
INA | Françoise Hardy, le best of.
Francia despide con melancolía a Françoise Hardy (París, 1944 – 2024), fallecida la noche del martes, víctima del cáncer, tras una larga carrera como cantante, autora y actriz, muy marcada por el movimiento «pop» y sus infortunios familiares y sentimentales con los hombres que amó y la traicionaron sistemáticamente.
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Hardy nació en una clínica parisina, al final de la «rue» des Martyrs, en la «frontera» con Pigalle, muy próxima al teatro donde por entonces trabajaba la madre del novelista Patrick Modiano. Detalle que estuvo en el origen de una profunda amistad.
El padre de Hardy, Étienne Dillard, abandonó a su madre, Madeleine Hardy, embarazada y sin recursos propios. Circunstancia que marcó profundamente a la niña y adolescente, sensible y víctima del comportamiento de un padre que tardaba en pagar el alquiler del modestísimo apartamento de la madre y el colegio de jesuitas donde la futura cantante comenzó a educarse piadosamente.
En aquella Francia de los últimos años 50 y primeros 60 del siglo pasado triunfaba de manera apoteósica la gran canción tradicional, que encarnaban grandísimos maestros, Georges Brassens, Leo Ferré, Jacques Brel. Françoise Hardy fue insensible a esa herencia inmediata. Descubrió la música popular cuando su madre pudo comprarse un aparato de radio y comenzó a escuchar en RTL (primera cadena franco-luxemburguesa) la nueva canción pop norteamericana. Esa fue la matriz de una generación de cantantes que cambiaron el rumbo de la música popular francesa: Hardy, Johnny Hallyday, Sylvie Vartan, Jacques Dutronc, Eddy Michel, Richard Anthony y el grupo «Les Chaussettes Noires», entre otros. Ellos cantaban e interpretan un rock francés muy alejado del rock duro americano, con muchas vertientes líricas propias.
En ese marco, la primera canción célebre de Hardy, «Tous les garçons et les filles» (1962), es una síntesis entre la canción francesa, tradicional y conservadora (Tino Rossi, Louis Mariano, Charles Trenet) y el primer rock de Elvys Presley, entre otras fuentes. Tradiciones que la cantante adaptaría a su sensibilidad íntima, muy marcada por los desastres familiares del pasado inmediato (como en el caso de Patrick Modiano) y los desastres íntimos que vendrían.
Durante los dos tres años que siguieron, el gran fotógrafo de su generación, Jean-Marie Perier, la convirtió en una figura emblemática, fotografiándola para Paris Match y para Vogue. La complicidad fotográfica se transformó pronto en complicidad sentimental, para desdicha de la cantante. Ella era de origen humilde y púdica. Él era un fotógrafo celebre, y muy mujeriego.
El éxito fulgurante de «Tous les garçons et les filles» lanzó la carrera musical y la impuso como modelo para los grandes modistos de la época, Yves-Saint-Laurent, Courreges, Paco Rabanne, que imaginó para ella un legendario «vestido» (¿?) todo en metal. El triunfo internacional tuvo un costo sentimental duro: la cantante sufría de las separaciones físicas.
François Hardy conoció a su futuro esposo, Jacques Dutroc, en Córcega, que había descubierto en brazos de Jean-Marie Perier, autor de la «foto del siglo», la imagen de 40 cantantes pop franceses, poco antes del estallido de la gran crisis de Mayo de 1968. Conservadores y bien pensantes, muy alejados de las tentaciones subversivas de los estudiantes de su generación, la pareja Hardy-Dutroc huyó a Córcega, pero ella, madre, muy pronto, de un futuro gran guitarrista de jazz, Thomas Dutronc, volvió a sufrir de las reiteradas tradiciones del padre del niño.
Jacques Dutronc terminaría instalándose en Córcega con una maquilladores que le hacía «tilín». Ella se instaló para siempre en París, donde hizo otro descubrimiento capital en su vida intelectual: la astrología.
Separada, con una vida sentimental atormentada y solitaria, con algunos deslices sin futuro, Françoise Hardy continuó escribiendo, cantando, interpretando, solicitada por directores de publicad (Vogue) y directores de cine (Jean-Luc Godard). Siguieron, en total, una veintena muy larga de discos. Entre «Tous les garçons et les filles» (1962) y «Personne d’autre» (2018), su última grabación, veintiocho discos componen un legado que incluye obras en inglés y alemán, siempre marcadas por una solitaria melancolía que fue su más personal forma de seducción.
Instalada en el podio de icono de una época difunta, los felices años del pop francés, Françoise Hardy, terminó escribiendo libros, contando sus amarguras con mucho detalles, sin dudar en hablar de política y astrología con sensibilidad propia.
Como astróloga, en una revista especializada, impartió consejos durante varios años. Muy comprometida con la vida cívica francesa, no dudó en defender a Nicolas Sarkozy y Emmanuel Macron en momentos difíciles, cuando su vida entró definitivamente en el tobogán dramático del cáncer.
Hardy contó emocionada el fin de su madre, pidiendo la eutanasia a su médico de cabecera. Siguiendo ese ejemplo, la cantante militaba desde hace años por la introducción del «derecho a morir», en Francia, y pidió a Emmanuel Macron una «legislación de urgencia», legalizando la eutanasia, «para poner fin a un tormento infinito y sin solución». El presidente francés fue sensible a la petición de la cantante. El proceso de legalización de la eutanasia, reclamado por la cantante, estaba en vías de aprobación parlamentaria cuando el jefe del Estado decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas, el 30 de junio y el 7 de julio próximos. ABC… Muere a los 80 años Françoise Hardy, icono de la música francesa.
Quiño,
Entristece ver que nos van dejando muchos de los artistas que nos acompañaron y admiramos en nuestra juventud…
Todo es tan pasajero… Que descanse en paz. No sabía de su soledad ni de su biografía…
En fin, me gustaría que «Tous les garçons et les filles …» conocieran el amor para que no se vayan de este mundo con el alma en pena…
Gracias y palanteeeeee…………!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Fina,
Si… su vida fue muy melancólica, nada afortunada en amores, ay…
Descanse en paz,
Q.-
Se quedó en la imaginación de nosotros. Aunque azacaneada, resultó fértil su vida, las semillas brotaron y crecieron, dejó amplia huella. Siempre que la recuerdo lo hago acompañándola de Johnny Holliday, no sé a que lo debo; tampoco se me escapa su marido, Jacques Dutronc, siempre lo veo reflejado en «Lo importante es amar», película que coprotagoniza junto a Romy Schneider (trágicamente fallecida, aún en floreciente edad) y Fabio Testi (continúa vivo y enhiesto, parece deslizarse bien por las últimas vueltas del camino); hice de aquella cinta un breviario amoroso concentrado, engarzaba la trova con el sexo, oí allí el estruendo de la atropellada seducción, era una mezcla de las Cortes de Amor en la Tolosa de Occitania con un imperio brutal de los sentidos, atropello y vigor, danza del celo al mismo tiempo. Adorable Francoise: tu entrega a que autoricen la eutanasia, concedan la opción del suicidio asistido a quien lo pida, te hace bendita de laico santoral; a lo mejor surgen de él milagros, rompen las leyes físicas cuando piensen en ti los afligidos.
Ricardo,
Bella escritura, as usual, al servicio, en este caso, de generosos recuerdos y homenaje…. mis respetos,
Q.-
Don Ricardo Lanza,
Ya se lo he dicho en otras ocasiones, enamora y seduce Ud. con su extraordinario LOGOS.
Pienso que si François Hardy pudiese leer este homenaje, le quedaría muy agradecida y desaparecería su melancolía.