto, Mohamed VI ha asociado a su hijo a sus muy escasas «apariciones». Ambos son fotografiados brevemente y a mucha distancia, vistiendo las prendas musulmanas de rigor. De niño, Moulay Hassan fue fotografiado, en muchas ocasiones, tras los retratos de su abuelo, Hassan II, vistiendo elegantes trajes italianos y franceses. Tradición rota y abandonada. El heredero ha sido educado en el rigor religioso y la mano de hierro militar. ABC, El Rey de Marruecos y su hijo, unidos en el tradicionalismo religioso, la mano de hierro y la ausencia ante la tragedia de su pueblo + PDF.
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