Según las estadísticas oficiales del INE, la tasa media del crecimiento económico de Murcia habría sido la más alta de España durante la última década, con un 4.1 %, superior a la del País Vasco (3.4 %) y Cataluña (2.8). Un crecimiento muy superior al de Europa, comparable al de los EE.UU., aunque bastante inferior al de la China y la India.
A la hora de las sobremesas, me aventuro a avanzar ante mis comensales una explicación a tal crecimiento de la prosperidad económica:
—-Una tasa excepcional de inmigración: en Murcia están escolarizados oficialmente niños, adolescentes y jóvenes de 140 nacionalidades distintas. Los padres trabajan y los hijos estudian: serán mano de obra mejor calificada, mañana, si la integración prosigue sin problemas.
—-Una economía sumergida que los mejores observadores evalúan en el 35 o el 40 % del PIB regional: Murcia crece escapando –por ahora– al corsé burocrático estatal, a pesar del boicot hidrológico. Y esa producción de riqueza, al margen de la voraz tutela del Estado, tiene un símbolo políticamente ‘subversivo’: todas las banderas españolas que lucen en los balcones de edificios públicos destacan por una suciedad indiferente a la jerarquía estatal, con la excepción no menos simbólica de la delegación de Hacienda.
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Ya de regreso a París, de tránsito en el aeropuerto de Barajas, mato el aburrimiento leyendo el número de fin de año de Newsweek, consagrado a la Revolución del conocimiento: el futuro es y será de quienes estudien, de los países y Estados que inviertan en investigación y desarrollo (I+D). Proporcionalmente, España invierte treinta veces menos que los EE.UU. Si la inmigración murciana fuese un éxito y esa población leyese y estudiase, el modelo murciano pudiera estar más cerca del dinamismo de California que del inmovilismo europeo.
Al final de The Sun Also Rises, los personajes de la novela de Hemingway se están emborrachando en Botin, con Rioja Alta, y él afirma: “Pudiéramos haber sido tan felices…”. Y, ella, consciente que su historia de amor ha sido un fracaso, le responde: “Si. ¿No es hermoso pensarlo…?”.
maty says
Historias de España El día que Cartagena (Murcia) solicitó integrarse en los EEUU Javier Sanz
JP Quiñonero says
Maty,
La cosa es más o menos así, en efecto. Uno de mis lejanos antepasados, Antonete Galvez, fue el héroe militar del Cantón…
… y la historia tiene colores muy vivos:
Los cantonales escribieron al presidente de los USA diciéndole, más o menos… «Hemos roto con la tiranía centralista del gobierno de Madrid… pedimos el ingreso en la Unión (la Unión de los USA, claro)..»
El jefe del gobierno español (¿Pi i Maragall?) consideró intolerable la sublevación independentista cartagenera, y envió un cuerpo de ejército a poner orden… el tal cuerpo de ejército ¡se perdió! a la altura de Chinchilla (la del legendario penal, en la estepa albacetense)… cuando la tropa de orden consiguió llegar a las sierras Murcianas (más allá de Yecla), mi lejano pariente (Antonete Galvez) había encontrado cobijo en casa de una novieta simpática…
Quiero recordar que no lo cogieron, nunca. Un respeto, oigan: si la historia la hubiese filmado John Huston…
Sender escribió una maravillosa novela al respecto, Mr Witt el Cantón… de imprescindible lectura, sobre la cosa. A Sender le pasaba como a mí: tenía una debilidad particular por las locuras cartageneras, que eran locuras de muy señor mío,
Q.-