Pont au Double, 10 enero 2025. Foto JPQ.
Cuarenta y cinco días después de su reapertura solemne, el 8 de diciembre pasado, tras el histórico incendio del 15 / 16 abril de 2019, la catedral de Notre-Dame sigue en obras, pero ha crecido de manera espectacular el número de visitantes.
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Durante los cinco años que duraron los trabajos, importantes, espectaculares, Notre-Dame fue visitada por millares de turistas de cinco continentes, fascinados por el espectáculo de un monumento histórico acordonado por muros metálicos, acerados alambres de espino, grúas multicolores.
En su día, Emmanuel Macron anunció que Notre-Dame celebraría su reapertura cinco años más tarde, con una gran misa solemne. Cumplido el plazo, el interior de la catedral estaba prácticamente terminado, a falta de «pequeños» detalles. Sin embargo, las obras continuaban.
Contando con el acuerdo táctico del arzobispado de París, Macron decidió consumar la reapertura, con una gran ceremonia religiosa y muchas dimensiones diplomáticas internacionales.
Las imágenes, fotos, vídeos y retransmisiones del interior de Notre-Dame causaron un gran impacto nacional e internacional, con una consecuencia práctica inmediata: los muros metálicos y los espinos de acero han desaparecido, pero las grúas y los andamios siguen en pie, en todo el exterior de la catedral… espectáculo que no «desanima» en absoluto a los millares de turistas de las más diversas culturas y religiones.
Con el exterior de la catedral en obras, los turistas deben esperar entre una y dos horas, para poder entrar y arrodillarse en el interior de Notre-Dame. El atractivo estrictamente turístico no está reñido con el fervor religioso, en infinidad de casos.
Desde mediados de diciembre, más de 3.000 visitantes diarios, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños, familias, se cruzan cada día en el interior de Notre-Dame. Los católicos toman asiento, se arrodillan, rezan, maravillados ante la recuperación de histórica catedral. Agnósticos, musulmanes, budistas, entre otras sensibilidades, transitan admirados y respetuosos ante la reconstrucción de un interior que tiene mucho de único.
Antes de hacer una o dos horas de cola, para entrar en Notre-Dame, es necesario comprar las entradas, en línea (notre-dame.tickets.fr), y organizar la visita, en solitario, o integrándose en grupos con guía, en el interior o en el exterior. La oferta turística es muy rica y diversa, tiene mucho de «reconstrucción histórica» y pedagógica, de 10 a 40 euros por persona.
En su día, Rachida Dati, ministra de cultura, sugirió la posibilidad de cobrar la entrada en Notre-Dame. El episcopado se opuso inmediatamente. La catedral sigue siendo un lugar de culto, con sus horarios propios de misas y ceremonias religiosas. Oficiosamente se esperan unos 15 millones de visitantes, este año. ABC, Notre Dame vuelve a la vida.
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