New York Times, 6 / 7 junio 2024. Foto Laetitia Vancon.
Como preámbulo a la gran ceremonia colectiva, en la que participaron veintisiete jefes de Estado y gobierno, los reyes de Inglaterra, Bélgica, Holanda y Noruega, en la playa de Omaha, «La ensangrentada», Joe Biden, presidente de los EE. UU., dio a las celebraciones del 80 aniversario del Día D, el Desembarco aliado en Normandía, su sentido más profundo y definitivo, declarando: «La libertad es más fuerte que la tiranía, nunca abandonemos a Ucrania».
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Ante un auditorio, al aire libre, de la más alta representación diplomática e institucional de las democracias occidentales, con la ausencia tradicional de España, pero con la presencia del canciller de Alemania, Olaf Scholz, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, y el presidente de Italia, Sergio Mattarella, un coro de estudiantes franceses interpretó el «Canto de los partisanos», himno de la Resistencia, mientras el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, abrazaba y era abrazado con efusión por muchos de los doscientos veteranos del Día D.
Esas dos imágenes, Biden afirmando la lucha contra la tiranía, y Zelenski unido física y moralmente con los héroes del Desembarco, ilustraban el nuevo rumbo de las conmemoraciones de la liberación de Europa.
Cómo prólogo a la gran sesión plenaria de las celebraciones, Biden había pronunciado, horas antes, el discurso más grave e importante de la conmemoración, en Colleville-sur-Mer, al final de la celebración de un acto franco-americano.
Sin citar nunca por su nombre a Vladimir Putin, Biden hizo un vibrante elogio de la lucha de los pueblos libres contra las tiranías: «Nunca abandonaremos a Ucrania, que ha sido invadida por un tirano. Los ucranianos sufren pérdidas enormes, pero no se rinden, nunca. Nosotros no podemos ceder ante los dictadores. Es inimaginable. Si lo hiciésemos estaríamos olvidando lo que ocurrió en estas playas hace ochenta años».
Ante un público muy numeroso de antiguos soldados, diplomáticos y políticos norteamericanos y europeos, Biden insistió en los grandes principios de la diplomacia y la acción de los aliados trasatlánticos: «El aislacionismo no era una respuesta, hace ochenta años. Tampoco es una respuesta, hoy».
El presidente norteamericano no dudó en recordar e insistir en el paralelismo entre Hitler, Putin y otros dictadores de nuestro tiempo: «Hitler era de aquellos que piensan que la democracia es débil y que el futuro es de las dictaduras. Aquí, en las playas de Normandía, se decidió la batalla entre la libertad y la tiranía. En esas estamos, siempre. En nombre del pueblo americano debo agradecer la solidaridad de nuestros pueblos. Muchos de los 160.000 soldados que participaron en el Desembarco no pudieron regresar a sus hogares. Probamos que la libertad es más fuerte que la tiranía. Probamos que los ideales democráticos son más fuertes que la combinación de las armas y la tiranía. Probamos y volvemos a probar la unidad sin falla de los aliados. Nunca abandonaremos a Ucrania».
Su majestad Carlos III, Rey de Inglaterra, había insistido, una hora antes, en la dimensión estrictamente europea, trágica y continental del desembarco aliado: «En las playas de Normandía, por tierra, mar y aire, nuestras fuerzas armadas cumplieron con su deber, con determinación y las heroicas cualidades de aquella generación. Siempre estaremos en deuda con ellos. No olvidaremos nunca a aquellos que no volvieron nunca a sus hogares».
Emmanuel Macron, presidente de Francia, hizo de «puente» entre los miembros de la comunidad trasatlántica, con una atención particular para los veteranos de varios continentes que participaron en el Desembarco.
«Sois nuestros héroes, el rostro vivo de vuestro heroísmo y el rostro de nuevos muertos», declaró Macron, agregando: «Apenas teníais veinte años. Menos, en muchos casos. Teníais familia, amigos, esposa, sueños, proyecto, un futuro. Lo abandonásteis todo para asegurar nuestra independencia y nuestra libertad. Estamos en deuda eterna. Gracias».
El presidente francés, como el presidente de los EE. UU., insistió en el paralelismo de fondo del pasado, el presente y el futuro de Europa: «Ante la guerra que volvió a estallar, hace dos años, en nuestro continente, en Ucrania, debemos hacer frente, hoy, como ayer, al mismo desafío que afrontaron nuestro antepasados. Ellos lucharon contra quienes pretendían cambiar las fronteras de Europa y reescribir la historia. Nosotros debemos ser dignos de ese pasado. La presencia del presidente de Ucrania nos recuerda en este mismo instante. Debemos agradecer su bravura al pueblo ucraniano. Nosotros estaremos a su lado, sin fallar. Cuando nos acechan la amnesia que desea endurecer nuestras memorias, debemos preservar intacto el ejemplo y la memoria de nuestros antepasados. Ese es el sentido de nuestra presencia, juntos, unidos, en esta playa».
