Preguntándome “¿Hacia donde va Caína?”, el 28 de diciembre pasado, me respondía, no sin cierta amargura muy “neo noveintayochista” (RJM dixit): “Cuando oyen hablar de la economía del conocimiento sacan la pistola”.
Extraño en el paraíso cainita, mis argumentos eran y son de una trivialidad desarmante: una sociedad que no investiga, una sociedad que no invierte en conocimiento y cultura, es una sociedad condenada al retraso, si no la decadencia. Financial Times no dice otra cosa, sin embargo: una economía cuyos “motores” son la especulación inmobiliaria y el consumo doméstico no es sostenible a largo plazo. En definitiva, más déficit y más inflación significan menos competitividad, menos riqueza relativa. Más pobreza satisfecha en la insignificancia. FT: la economía española pierde competitividad.
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