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Place d’Aligre, 10 septiembre 2022. Foto JPQ.
Francia hace mucho que perdió la «soberanía alimenticia» que pretende «defender» el gobierno de Emmanuel Macron, cuando los consumidores, la gran distribución y el mercado de detalle son muy sensibles y agradecen la calidad y los precios de los productos del campo y derivados, españoles, italianos, belgas, holandeses, alemanes, americanos, africanos y asiáticos, con un éxito indiscutible.
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La crisis del campo francés, la crisis de la «soberanía alimenticia», tomó una dimensión internacional y dramática días pasados, cuando militantes de varios sindicatos de agricultores atacaron y destruyeron mercancías en las carreteras y algunos centros de distribución de híper y supermercados, acusados de favorecer la «competencia desleal». Históricamente, el calendario de los productos de la tierra provoca ataques de vandalismo contra las frutas y legumbres españolas, muy buenas y mucho más baratas.
Sin embargo, una tras otra, todas las cadenas de la gran distribución, E. Leclerc, Auchan, Lidl, Super U, Monoprix, entre otras, han reaccionado con prudencia pero con firmeza ante la última crisis.
Coincidiendo con la crisis del campo, por ejemplo, el super Monoprix de Saint-Germain-des-Prés, el barrio más «chic» y cosmopolita de París, está ofreciendo una selección de productos asiáticos, con reducciones que van del 15 al 68 %, con este pretexto: «Año Nuevo». Se refiere al Año Nuevo chino. Sopas, rollitos de primavera, fideos cocinados «a la china», salsas, zumos de frutas, productos de coco y lichís, son ofrecidos a precios sin competencia posible. Muchos de esos productos vienen de Asia, pero muchos otros también son producidos en Francia y otros países europeos, comenzando por España, gran productora de los lichís vendidos y comprados con éxito en París.
Un portavoz de Monoprix me comenta: «Estos días hacemos promoción de productos asiáticos. Pero en otras ocasiones hemos hecho promociones de productos italianos, alemanes, o españoles. Las frutas y legumbres españolas son muy apreciadas. Los embutidos, también. Incluso la tortilla de patatas a la española puede venderse muy bien». En la cadena Monoprix, una tortilla española, de 500 gramos, se puede comprar a 4,15 euros «con una garantía de cuatro semanas». Como productos estrella, Monoprix no duda en recomendar los calabacines y los aguacates españoles, a 2,99 euros el kilo y 2,79 euros la cajita con tres piezas.
Desde hace años, la cadena E. Leclerc, una de las cadenas más importantes y populares de Francia, también ofrece en sus híper y super, en toda Francia, embutidos españoles, jamones y derivados, que se puede presentar «a la francesa», con este «slogan»: «El origen del gusto». El jamón de bellota, «100 % ibérico», el lomo, la paleta, entre otros derivados del cerdo, se ofrecen con este tipo de reclamos: «El origen del gusto ofrece más de sesenta referencias. Productos nobles, sabores únicos, elaborados con las reglas del gran arte». Un respeto palmario hacia la calidad española.
Un portavoz de Leclerc, me comenta al teléfono: «Nuestra experiencia de los productos españoles es muy buena. Nuestros acuerdos nos permiten conseguir precios interesantes en productos muy variados, de las fresas, los tomates o las naranjas a los embutidos. Nuestra clientela es sensible a la calidad y los precios». En los híper franceses, Leclerc y otros, los sobres de jamón serrano, de tres a seis lonchas, se pueden comprar de los 3 a los 10 euros.
En los catálogos de todas las grandes superficies francesas, los productos españoles, asiáticos, italianos o americanos se confunden en su diversidad cosmopolita: las naranjas españolas son presentadas como un producto «anti inflación» (3,49 euros los 3 kilos), como los «tortellinis» italianos (1,99 euros los 2.50 gramos) o las «pizzas» (a 3,69 euros los 421 gramos). Los aguacates producidos en Almería pueden «cohabitar» con la leche de coco brasileña o los «concentrados» de tomate belgas u holandeses. Un portavoz de Lidl, una de las cadenas más baratas de Francia, me explica: «El consumidor es muy libre de elegir. Le indicamos claramente el origen y el precio. Los productos de temporada españoles tienen mucho éxito».