Estableciendo ese paralelismo, entre la Europa amenazada por Hitler y la Europa amenazada por Putin, Macron daba un nuevo rumbo histórico a las ceremonia de conmemoración del Día D.
El general de Gaulle nunca deseó celebrar esa fecha: no había participado en la gestión militar del Desembarco. Sus primeros sucesores, Pompidou y Giscard, siguieron ese comportamiento.
Fue François Mitterrand, en 1984, quién decidió convertir la conmemoración del Día D en una gran celebración internacional, cosmopolita. En aquella ocasión, Francia no invitó a Alemania, provocando una cierta crisis entre París y Berlín. El canciller Helmult Kohl hizo llegar una protesta. En España, Felipe Gonzalez envió un mensaje personal de solidaridad a Margaret Thatcher, pero tampoco fue invitado. Por el contrario, semanas más tarde, Mitterrand invitó a España a participar en el desfile militar del 14 de julio, haciendo un elogio de un proyecto de defensa europea, con participación española.
En 1994, 2004 y 2014, con motivo de otras conmemoraciones, los cancilleres de Alemania, Kohl, Schroeder y Angela Merkel, participaron activamente en los actos de diplomacia multilateral, en Normandía. España, por contrario, siguió fuera de juego. José María Aznar, llegaría a escribir, para justificar su foto con George Bush, en las Azores, prólogo a la guerra de Irak: «España estuvo en las Azores porque no pudo participar en el desembarco de Normandía, que es donde debíamos haber estado». Zapatero, con Chirac, Rajoy con Hollande, tampoco llegaron a poner fin al aislamiento relativo lamentado por Aznar. Pedro Sánchez, con Macron, ha dejado propagarse diferencias de fondo con la comunidad trasatlántica, solidaria con Israel, con muchos matices, que tampoco han permitido zanjar completamente viejas incomprensiones. ABC, Los aliados invocan la unidad del pasado contra los tiranos de hoy + PDF.
Ucrania, Trump, España y el Desembarco, en Normandía.
Lo escrito hace diez años, diez años, ya, sigue siendo bien actual:
España y el Desembarco aliado, en Normandía.
Quizá hoy sea más dramático, por estas razones:
Le Monde, Les Européens s’inquiètent d’un retour de Donald Trump à la Maison Blanche.
Riesgo que viene de lejos:
Trump y el ocaso de Europa, en Normandía.
De ahí mi melancolía, esperando el incumplimiento de la profecía:
Biden: “La libertad es más fuerte que la tiranía, nunca abandonaremos a Ucrania”.
Trump hace realidad el sueño de Stalin contra Europa.
Obama y el ocaso de Europa, en Normandía.
De Normandía a Ucrania, el fantasma de la paz, garrote en mano.
Jose says
El tiranicidio está en todas partes como nos lo recordaba el padre Mariana jesuita…bueno algunos se libran porque gobiernan para el bien común y aún así tampoco están seguros. Los pueblos van detrás de sus líderes o con su cabeza. Nadie está seguro en política. El poder tiene sus ventajas pero también sus peligros. Si estamos condenados a ser libres es normal que nos defendamos cuando alguien nos quiere imponer su libertad. La supervivencia es eso una revolución permanente a ver quién se acerca más al sol. Pero este es un momento en el que los Icaro no se unirían unas alas con cera para volar más alto que aquellos que les asesoran o compiten a no ser que hubiesen perdido la razón. Al final enviarían un dron al sol y esperarían a ver cual caía primero al mar. Pronto habrá unos juegos que competirán las naciones con sus diferentes juguetes para ver cuales son los mejores . Estarán los representantes acompañados como espectadores y diseñadores de los juguetes que compiten y puede que en los próximos juegos estén como analfabetos espectadores de los juguetes fabricados por otros juguetes. El sujeto humano como Prometeo y Epimeteo con sus bienes y males para los hombres se habrán diluido como un azucarillo en una taza de café quedándose sin identidad y está vez habrán salido todos los males de la caja de Pandora junto con los juguetes vivos y los hombres dejarán de ser dioses y serán mortales. Dioses hombres y juguetes en el fin de la historia.
JP Quiñonero says
José,
Fin, fin… temo que la historia sigue su curso, ensangrentado, en Ucrania, en Gaza, en, en, en …
Hay pueblos que luchan por su libertad, hay pueblos sonámbulos que viven la historia que otros escriben … Spain temo que se encuentre entre los pueblos sonámbulos …
Q.-