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The Economist, 24 febrero 2024. Europe is caught between Putin and Trump.
Emmanuel Macron abrió los trabajos de la Conferencia de solidaridad occidental con Kiev, la tarde / noche del lunes, ante veinticinco jefes de Estado o gobierno, y varios ministros de Asuntos exteriores, con un mensaje capital: «Rusia no puede ni debe ganar la guerra. No solo para permitir la existencia libre de Ucrania; si no, así mismo, para asegurar nuestra seguridad colectiva, hoy y mañana, cuando Moscú amenaza con atacarnos».
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En su discurso de apertura de la Conferencia, Macron recordó la encrucijada trágica de la guerra neo colonial que Vladimir Putin lanzó contra Ucrania hace exactamente dos años: «En el frente ucraniano, las posiciones son cada día más duras. Sabemos que Rusia prepara nuevos ataques, con el fin de aterrorizar a la opinión ucraniana. Otros países europeos pueden ser atacados, los próximos años. La muerte de Alexéi Navalni nos recuerda con dramática crueldad el comportamiento de Rusia, acompañado de una guerra híbrida contra todos nosotros».
Tras cinco horas de diálogo en común, entre los aliados europeos y trasatlánticos, el presidente Macron hizo un balance muy voluntarista de los primeros resultados de la Cumbre: «Rusia ha adoptado una agresividad contra todos nosotros. Hemos escuchado las peticiones del presidente ucraniano, hemos decidido ampliar nuestro apoyo, con esta condición: la derrota de Rusia es indispensable para la estabilidad de Europa».
Con el fin de derrotar a Rusia, Macron avanzó un abanico de medidas económicas y militares, que deberán ponerse en marcha durante las próximas semanas y meses:
-Reforzar la ayuda financiera directa.
-Estudiar los métodos para confiscar los haberes o los intereses de los haberes rusos en los bancos occidentales, para transformarlos en ayuda a Ucrania
-Estudiar nuevas fórmulas de empréstitos colectivos para incrementar nuestros apoyos.
-Favorecer la negociación de nuevos acuerdos bilaterales, como los ya firmados entre Francia, Alemania y Ucrania.
-Crear una coalición para enviar a Ucrania nuevas familias de misiles y bombas de medio y largo alcance.
-Incrementar la producción común de armas destinadas a Ucrania.
-Acelerar los envíos de nuevas familias de armas.
Se trataba de una respuesta colectiva a la declaración del
presidente de Ucrania, Volódimir Zelenski, con un vídeo grabado previamente, ofreciendo una visión pesimista y desencantada de las promesas de ayuda: «La Unión Europea nos prometió un millón de obuses. Desgraciadamente, solo hemos recibido un 30 por ciento. El retrato en el envío de las armas prometidas contribuyó al fracaso de la gran contra ofensiva del verano del 2023».
Consciente de la gravedad de la situación de su patria y la incierta situación del resto de Europa, Zelenski deseó mostrarse voluntariosamente «confiado», a pesar de godo, sin ocultar los riesgos de incertidumbre continental: «Juntos hemos salvado millones de vidas. Juntos debemos trabajar para que Putin no pueda destruir nuestros resultados ni consiga extender su agresión a otras naciones europeas».
Los jefes de Estado o gobierno de diecisiete Estados europeos, Alemania, Bélgica, Croacia, Dinamarca, España, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República checa y Rumanía, acompañados de los ministros de Asuntos Exteriores, o los responsables de la diplomacia de los EE.UU., Canadá, Suecia y el Reino Unido, escucharon en un silencio sepulcral las palabras del presidente ucraniano, que habían estado precedidas por otra amarga declaración del ministro de la defensa ucraniano, Rustan Umerov: «Miramos al enemigo: y comprobamos que Rusia tiene una economía de casi 2 billones de dólares, utiliza hasta el 15% de los presupuestos oficiales y no oficiales para proseguir la guerra, que representa más de 150.000 millones de dólares al año. En nuestro caso, cuando un compromiso no llega a tiempo, perdemos gente y perdemos territorio».
Tras la introducción solemne y agridulce de la Cumbre, comenzó un complejo diálogo multilateral, seguido de una cena de trabajo. Las grandes palabras y las proclamas de solidaridad intacta quizá contrastaban con la ambigua relación de las ayudas occidentales.