La «soberanía alimenticia» francesa también vive su ocaso en un terreno históricamente estratégico: el consumo de vino, alcoholes, champagne. El 2022, Italia, Francia y España fueron los tres primeros productores de vino mundiales. En los híper y super franceses, los vinos españoles e italianos han encontrado un mercado que «hace daño» a los vinos franceses.
En París, una botella de excelente cava catalán / español puede comprarse por 6 a 10 euros. Competencia temible. Leclerc y otras cadenas pueden vender grandes vinos españoles al precio fuerte (de 30 a 75 euros) pero también ofrecen vinos francamente potables de 4 a 8 euros la botella. Con bastante éxito.
Históricamente, Francia comenzó a perder su problemática «soberanía alimenticia» en las cadenas de híper y supermercados. La está perdiendo o la ha perdido ya en los mercados de pueblo, los mercadillos de barrio, en París y las grandes capitales de provincias.
Pascal Diallo, transportista franco-senegalés, me explica la evolución de las compras en un gran mercado callejero parisino, Aligre, de este modo: «Viví algunos años en España, entre Almería y Murcia. Muchos amigos y paisanos se quedaron en España. Yo me vine a Francia. Los franceses son más racistas, pero me gano mejor la vida. Traigo mucha fruta y verdura española del mercado de abastos de Rungis a las tiendas y puestos del mercado de Aligre. La uva, las legumbres españolas se venden bien. Son buenas y baratas. En los híper y super se venden a buen precio. Pero el precio todavía es mejor en los mercadillos callejeros».
En el mercado parisino de Aligre, uno los más populares de la capital, las legumbres y frutas de temporada tienen un puesto privilegiado. Los melones de Villaconejos, las cerezas del Valle del Jerte, los limones murcianos, los higos chumbos de Almería, las naranjas valencianas y murcianas, la uva del Penedés, tienen un puesto privilegiado. También triunfan productos de origen asiático, como los lichis, que los agricultores españoles cultivan a su manera, mediterránea, imponiendo un «fino toque» andaluz o murciano.
En el mercado de Aligre, un vendedor de lichís importados de Almería me comenta ese mercado de nuevo cuño, desde hace años, de este modo: «Como usted sabe, los barrios asiáticos son muy importantes en Paris. Pues bien, los asiáticos residentes en París me compran los lichís españoles tan contentos. Les parecen baratos y con buenos sabores. Los pepinos y las zanahorias españolas tienen su público».
Esa dimensión cosmopolita de los productos españoles, del jabugo a las naranjas, pasando por los pimientos o lichís, también tiene una dimensión tradicional, centenaria, milenaria.
En el terreno cosmopolita, en Saint-Germain-des-Prés, las viandas salmantinas y los jamones de ibérico, jabugo, son presentando de manera diáfanamente clara: «El mejor bocadillo del mundo». En el mismo barrio, porras y churros, de fabricación local, son un clásico para los turistas de la más diversa procedencia.
En el terreno de las huellas tradicionales, algunos exportadores españoles venden sus productos de la tierra en cajas donde se recuerdan viejas costumbres locales, como el uso de zaragüelles , los calzones anchos que solían utilizar, en otro tiempo, los campesinos murcianos. En las cadenas de híper o super, se suele valorar el precio y el gusto. En los mercadillos, puede valorarse el «sabor y color local». Convertidos en parte del traje tradicional, los zaragüelles ofrecen una nota de «autenticidad» de los productos de la tierra. ABC, RATATOUILLE CON TOMATE DE MURCIA Y VINO ESPAÑOL EN LAS CASAS DE PARÍS + PDF.
Francia, las francesas y los franceses, sienten simpatía por España, las españolas y los españoles.
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