Rue du Faubourg-Saint-Antoine, 16 julio 2023. Foto JPQ.
Crisis con raíces muy profundas y podridas…
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La «guerra civil» religiosa entre jóvenes y adolescentes franceses, de confesión musulmana, se ha cobrado una nueva víctima: Samara Radjoul (14 años) tuvo que ser internada y pasar veinticuatro horas, en estado de coma, en un hospital tras el asalto, víctima de violencias y golpes de tres menores de 14 y 15 años que la trataban de «puta», «impía», por maquillarse y no usar ropa ni velo islámico.
Los agresores fueron detenidos y pueden ser inculpados por el presunto delito de «intento de asesinato» de una menor. Uno de ellos estaba fichado por la policía.
Nicole Belloubet, ministra de Educación, ordenó una investigación judicial, con el fin de tomar medias urgentes en todas las escuelas e institutos de Francia, donde el velo y las ropas islámicas están prohibidas, con un éxito relativo.
Los hechos ocurrieron bien entrada la tarde del jueves. El director del instituto «Arthur Rimbaud» de Montpellier (Herault), no lejos de la frontera con España, previno a la madre de la víctima que «temía» por la seguridad de la niña. La madre, Hassiba Radjoul, previno a varios profesores y los guardianes del instituto que ella misma iría a recoger a su hija, para evitar cualquier conflicto y / o violencia.
Por razones mal conocidas, alguno de los guardianes no recibió los mensajes de la madre, y la niña salió sola de su colegio, donde la esperaban una «compañera», vestida con velo y ropa musulmana, y dos «colegas», evidentemente musulmanes.
En lágrimas, muy tensa, ante los medios de comunicación regionales, Hassiba Radjoul, musulmana practicante, ha resumido la tragedia íntima, pública y social de este modo: «Samara, mi hija, se maquilla muy poco. La chica que participó en el ataque y golpes violentos, por su parte, usa velo y sábanas islámicas. Ella y sus amigos trataban a mi hija de impía, acusándola, en árabe, en el colegio y fuera del colegio, de no ser una musulmana auténtica. La trataban de puta dispuesta a venderse con los cristianos. Mi hija me contó sus problemas varias veces llorando. Advertí al colegio. Los profesores me dijeron que tendrían cuidado. Al final, tuve que llevar a mi hija al hospital, para que la curen físicamente y le den medicamentos para intentar contener la ansiedad y el miedo, tras salir del estado de coma».
Desde hace meses se han sucedido muchos enfrentamientos entre bandas de jóvenes y adolescentes de familia musulmana contra bandas no confesionales. La policía ha intervenido en muchas ocasiones.
Tampoco es un secreto que una docena de imanes franceses están amenazados de muerte por bandas de franceses musulmanes próximos al islamismo radical.
Es la primera vez que una niña francesa, musulmana, con padres musulmanes, creyentes y practicantes, es atacada con violencia verbal, primero, y violencia física más tarde, con una agresividad y fanatismo excepcionales.
Por su gravedad y «primicia» relativa, el caso ha precipitado una ola nacional de cólera y angustia sofocada.
En Montpellier (305.000 habitantes), en sus suburbios multiculturales y en las inmediaciones del instituto «Arthur Rimbaud», los condiscípulos, amigos y enemigos de la agredida, Samara Radjoul, y su principal agresora, Myriam **, escoltada por dos «colegas» hercúleos y violentos, dan versiones ligeramente distintas a la versión oficial de la madre de la víctima.
«Samara era muy suya», comenta Nour («luz», en árabe), una amiga de la víctima y su agresora, agregando: «Le gustaba tomar fotos de todos nosotros y luego las publicaba sin permiso en las redes sociales». Según Nour, «Samara tenía una cuenta que utilizaba con pseudónimo, donde guardaba fotos de chicas y chicos desnudos, tocándose y otras cosas. En ese archivo algunos vieron una foto de Myriam, que era muy piadosa, fotografiada en la intimidad…».
La policía no confirma esa y otras versiones muy semejantes de alumnos y alumnas del mismo instituto. Sarah («dama» o «princesa», en árabe) no era amiga de la agresora ni la agredida, pero conocía los problemas y rivalidades íntimas, que cuenta de este modo: «Samara era un poquito coqueta y tenía éxito con los chicos, a los que enviaba fotos sexy que no eran suyas. Myriam también era coqueta, no siempre vestía ropa islámica, pero tenía menos éxito con los chicos. Ellas y sus amigos se peleaban a gritos con mucha frecuencia».
