El blindado «Guernica» de la Nueve inicia su descenso por los Campos Elíseos, el 26 de agosto de 1944. Foto LIDO/SIPA.
Hoy y mañana se celebra el 80 aniversario de la liberación de París. «Solidaridad obrera» fue el primer periódico que rindió homenaje a los españoles que fueron los primeros en llegar a la alcaldía de la capital.
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Solidaridad Obrera, 24 septiembre 1944.
Acontecimiento muchas veces manipulado y escrito a conveniencia del oportunismo de turno.
Creo ser el primer periodista que recordó esa historia, décadas más tarde…
[Domingo, 25 de julio de 2004] Con sesenta años de retraso, Francia rinde al fin un homenaje oficial a los anarquistas, socialistas revolucionarios y republicanos españoles que fueron los primeros en entrar en el París ocupado y lanzar el llamamiento a la sublevación popular contra el invasor nazi. “Guadalajara”, “Brunete”, “Ebro”, “Santander”, “Belchite”, “Jarama”, “Teruel”, “Guernica”, “Madrid”, “España cañí”, “Don Quijote”, eran los nombres de los primeros blindados que celebraron la liberación en los Campos Elíseos.
UNA HISTORIA LEGENDARIA
Se trata de una de las páginas más memorables, desconocidas y manipuladas de la historia de la liberación de Francia y su capital. Porque los primeros protagonistas de esa batalla eran anarcosindicalistas de la CNT, anarquistas de la FAI, trostkistas del POUM, catalanistas independientes, socialistas de la UGT, antiguos miembros de la Columna Durruti. A muchos de ellos, el Frente Popular los había encerrado en campos de concentración, de donde fueron liberados para convertirse en mano de obra barata, antes de entrar en resistencia contra el ejercito nazi, cuando el PCF cumplía las consignas de Moscú y celebraba las trágicas consecuencias del Pacto germano-soviético, que selló la alianza de nazis y comunistas entre 1939 y 1940.
Liberados o huidos de los campos de Saint-Ciprien o Argelés, muchos de los refugiados españoles se enrolaron inmediatamente en la Resistencia, en los maquis de la Ariège, Glières o Vercors. Otros fueron enrolados voluntaria o involuntariamente en la Legión extranjera. El gobierno de Vichy, colaborador con el III Reich, deportó a Argelia a muchos de ellos. Cuando el general de Gaulle, tras su llamamiento de 1940, comenzó a organizar un incipiente ejército clandestino, las Fuerzas Francesas del Interior (FFI), columna vertebral de la Resistencia, los refugiados españoles estaban en primera línea, en el maquis y en la histórica jornada del Desembarco aliado del 6 de julio de 1944.
Eisenhower y De Gaulle reconocieron la identidad española de los refugiados reconvertidos en soldados no del todo regulares. Y la gran mayoría de ellos fueron reagrupados en la II División Blindada, de la que estaba al mando el general Leclerc, a las órdenes superiores de Patton (III ejército) y Hodges (I ejército). Con el fin de dar a las tropas de la II división la mayor eficacia operativa, se creó una unidad especial, la Novena compañía, la Nueve, en el argot de la leyenda, donde la lengua oficiosa si no oficial y las órdenes se cursaban en español.
ESPAÑA CAÑÍ
Al frente de la Novena estuvo el famoso capitán Dronne, quien rindió un cálido homenaje a los españoles de la Nueve, en sus Memorias: “Eran hombre muy valientes. Difíciles de mandar, orgullosos, temerarios. Con una experiencia inmediata de la guerra. Muchos de ellos atravesaban una crisis moral grave, como consecuencia de la guerra civil española”. Dronne conocía la historia íntima de muchos de ellos y sus familias: rescatados de los campos de concentración, perseguidos cuando no liquidados por los adversarios de su propio bando republicano, desterrados y sin embargo en primera línea de combate contra el invasor nazi.
El 20 de agosto de 1944, De Gaulle celebra una reunión de trabajo con Eisenhower, en Normandía: “Leclerc y su Segunda división estarán al frente de la liberación de París”. Eisenhower asiente, pero, dos días más tarde, todavía teme que la resistencia alemana, en París, precipite una tragedia. En primera línea, Leclerc se inquieta. El XV cuerpo de ejército norteamericano ha atravesado el Sena, todavía lejos de París. En sus Memorias, el capitán francés de la Novena compañìa cuenta la decisión final de Leclerc: “No hay que obedecer órdenes idiotas. Dronne, tome a sus nombres de la Novena y entre en París. Diga a los parisinos que toda nuestra división estará con ellos, mañana”.
Cubierto por De Gaulle, desobedeciendo parcialmente a Eisenhower, es Leclerc quien decide entrar el primero en París, precedido por las tropas de elite españolas de su Novena compañìa. Los tanques blindados “Sherman” norteamericanos eran un arma “demasiado pesada” para protagonizar una operación de comando como la encomendada al capitán Dronne. Los españoles de la Nueve que entraron los primeros en París solo estaban equipados con once half-tracks (auto orugas blindados, de gran movilidad) que se llamaban “Guadalajara”, “Brunete”, “Ebro”, “Santander”, “Belchite”, “Jarama”, “Teruel”, “Guernica”, “Madrid”, “España cañí”, “Don Quijote”. Solo un “Sherman” con tripulación francesa participó en el avance final.
Se trataba de una operación altamente sensible, simbólicamente excepcional: lanzar la liberación de París, cuando el comandante en jefe de las tropas aliadas, el general Eisenhower, todavía temía el riesgo incendiario de una eventual resistencia alemana, en una ciudad donde comenzaban a proliferar las barricadas.
