Place de la République, 3 julio 2024. Foto JPQ.
A cuatro días cortos de un voto histórico que puede cambiar el rumbo político nacional, e influir profundamente en el futuro del euro, la UE y la Alianza Atlántica, Francia se encuentra en un estado de angustia social, cultural y política muy profunda.
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En el Elíseo, más aislado y solo que nunca, Emmanuel Macron lanzó un llamamiento a no votar en la segunda vuelta a favor de La Francia Insumisa (extrema izquierda). Llamamiento sencillamente inútil. Entre sus amigos los hay que piensan lo contrario, o lo mismo, o han dejado de escuchar al presidente.
En París, en la emblemática Place de la République, uno de los lugares más simbólicos de la historia política francesa, se sucedieron la tarde noche del miércoles una docena de políticos de tonelaje medio, de derechas, de izquierdas y de extrema izquierda, animando una manifestación pidiendo todos votar contra Le Pen en la segunda vuelta. Petición etérea: los participante defienden políticas antagónicas.
En la manifestación de la Place de la République, varios millares de jóvenes de muy diversa condición étnica, sexual, social y cultural, se divertían lanzado gritos de este tipo: «¡La extrema derecha no pasará!». «Los fascistas son unos cabrones!». «¡Fóllate a un facha!». Etcétera. La plaza ofrecía una espectáculo moderadamente apocalíptico, con los escaparates de las tiendas tapados con tablones de hierro y madera. Y millares de pintadas de este tipo: «¡Muerte a los fachas!». «¡Liberad Palestina del río al mar». «¡Macron es un cabronazo cómplice de la extrema derecha!».
Un francés de clase media que hubiese contemplado el espectáculo pudo encontrar muchas razones para votar a Marine Le Pen. Mientras tanto…
Servicios y empresas públicas, funcionarios del Estado en todos los ministerios, diplomáticos, grandes grupos empresariales privados, comienzan a tomar posiciones para ocupar o «repartirse» posiciones de poder si se consuma el posible e histórico triunfo de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen.
El «Estado profundo» ha comenzado a maniobrar automáticamente. «Estado profundo»: del inglés «deep state», también conocido como Estado dentro del Estado o cloacas del Estado, las redes de poder e influencia que compiten con el Estado en el control de la sociedad y los negocios públicos.
A cuatro días de la segunda y definitiva vuelta, Gérald Darmanin, ministro del Interior saliente, candidato a la elección como diputado conservador, ha enviado una circular de doce páginas a todos los prefectos y directores generales de la policía y la Gendarmería, «advirtiéndoles» de los «riesgos de violencia», antes y después de la noche del domingo.
Días antes, Darmanin tomó una decisión muy política: disolución del GUD (Groupe union défense), un grupúsculo de ultra derecha que ha reivindicado muchas acciones violentas durante los últimos treinta años. Muchos militantes de AN, el partido de Marine Le Pen, formaron parte del GUD en su juventud. Decidiendo la disolución del GUD envía un mensaje a su eventual sucesor: «¿Serás capaz de rechazar la disolución y volver a autorizar al GUD?».
En el terreno diplomático, un viejo amigo personal, antiguo miembro del servicio de prensa de la embajada de Francia en Washington, me comenta «a título privado»: «Qué quieres… el diplomático, por principio, está al servicio del poder, presto a cumplir la doctrina y directivas de su gobierno. En Francia, el presidente tiene mucho poder simbólico en el terreno de la diplomacia. Pero será Bardella quien controle los sueldos… con lo cual, en el Quai d’Orsay reina un ambiente de «transición» al servicio de Le Pen».
