Profesor de latín disfrazado de César / Macron. Boulevard Voltaire, 1 mayo 2023. Foto JPQ.
Según varios sondeos concordantes, el 74 % de los franceses tienen mala o muy mala opinión de Emmanuel Macron, considerándolo culpable del caos político que, según la patronal más poderosa y los analistas más reputados, hace entrar a Francia en la «era» de los populismos de izquierda y derecha, temiendo un desastre histórico.
[ .. ]
Esa caída excepcional en la estima popular, rayana en el «odio», a la izquierda y las derechas moderadas, es comentada por Nicolas Sarkozy, ex presidente conservador, con esta sentencia: «La disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones anticipadas es un riesgo mayor para el futuro de Francia».
Riesgo mayor también temido por La Asociación francesa de las empresas privadas (AFEP), de la que forman parte los grupos más importantes de Francia, como Air-France, Airbus, Engie, L’Oréal, Shell, LVMH y Michelin, entre otros, que han decidido lanzar una alerta grave sobre el futuro económico nacional, denunciando los riesgos de una «catástrofe económica».
En campaña, los ministros y candidatos del partido de Macron deben soportar reacciones de cólera sorda y agria.
Pidiendo el voto en Perreux-sur-Marne, al este de París, Gabriel Attal, primer ministro, ha sido interpelado por un elector moderado de este modo: «Usted fue buen ministro de educación, me gusta como jefe de gobierno… pero su presidente, Macron, ¡no puedo verlo! ¡Hay que pedir al presidente que se calle, nos ha metido en un atolladero muy malo para Francia, para todo el mundo! Hay que pedirle a Macron que cierre su boca de bocazas…».
Entre los diputados de centro, centro izquierda y centro derecha, del grupo parlamentario macroniano, mayoritario, hoy, pero sin mayoría absoluta, lo que predomina es el miedo y un rencor sordo. «Nos ha abandonado de mala manera. Hemos defendido sus colores. Y él nos condena a un desierto poblado de alimañas», comenta un diputado que prefiere no ser citado por su nombre.
En términos políticos, ese caos y tierra de nadie poblada de alimañas, se traduce en una incertidumbre completa e inquietante.
Jérôme Fourquet, sociólogo y autor de varios ensayos de referencia, director de IPSOS (Institut français d’opinion publique), resume la situación política de Francia de este modo: «Nos dirigimos hacia una Asamblea Nacional totalmente ingobernable».
Todos los analistas, todas las cadenas de radio y tv, todos los medios, elitistas o minoritarios, en papel o las redes sociales, barajan dos escenarios: 1. Agrupación nacional (extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, consigue la mayoría absoluta. Es el escenario mayoritario y más optimista. 2. Ni AN ni el Nuevo Frente Popular (NFP, alianza de izquierdas, dominada por La Francia Insumisa, extrema izquierda) consiguen la mayoría absoluta. El escenario de una nación «ingobernable».
En ambos casos, el partido de Macron y sus amigos serían muy minoritarios. En todas las hipótesis, Francia se dirige hacia una suerte de caos político imprevisible que puede prolongarse de manera indefinida.
La gran estrella ascendente de la política nacional, Jordan Bardella, líder de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, posible ministro de cohabitación forzosa con el presidente, si se confirman todos los sondeos, ha comenzado por poner una primera y grave condición: «O tengo mayoría absoluta, o no seré un lacayo al servicio del presidente».
Se trata de una «advertencia» al jefe del Estado y de un argumento electoral de fondo. Bardella pide un voto masivo para su partido, para poder «gobernar con libertad y eficacia».
«Libertad y eficacia» de un joven de 28 años, sin estudios, sin haber trabajado nunca, sin certificado de ningún tipo, pero con mucho éxito entre las mujeres, para imponer sus criterios de gobierno de la tercera o cuarta potencia atómica mundial, y a un presidente que ha sido economista en jefe en la Banca Rothschild y ministro de Economía, antes de participar, desde hace siete años, en todas las reuniones del G7, que reúne a los presidentes de las siete grandes potencias occidentales.
«Libertad y eficacia» para desmantelar varios de los activos principales de la presidencia Macron: la jubilación a los 64 años, la reforma de la seguridad y las pensiones, el IVA de los productos energéticos. Desmantelamiento que forma parte del programa económico de AN y del NFP.
A once días de la primera vuelta de las elecciones anticipadas, ese «paralelismo» y similitud profunda entre los programas económicos del partido de Le Pen y la coalición de izquierdas ha sido denunciado como un «riesgo de catástrofe nacional» por la gran patronal y por los historiadores más moderados y responsables.
Dominique Reiné, director general de FONDAPOL (Fondation pour l’innovation politique), comenta el futuro político inmediato de este modo: «Macron ha precipitado el riesgo de hacer posible una Asamblea Nacional ingobernable. Por otra parte, si nuestros acreedores no ven claro el futuro político corremos los riesgos graves de un país muy endeudado, por Macron, precisamente».
Nicolas Baverez, ensayista e historiador reputado, discípulo y biógrafo de Raymond Aron, el patriarca del pensamiento liberal francés, afirma que las elecciones europeas y la ascensión del partido de Le Pen, marcan la «tardía» entrada francesa en la era de los populismos, por estas razones: «Francia se salvó de la ola populista del decenio que comenzó el 2010 por la solidez de sus instituciones y la disciplina republicana, compartida por la izquierda y la derecha. Macron ha destruido los cimientos de esos muros y ha preparado metódicamente la llegada de Le Pen al poder».
Baverez explica la «preparación» de la llegada del populismo lepenista al poder de este modo: «El presidente amplió el retraso económico, llevando al límite la falta de crecimiento pagado con deuda y déficits públicos. Amplió el sentimiento de desposesión y hundimiento de las clases medias, perdiendo el control de las cuentas de la nación, perdiendo el control del orden público y la inmigración. Macron también ha tomado riesgos diplomáticos graves, desmesurados, sin tener los medios militares para garantizarlos».
A juicio de Nicolas Baverez, la incapacidad macroniana para hacer respetar el orden y un cierto rigor en las cuentas públicas ha minado la credibilidad de los partidos tradicionales «abriendo las puertas» a los populismos de izquierda, derecha, extrema izquierda y derecha, que hoy son las fuerzas mayoritarias en todos los sondeos de opinión.
A once días de la primera vuelta de las elecciones anticipadas, a dos vueltas, el 30 de junio y el 7 de julio, ese clima ansiógeno, tenso, angustioso, caótico, también está influyendo indirectamente en la salud mental de los franceses.
Según las asociaciones de psiquiatras y psicólogos, muchos profesiones han detectado un incremento significativo de pacientes que piden medicamentos para «combatir el stress, el insomnio la angustia y la incertidumbre». Elsa * (58 años), declara a Le Parisien: «Desde la noche de la disolución duermo mal. Tengo urticaria. He vuelto a tener tensiones en el trabajo. Me canso con rapidez. Me siento angustiada. ¿Qué será de mis hijos si se cumple todo lo que tememos una gran mayoría». ABC, La mayoría de los franceses consideran que Macron es el principal problema del país + PDF.
Francia en crisis … entre Macron, Le Pen y el NFP, la gran patronal teme una catástrofe económica.
Le Pen y el Nuevo Frente Popular tienen programas económicos muy parecidos.
Educados en la Francia que coquetea con las extremas derechas y los populismos.
Deja una respuesta