En Montpellier, siempre, los profesores de colegios e institutos tienen relativa mala prensa entre padres de alumnos. Hassiba Radjoul, la madre de la agredida, acusa directamente al personal del instituto de negligencia, estimando que pudieron impedir los ataques violentos contra su hija. Laurent **, comerciante y padre de dos adolescentes, ha declarado a la prensa regional: «Vamos a peor. Un día un profesor es acusado de corrupción de menores. Un día antes, otro profesor estuvo amenazado por un alumno musulmán. Es normal que maestros y profesores tengan miedo. O bien plantan clara e imponen la disciplina, o bien eluden responsabilidades, y es peor».
En París, Eve Vaguerlant, autora de un libro sobre la situación de maestros y profesores, en Francia, tiene una opinión pesimista del fondo del problema: «En los barrios culturales de los suburbios multiculturales, maestros y profesores tienen miedo. Dos o tres de ellos han sido asesinados, los últimos años. Muchos prefieren callar para evitar problemas».
En la periferia de Paris, en Drancy, el iman Hassen Chalghoumi, francés de origen tunecino, está amenazado de muerte de los islamistas, por defender la legislación que prohibe el velo y las indumentarias islámicas en escuelas y colegios, y ha salido en defensa de la chica apelada por estas razones: «Samara es una víctima. Rezo por ella, para que pueda recobrar la salud y una vida normal. Ella y muchos otros son víctimas de los traficantes de odio, los Hermanos musulmanes, en particular. Esta violencia de la que somos víctimas no tiene nada que ver con la religión musulmana. Es una violencia de los fanáticos islamistas». ABC, Una menor musulmana queda en coma en Francia tras recibir una paliza de tres estudiantes por «vestir de europea». + PDF.
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Jose says
No creemos en dios pero esta tierra es nuestra porque dios lo quiso así. Decían unos israelíes en la actual guerra de Gaza. La actual violencia en las ciudades europeas americanas occidentales donde las leyes de la convivencia apenas tienen cien años en donde la lucha de razas el racismo sobre todo economico no ha desaparecido y puede que vaya en aumento. Nos encontramos una nueva violencia entre los propios miembros de la mismo grupo cultural religioso. Qué ocurre. La complejidad es tal que nadie se acaba de poner de acuerdo. Grupos sin identidad tienen que convivir en la mayoría de las ciudades esto les hace buscar viejas identidades para una ayuda mutua necesaria entre ellos para defenderse de los otros. Esto hace que aquellos del grupo que se acerquen adopten los valores de los otros grupos son vistos como herejes vendidos . Puede que acabemos todos como ese nuevo nacionalismo americano de una guerra continua que cada vez pueda adquirir más intensidad. Las guerras actuales lo mismo que los valores se extienden por todas partes la censura apenas funciona y el control de la violencia tampoco. Cada grupo se crea su propia violencia y su propia censura preparándose para no se sabe qué. Solo las diferentes tecnologías son comunes a todos los grupos el uso que se puede hacer de ellas está por ver. Se convive por decirlo de alguna manera con relatos antiguos en unas sociedades que no hablan de clases sociales ni castas ni religiones ni culturas …y lo común no acaba de aparecer y las instituciones donde se encerraban y se adiestraba no acaban de funcionar el ejército la escuela la iglesia…y queda en manos de los grupos en ciudades de individuos aislados donde hay de todo y se sabe de todo a través de los medios que están al alcance de todos en unas relaciones virtuales a través de aparatos que apenas tienen cien años. Las crias abandonadas no controlan los rituales del uso de la violencia respecto a uno mismo y respecto a los otros. Estás jaurías humanas pueden acabar con todo tipo de convivencia en las nuevas ciudades de la miseria.
Un artículo muy interesante. Es de agradecer por tu parte hablar de situaciones que acababan debajo del alfombra como tantas otras.
JP Quiñonero says
José.
Gracias, José, Gracias…
Bueno… el vagabundeo callejero también tiene este tipo de ventajas: te ayuda a mirar e intentar ver lo que ocurre más allá de los barrios bien donde vivimos la gente bien, claro… y lo que se ve, en los suburbios, es mucha pobreza, miseria, complicada con las complicaciones culturales, religiosas, étnicas… que los periódicos tampoco desean ver, ay,
Q.-