Rue du Cloître-Notre-Dame, 30 noviembre 2024. Foto JPQ.
Y Emmanuel Macron oficiando de funambulista de Estado, ante Notre-Dame.
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Francia ha desembocado en un callejón político e institucional sin salida conocida, con el presidente y el gobierno amenazados de censura, sin presupuestos del Estado, los mercados internacionales inquietos, colosales deudas crecientes, sin mayoría política de ningún tipo para poder «avanzar». La «llave» temporal de la crisis está en manos de Marine Le Pen amenazada de inhabilitación y riesgos de cárcel.
El Nuevo Frente Popular (NFP), coalición de las izquierdas, de la que forman parte La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el PS, el PCF y los Verdes, ha anunciado que presentará una moción de censura contra el gobierno de Michel Barnier, el próximo lunes, cuando debe discutirse en la Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento, el presupuesto de la Seguridad social.
Marine Le Pen, presidenta del grupo parlamentario de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), ha advertido: «El gobierno de Barnier tiene hasta el lunes para aceptar nuestras condiciones, o estamos dispuestos a votar la censura. Si se salta nuestras líneas rojas deberá pagar las consecuencias».
Primer ministro, Michel Barnier ha hecho «gestos» en dirección de Le Pen, e intentará evitar la censura, que podría discurse el martes y ser realidad el miércoles. Si el primer ministro evitase la censura del lunes, todavía tendría que sortear otras censuras, cuando sea necesario aprobar la totalidad de los presupuestos del Estado, que llevan «negociándose» desde el mes de septiembre, con un incierto futuro.
El NFP puede presentar la censura del gobierno, pero no tiene mayoría parlamentaria para poder gobernar. Le Pen puede precipitar la censura, está al frente del primer partido de Francia, pero tampoco tiene mayoría parlamentaria para gobernar. Pueden censurar pero no son una alternativa.
Michel Barnier está apoyado por pequeños partidos de centro y derecha, que solo tienen una mayoría parlamentaria relativa, en cohabitación forzada con un presidente, Emmanuel Macron, que tampoco apoya calurosamente a un gobierno del que forman parte viejos enemigos íntimos.
Desde hace días, la Bolsa cae, los valores franceses sufren pérdidas, y la opinión pública se inquieta: un 72 % de los franceses temen las consecuencias de una «crisis financiera grave» si Francia se quedara temporalmente sin gobierno, víctima de la censura.
Si las izquierdas y la extrema derecha votasen la censura, Francia quedaría en una situación inédita y catastrófica. Ni el NFP ni Le Pen podrían aspirar a formar gobierno, faltos de mayoría. Y el jefe del Estado tendría que volver a intentar formar un gobierno, político o técnico, para poder aprobar unos presupuestos del Estado que dividen profundamente a todas las familias políticas parlamentarias.
Benjamin Morel, profesor de ciencias políticas en la universidad de la Sorbonne, comenta el riesgo de nuevas crisis, más profundas, de este modo: «En términos prácticos, Macron solo tendría una alternativa práctica: la formación de un gobierno técnico, sin saber cuando podría durar ni garantías de ningún tipo».
Alain Duhamel, académico, historiador y analista político de gran reputación, ha declarado a BFMTV, primera cadena de información permanente: «Si se consumara la censura, se trataría del huracán político más grave desde la fundación de la V República, entre 1958 y 1962».
Desde una óptica muy similar, François Sureau, académico, historiador, resume de este modo la coyuntura nacional: «El Estado tiene deudas abismales, nuestro modelo social está financiado con nuevas deudas, las instituciones funcionan malamente. Y, para coronar esas catástrofes, una banda de zombis («persona que se supone muerta, reanimada por arte de brujería»), de extrema izquierda y extrema derecha, afirman que Francia, un país donde el Estado lo controla todo, es un infierno liberal…».
Cuando Sureau habla de zombis políticos se está refiriendo a los proyectos de la extrema derecha y la extrema izquierda: restaurar la jubilación a los 60 años, subir el salario mínimo a 1.600 euros, «romper» o «recortar» las relaciones económicas de Francia con la zona euro.
Si Michel Barnier hiciese nuevas concesiones a Marine Le Pen, evitando la censura, entre el lunes y el miércoles que viene, la crisis solo quedaría aplazada con riesgos de agravación.
Entre un 60 y un 70 % de franceses piensan que Emmanuel Macron debiera dimitir para «abrir una nueva página política». Personalidades centristas y conservadoras, como Charles de Courson y Jean-François Copé, apoyan esa «alternativa», confirmando las divisiones de fondo entre las familias políticas que apoyan al gobierno pero no apoyan al presidente.
El NFP está unido a la hora de censurar al gobierno y a Macron. Pero no tienen un programa común. LFI, extrema izquierda, y el PS tienen posiciones encontradas sobre Ucrania, entre otras cuestiones mayores.
Marine Le Pen puede censurar o «salvar» al gobierno, pero la fiscalía del Tribunal de París ha pedido contra ella la pena de inhabilitación política y varios años de cárcel, al final del proceso que ha juzgado a su padre y a su partido por el presunto delito de extorsión de fondos al Parlamento europeo, «en banda organizada».
Ese callejón político sin salida conocida está agravada por un clima social muy negro. Los agricultores están en pie de guerra desde hace semanas. Los ferroviarios han anunciado una huelga general. Según el Instituto Nacional de Estadísticas Oficiales (INEO), se teme la desaparición de 160.000 puestos de trabajo durante las próximas semanas. ABC, Marine Le Pen, amenazada de inhabilitación, decidirá el lunes si salva al Gobierno de Barnier + PDF.
Jose says
El estado mínimo solo necesita la institución de la justicia y las instituciones ejecutivas sobre todo las policías del estado mínimo todo lo demás privatizado incluso los presidentes de las nubes y de las cloacas. De esta manera habrá mano de obra y carne de cañón en abundancia y encima sin tirar un tiro . Veremos cómo acaban acabarán estos proyectos de ingeniería social basados en un tipo de contratos sui generis. Los jueces y los generales serán los últimos funcionarios racionales o no en los que se apoyará los restos del estado. Todo lo demás entregado a las iglesias y a los mercados. La nuevas selvas que se avecinan para poder preparar guerras y beneficios laborales a fin de que el capital pueda continuar creciendo en la nube y en las cloacas urbanas. El estado mínimo es una forma de inercia una garantia para mantener lo más tranquilo que se pueda al populacho para que no salte y cree barricadas inútiles desde Dresde inútiles del todo. Los contratos de propiedad los pueden mantener más o menos tranquilos antes de perder los estribos. Las guerras civiles de baja intensidad se pueden convertir en guerras de alta intensidad en territorios delimitados dentro de la gran guerra entre bloques económicos culturales de antiguas civilizaciones menguadas con la globalización pero con el complejo industrial militar judicial a todo gas capaz de acabar con todo y con todos.
JP Quiñonero says
José,
En la zona euro y en Francia, Muy en particular, el Estado NO ha dejado de crecer y crecer, mucho:
Francia, víctima de un ogro filantrópico, el Estado.
Q.-