Rue de Moussy, 7 marzo 2020. Foto JPQ.

El acoso escolar, físico y psicológico, de la agresión verbal a la agresión sexual, se ha convertido en un drama nacional, que afecta a más de 2 millones de niños y adolescentes que frecuentan escuelas e institutos.

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A primeros de año, un informe oficial hecho público en el Senado, segunda cámara del Parlamento francés, reconocía que un millón de niños y adolescentes podían ser víctimas del acoso escolar. Diez meses más tarde, un estudio sociológico realizado por Ipsos, el primer instituto francés en ese terreno, estima que el 16 % de la población escolar (13 millones de alumnos en la enseñanza primaria y secundaria) es víctima del acoso escolar.

El color de la piel, la timidez, el tartamudeo, son causas generalizadas de acoso en grupo contra otros condiscípulos. Pero el acoso sexual ha cobrado proporciones inquietantes, en la escuela y fuera de la escuela, a través de las redes sociales.

Según las estadísticas del Institut national de la statistique et des études économiques (INSEE), entre el 27 y el 29 % de las niñas y chicas francesas, entre 5 y 19 años, han sufrido agresiones sexuales «fuera del marco familiar». La guardería, la escuela y los institutos ocupan un puesto privilegiado como centro de agresiones, en grupo, contra condiscípulas y condiscípulos «acusados» de ser homosexuales.

Según el estudio de Ipsos, el 75 % de los padres franceses se dicen «inquietos e insatisfechos» de la situación y «ausencia de respuestas gubernamentales». El 56 % de los maestros y profesores piden «sanciones más graves» contra los agresores, y un 19 % se consideran «mal formados» para afrontar esta crisis de nuevo cuño.

El comportamiento de los agresores está bien repertoriado por los especialistas del ministerio del Interior. El 81 % de las víctimas, chicas y chicos, dicen haber sido agredidos en grupo. El 91 % de las agresiones son verbales, el 89 % son insultos y el 66 % son agresiones físicas: del «toqueteo» en grupo a la violación o intento de violación

Comentando estas cifras, Gabriel Attal (34 años), ministro de Educación, ha hecho una declaración que se han convertido inmediatamente en un acontecimiento por la naturaleza de sus confesiones: «Yo mismo, niño y adolescente, fui víctima del acoso innoble de algunos compañeros, que me trataban de «mariquita» y otras calificaciones barriojeras para reírse y burlarse con obscenidad de mi homosexualidad. Sufrí mucho. Por eso comprendo mejor y sufro la agravación del acoso escolar. Lo sufrí en mi propia carne, en solitario y en familia. Es un sufrimiento muy profundo, que, siendo niño, temes y vives como si no pudiera tener fin, nunca, jamás».

Attal vive en pareja con otro miembro del equipo político / gubernamental de Emmanuel Macron, y anuncia medidas para intentar combatir el drama nacional del acoso escolar, que justifica de este modo: «Desde la vuelta al colegio, este año, varias decenas de niños y adolescentes han tenido que cambiar de escuela o instituto para escapar al acoso escolar. Es algo intolerable. Yo he conocido en mi carne esa amargura. El miedo debe cambiar de bando. He firmado un decreto, con el fin de poder cambiar de escuela o instituto a los acosadores. Trabajamos en un abanico de medidas para combatir esa lacra. Las víctimas deben ser escuchadas y poder hablar libremente para denunciar a quienes las acosan».

Brigitte Macron, esposa del presidente de la República, antigua profesora, ella misma, ha iniciado su propia campaña personal contra el acoso y las agresiones en la escuela, que justifica de este modo: «A primeros de año, Lucas, un chico de 13 años, se suicidó para intentar escapar al acoso físico y psicológico que lo hacía sufrir. Hubo y hay muchos otros casos. Debemos recordarlos, a todos ellos. Y ofrecer ayuda, socorro de urgencia, a las víctimas del acoso y las agresiones escolares».

En los presupuestos del Estado para el 2024, han sido previstos 30 millones de euros para crear brigadas policiales y académicas contra el acoso escolar en escuelas e institutos. ABC, El drama del acoso escolar en Francia, personificado en la denuncia de su ministro de Educación: Yo también fui víctima».

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