“¡A LAS BARRICADAS..!”
El capitán Dronne ha contado la limpieza heroica con la que se consumó esa operación; Auxiliada en cada etapa por los hombres de las FFI, la Novena atravesó Fresnes, Hay-les-Roses, Bagneux, Cachan, Arcueil y Kremlin-Bicêtre, a las puertas de París. En ese punto, Dronne dio la orden final: “!A la alcaldía…!”. Y los antiguos rescatados de la Columna Durruti abren el camino: Puerta de Italia, bulevar del Hospital, puente de Austerliz, muelle Henri IV, hasta la alcaldía de París, el corazón histórico de todas las insurrecciones populares de la capital.
El primer blindado aliado que llegó a París era el “Guadalajara”, pilotado íntegramente por libertarios extremeños. En el Hôtel de Ville, la sede oficial de la alcaldía, los hombres de la CNT, la FAI y la UGT, con cascos del ejército norteamericano, uniformes de las FFI e insignias de la España republicana, son recibidos a las 9.22 de aquella noche del 24 de agosto de 1944 por Léo Hamon, miembro del Consejo Nacional de la Resistencia, que guarda de ellos un recuerdo emocionado: “Hablaban muy mal el francés, con mucho acento. Eran los republicanos españoles de la división Leclerc”. Antes de irse a dormir, Hamon todavía tuvo tiempo de escuchar a los españoles cantando sus himnos de batalla, ¡A las barricadas!, el himno oficial de la CNT-FAI, y ¡Ay Carmela!, la histórica canción ligada a la batalla del Ebro.
Entre otros, esos españoles ignorados en todas las historias oficiales eran Manuel Huet, Alfredo Piñeiro, Paco Izquierdo, Joaquín Blesa, Liberto Ros y Mariño, los catalanes Bullosa, Clarasó y Elías, el valenciano Dominguez, el canario Campos, el melillense Barón Carreño, los madrileño Buitragos y Federico Moreno, el zaragozano Martín Bernal, el andaluz Monto, y “Bamba”, un antiguo alumno del instituto-escuela de la Institución Libre de Enseñanza, jefe de municionamiento de la Nueve.
UN MILITAR ANARQUISTA
A su llegada oficial a París, Leclerc y De Gaulle rindieron un homenaje marcial a los españoles de la Nueve, concediéndoles el honor excepcional de desfilar, los primeros, al frente de sus blindados, enarbolando sus banderas republicanas, desde el Arco del Triunfo hasta la plaza de la Concordia, a lo largo del legendario trayecto de los Campos Elíseos. Dos días antes, uno de aquellos héroes anónimos, Paco Izquierdo, había sido “asaltado” por una mujer joven dándole un abrazo fraternal, diciéndole: “!Eres el primer soldado francés al que doy un beso…!”.
Tras la euforia exaltante de la liberación de París, la Nueve siguió su camino. Hacia Estrasburgo. De los 148 españoles que desembarcaron en Utah Beach, solo una veintena corta sobrevivieron a la Liberación. La suya fue una suerte trágica. Muchos no fueron enterrados en la tierra bendecida de un cementerio cristiano, porque eran ateos, apátridas. Solo Leclerc les rindió homenaje, hasta el fin. “Leclerc nos quería, porque, en el fondo, él también era un militar anarquista”, diría uno de los supervivientes. En la posguerra, todos rechazaron los honores. Ninguno quiso seguir en el ejército. Abandonadas las armas, fueron traicionados. Los gaullistas y comunistas que escribieron las primeras historias, cambiaron los nombres de los blindados que habían comenzado la liberación de París, sustituyéndolos por nombres franceses. Sus nombres fueron rigurosamente silenciados de oficio. Su aportación a la liberación de Francia, tachada. Algunos regresaron a España, donde murieron olvidados de unos y otros. La mayoría murieron en el exilio. Sesenta años después, la alcaldía de París les rinde un primer homenaje: la inauguración de una placa conmemorativa, con la fecha y el trayecto recorrido por los españoles que estaban a las órdenes del capitán Dronne. Amén. → Los españoles y la liberación de París. PDF.
Jose says
Se merecen un homenaje todos aquellos que intentaron acabar con el nazismo el fascismo y el nacional catolicismo. Algo que no ocurrió pervivió en España Portugal Grecia y en otras partes .Los últimos en entrar en la contienda ni los que entraron primero no acabaron la faena. Europa parece no haber aprendido ni de la primera ni de la segunda y no digamos de nuestra guerra civil. La primera moderna en armas y la última de ideologías religiosas . Puede que estemos a las puertas de una tercera después de acabada la guerra fría. El complejo industrial militar ha producido produce suficientes armas para que unos locos actuales puedan apretar un botón y todo acabe. Puede que se cumpla del deseo del moribundo de la antigüedad cuando le preguntaron el último deseo y contesto que lo que el deseaba era que la humanidad lo acompañase. El nuevo faron está entre nosotros y nosotros lo acompañaremos . Los que nos liberaron de estos nuevos faraones murieron y no fueron sustituidos. La guerra por la guerra sin ningún tipo de objetivo. España como siempre anomalía modelo empezaron con la primera revolución anarquista y acabaron siendo la reserva de valores eternos de Europa mundial.
JP Quiñonero says
José,
Muchos merecen respeto y recuerdo, sin duda.
En este caso, un poco más… perdieron en España, olvidados en Francia, convertidos en mercancía publicitaria, cuando le interesa un politicastro / a de turno, ay,
Q.-