Pont d’Iéna, 30 marzo 2019. Foto JPQ. Macron / chalecos amarillos… argelinos de la diáspora, nostalgia de la primavera árabe.
El Estado argelino ha prohibido la enseñanza del francés en sus escuelas públicas y privadas, desde el principio del nuevo curso escolar, a primeros de septiembre. Comienza una histórica guerra cultural, que tiene inflamables ramificaciones militares, diplomáticas, políticas, sociales y culturales.
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El territorio que hoy se llama Argelia ha sido un territorio plurilingüe desde hace siglos. La lengua y la cultura bereber son muy anteriores a la llegada del islam a todo el Magreb. Tras el bereber, el árabe clásico y el árabe dialectal, el francés fue, desde la colonización (1830 – 1962), lengua oficial, lengua oficiosa, y la lengua del diálogo cultural y económico con Europa, Occidente.
Desde la independencia (1962), sucesivos gobiernos argelinos relegaron el francés a un segundo plano relativo, confiriendo al árabe (coloquial y clásico, lengua sagrada para el Islam) y el bereber el estatuto de lenguas oficiales. Gran parte de la cultura argelina, literaria, ensayística, económica, comercial, ha utilizado el francés como primera o segunda lengua, utilizada, así mismo, por la gran mayoría de los escritores argelinos de nuestro tiempo. En su día, una gran escritora argelina, Assia Djebar, fue elegido miembro de la Academia francesa.
Argelia es el tercer país francófono del mundo. Argelia es independiente desde hace sesenta años, con unos recursos propios excepcionales (exportación de gas). Pero los sucesivos gobiernos argelinos han sido incapaces de combatir la pobreza, culpando a la antigua potencia colonial de todas las lacras que sufre la sociedad argelina desde hace décadas.
Alejándose de la Francia de Emmanuel Macron, el Estado argelino decidió confirmar unas «relaciones diplomáticas y militares privilegiadas» con la Rusia de Vladimir Putin. Cuando varios Estados africanos se «alejan» de Francia, pidiendo la retirada francesa de África (Níger, Burkina Fasso, Malí), Argel decide apoyar el aumento de presencia militar y «diplomática» rusa en el continente africano.
El alejamiento y ruptura con Francia, acompañada del acercamiento a la Rusia de Putin, tiene unas consecuencias que afectan directamente a toda Europa.
Cuando la Francia de Macron decidió combatir el «separatismo islamista», el Estado argelino prefirió reafirmar el puesto del árabe clásico en la enseñanza pública y privada. En Argelia, como en otros países árabes, el árabe coloquial es una lengua «laica», «profana», mientras que el árabe clásico, la lengua del Coran, es una lengua «sagrada», que confiere a las autoridades religiosas un poder más que considerable.
El Estado argelino lleva varias décadas luchando y dialogando con el islam magrebí. Pero prefiere prohibir la lengua francesa («colonial») y reafirmar el estatuto de lengua oficial de la lengua coránica, para insistir en su independencia hostil a Francia y Occidente.
Esa dimensión religiosa de la guerra cultural contra el francés también tiene una dimensión social muy profunda. Desde hace años, la contestación de la juventud argelina (plurilingüe), expresa su descontento en árabe coloquial y en francés.
Cuando los estudiantes argelinos se han tirado a la calle, enarbolando pancartas, escritas en francés, diciendo … «¡No creemos en vuestras promesas!». «Un héroe único, el pueblo». «Homenaje a la primavera berebere. NO al olvido»… esas afirmaciones son una doble afrenta contra el Estado: denuncian las interminables crisis, denuncian la opresión cultural y religiosa, defendiendo valores de la tradición cultural francesa y europea. El Estado ha creído poder combatir la contestación prohibiendo el francés, denunciando, siempre, como una «lengua colonial».
La guerra cultural contra la lengua francesa tiene dimensiones militares que no solo afectan a Francia.
Argelia prohíbe el tránsito de su espacio aéreo a la aviación francesa que ha combatido el yihadismo en el corazón de África y ha permitido combatir las redes que trafican con seres humanos, entre África y el Mediterráneo, corriendo el riesgo de agravar las crisis de la inmigración entre los aliados europeos.
En ese terreno, Argel, Rabat y Túnez «compiten» en utilizar la inmigración como un recurso de presión indirecta contra Europa. El racismo árabe / musulmán contra los africanos de raza negra es utilizado como un arma de doble filo: facilitando la migración hacia Europa, o culpando a las antiguas potencias coloniales de la miseria más atroz. ABC, Argelia abre un abismo con la Francia de Macron: se prohíbe el francés en las escuelas + PDF.
Macron / chalecos amarillos… argelinos de la diáspora, nostalgia de la primavera árabe.
París. Júbilo de los argelinos administrativamente franceses.
Recuerdo de la milenaria cultura amazig / berebere.
Jubilata argelino en el mercado más cosmopolita de París, Aligre.
Parisina musulmana, universitaria, de origen argelino.
Irene says
Gracias una vez más por la info y el análisis, que no he visto en otros medios de ningún tipo por aquí
JP Quiñonero says
Irene,
Ahhhh … siempre tan cordial y generosa, encantadooooo
Q.-
Fina says
Quiño,
Qué tristeza no saber vivir en paz y armonía con nuestros semejantes…
Así vamos, guerras y más guerras…
Gracias por tenernos informados.
JP Quiñonero says
Qué quieres, Fina,
… la guerra es el pan nuestro de cada día para millones y millones de seres humanos… dichosos los que podemos vivir al margen de esas tragedias…
Q.-
Fina says
Amén , Quiño.
Dichosos los que no hemos sufrido una guerra en nuestra existencia…y no es ningún mérito propio.
Destino, fortuna, karma…¿Quien escribe el guión de nuestras vidas?
JP Quiñonero says
Fina,
Bueno… quizá nosotros mismos tenemos un papel que «interpretamos» lo mejor que sabemos…
Palanteeeeee
Q.-