La UE asegura el 77,2 por ciento de la ayuda humanitaria, capital, imprescindible, pero insuficiente para ganar la guerra. Kiev agradece el último paquete de ayudas decidida del Consejo europeo. Queda en suspenso el retraso de los suministros militares.
Los EE. UU., presentes en la conferencia al nivel de la representación diplomática, aseguran el 24 por ciento de las ayudas financieras y el 42,2 por ciento de las ayudas militares. Sin embargo, la rivalidad política entre demócratas y republicanos, en Washington, ha paralizado temporalmente las ayudas, con un efecto muy negativo para la incierta marcha de la guerra. ¿Qué ocurrirá para Ucrania y Europa si Donald Trump vuelve a ser elegido presidente de los EE. UU.? En un ataque de optimismo, Zelenski comentó ese riesgo de este modo: «No puedo entender que Trump pueda estar del lado de Putin. Me parece impensable. Defender la Rusia de Putin sería estar contra el pueblo americano».
Alemania asegura el 17 por ciento de la ayuda militar, pero el canciller Olaf Scholz, presente en la Cumbre, había rechazado, un día antes, el envío al gobierno ucraniano de misiles de crucero «Taurus», como había propuesto la oposición demócrata – cristiana. Alemania, como Francia, ha firmado con Ucrania un acuerdo de solidaridad diplomática. Solidaridad que tiene un «techo»: el gobierno alemán no está dispuesto a entregar armas que pudieran «ampliar la guerra». Berlín no desea ofrecer a Ucrania armas que si han ofrecido París y Londres.
Macron, convocante de la Cumbre del Elíseo, también firmó días pasados, con Volódimir Zelenski, un acuerdo de solidaridad bilateral Francia – Ucrania. París es la primera potencia atómica europea, seguida de Londres, pero, en el terreno convencional, Francia apenas aporta un 2 por ciento de la ayuda militar que Kiev recibe con retraso. La alta retórica macroniana, urgiendo a una respuesta colectiva, contrasta, hasta hoy, con la «modestia» relativa de las ayudas militares.
Por parte española, Pedro Sánchez, presente en la Cumbre, volvió a repetir su «satisfacción», tras la decisión de la UE de «desbloquear» ayudas a Ucrania por un montante de 50.000 millones de euros, hace días. Sin embargo, en términos prácticos, nacionales, las ayudas españolas rozan lo insignificante.
Entre los veintiún primeros países que ayudan a Ucrania, España ocupa el vigésimo, el penúltimo, entre Lituania y Corea del Sur. En un conflicto donde se está jugado el destino de toda Europa, España ha aportado 65 blindados, 10 tanques «Leopard 2», varios centenares de anti misiles «Hawk», 10 camiones y la formación de 4.000 soldados ucranianos. Insignificancia que instala al gobierno español en una posición de influencia nula entre los aliados. ABC, Zelenski, en la conferencia de París: «Me parece impensable que Trump pueda estar del lado de Putin» + Macron: «Por la seguridad de Europa, Rusia no puede ni debe ganar la guerra».
Menuda cifra, de los 21 países que ayudan con mayor ahínco ocupamos el 20, bueno si vemos la botella medio llena es que somos muy optimistas.
Europa se la jugó en la banda de África que forma el Sahel, se la juega en Ucrania ahora, el conflicto palestino ha borrado de nuestra memoria cotidiana el conflicto bélico que decide nuestro futuro.
Putin sigue sus amenazas, Trump también lo hace, no se puede soplar y sorber a la vez.
En Ucrania hay prensa libre, en Rusia la prensa sabe que ocurren muchos accidentes al bajar unas escaleras, asomarte a la ventana o tomar el té de las cinco.
Parece que está próximo el final de la guerra y el acuerdo, eso leo a los expertos.
España en otra onda.
Ay Pablo,
Temo que la guerra va para largo y los líos españoles… qué te voy a contar… Lo dicho: hay mucha gente buena y honrada que intentar tirar del carro lo mejor posible; pero el cotarro lo controlan una banda de personajes que hasta pueden dar miedo…
Palanteee
Q.-