Entre los grandes proyectos gubernamentales de la pareja Le Pen / Bardella destaca la posible privatización de «France Medias», el servicio público audiovisual, del que forman parte varias cadenas de radio y tv, France Télévisions, Radio France, France Médias Monde, RFI, France 24 y el INA. En la actualidad, la tercera cadena de radio (Europe 1) y la tercera cadena de tv de información permanente, CNews, están controladas por empresarios próximos a Le Pen. Esos mismos empresarios esperan con ansiedad la privatización de cadenas de radio y tv públicas, dispuestos a comprarlas a buen precio…
El sector público francés incluye a un centenar muy largo de grandes empresas en sectores estratégicos, de la energía a la aeronáutica, de los aeropuertos a los juegos y loterías, pasando por los transportes… Se trata de sectores poco políticos, pero potencialmente muy conflictivos, con inversores europeos o con los sindicatos.
Históricamente, los sindicatos de transportes, ferrocarriles o autobuses, suelen estar enfrentados por el poder de turno. En este caso, los sindicatos han hecho campaña contra el partido de Le Pen, anunciándose una cohabitación evidentemente conflictiva.
Otro sector inflamable es el de la cultura, las culturas…
Cada verano se celebran en Francia más de un centenar de festivales. El de Avignon, es uno de los más famosos e internacionales. Antes del triunfo anunciado para el partido de Le Pen, los directores y compañías que participan en el festival de Avignon, de este año, han entrado en campaña contra Le Pen: corren el riesgo de perder unas subvenciones indispensables.
En Francia hay festivales para todos los gustos, vanguardistas e izquierdistas y populares y conservadores. Ninguno de ellos viviría de las subvenciones del ministerio de Cultura. A saber cómo se reparten esos fondos públicos.
En París y las grandes capitales de provincias, la Ópera, las salas de conciertos y teatros viven todos de las subvenciones del Estado. Hoy como ayer, tendrán que adaptarse a los «gustos» y «sensibilidad» del poder político.
En el caso del libro y el cine, el negocios y la industria son muy dependientes del socorro y subvenciones permanentes. Solo una minoría de escritores, directores de cine y teatro han tomado posición radical contra Le Pen. Señas quizá significativas: nadie desea «comprometerse» con declaraciones que podrían hipotecar el futuro de proyectos que solo podrán realizarse gracias a la financiación del Estado. ABC, Francia entra en estado de angustia social, política y cultural + PDF.
Jose says
Del estado racional con unos funcionarios que con sus leyes conducirían a sus ciudadanos a la libertad. Es decir al fin de la historia. Incluso sus seguidores de izquierda y derecha unos del fin del estado otros del estado fuerte. Además de la libertad también aspiraban a la justicia y a la igualdad. Incluso como diría Stuart Mill a una sociedad que nos permitiría vivir como cerdos satisfechos aunque quizá algunos prefiriesen vivir como Sócrates insatisfechos. Todos estos proyectos utópicos y algunos llevados a cabo han acabado en las cloacas del estado. El estado chirría y hace aguas no rompe aguas para traer algo diferente. Convertido en cloaca solo las ratas y todo tipo de reptiles sobreviven en tan asqueroso medio. Los millones de individuos solo se mueven por el egoísmo y la necesidad de acumular dinero saltándose leyes y lo que haga falta para comprar y vender donde todo está monetizado. Lo que debería ser el paraíso en la tierra se convierte en el infierno de siempre de todos contra todos con los kalashnikof repartidores de plomo para poder conseguir el oro. Oro que los estómagos refinados no pueden digerir. Los nuevos midas no quieren la armonía del mercado y menos en las cloacas. La mierda muy natural en todos los seres vivos vuelve a llenar las calles. De cerdos satisfechos que llenaban las calles de las ciudades del estado ahora convertido en cloacas urbanas donde solo se ven ratas satisfechas. Hasta los gatos las temen. La economía del egoísmo solo nos podía conducir donde estamos. Esperemos que algunos Sócrates insatisfechos logren salvar algo con una nueva convivencia no basada en el egoísmo y sus vicios correspondientes.
JP Quiñonero says
José,
Bueno … de tanto en tanto también te cruzas a gente honrada y potable, incluso con egoismos sanotes y tal… el vicio del copazo con algo rico, pués qué quieres que te diga…
Q.-