París, rue Tournon, 8 sep. 06. Foto by JPQ.
Lecturas y correspondencia barojianas me arrastran hacia un laberinto urbano por donde se pierden y confunden los fantasmas de don Pío y los míos.
¿Por donde comenzar? Por mi calle…
… Baroja comenzó a escribir El árbol de la ciencia (1911), donde se narran las aventuras de un héroe muy barojiano, Andrés Hurtado, en un hotel situado en la misma acera donde antes y después vivieron Casanova, Leon Gambetta, Charles Cros, Gabriel Marcel, Jacques Prevert, Olivier Todd, entre otros. El azar quiere que el hotel de don Pío estuviese a unos pasos, o en el mismo lugar, de la antigua residencia del poeta Clément Marot, varios siglos antes.
Don Pío vivió en muy distintos parajes parisinos. Pero otra “pensión” / hotel muy barojiano estuvo situado en la rue del mismo Clément Marot, precisamente. Si hay que creer a Miguel Pérez Ferrero, biógrafo emérito, viejo corresponsal de ABC y testigo de la boda de mi Celia Jiruña Carón, CJC, en la iglesia barroca de Saint-Sulpice (a dos pasos de mi casa, donde fueron bautizados Sade y Baudelaire), muchos de los personajes que pululaban por ese hotel reaparecen en una novela “surrealista” de Baroja, El Hotel del Cisne (1939-40-46), a la que consagré un libro demencial, y que don Pío sitúa en la rue de los Solitaires, en un barrio legendario, Belleville, devastado por una arquitectura carcelaria con pretensiones filantrópicas.
El flaneur que se deje llevar hasta esa calle descubrirá edificios ocupados por inmigrantes africanos, la delegación cerrada de una secta religiosa hindú, un hammam, graffitis nihilistas, ventanas con geranios; huellas de las metamorfosis de un barrio en cuyas inmediaciones pululan las carnicerías musulmanas y los restaurantes hindúes, frecuentados por una población cosmopolita de muy modestos recursos, que hace sus compras en mercadillos chino / africanos y encuentra refugio en antiguos cafés de barrio que intentan sobrevivir como pueden, vistiéndose, en ocasiones, con las enseñas de personajes imaginarios… Fotos JPQ.
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Joaquín says
La verdad, Juan Pedro, que no hay ciudad, pueblo o villa de no tener algo de literario… lo que no quita que París, un poco fantasmalmente, tenga algo de capital filosófica y literaria del universo mundo. Ya que andas por allí, podrías hacernos también una ruta del París «azoriniano», o del de Ortega y Gasset o de Manuel García Morente.
JP Quiñonero says
Hola, Joaquín,
Hombre, sobre Sevilla se me ocurren mangas, capirotes, biblias y encajes de bolillos.
En mi caso, estoy «condenado» a París. Pero lo tengo todo tan cerca e inmediato, que me ruboriza un poco dar el coñazo con intimidades, que, a pesar de todo, sospecho que terminarán saliendo. Vaya usted a saber cuando.
Soy sensible a que alguien recuerde la escala parisina de García Morente: tengo hasta el diccionario español/francés que escribió para ganarse un dinero, y del que no tengo noticia que nadie se acuerde.
En fin,
Q.-
Sani says
Cher JPQ,
Me encanta leer eso que escribes porque me permite pensar e imaginarme en París.
Belleville és una de las zonas que desconozco completamente. Sólo de leídas sé que se ha convertido en esa amalgama de la sociedad multicutural que en Francia y en Gran Bretaña llevan décadas tejiendo … Ahora nos toca el turno a nosotros, a ver cómo lo hacemos.
Pero escucha. En serio. Hoy tocaría que escribieras algo sobre la Diada, vista y vivida la cosa desde París. Algo que te salga del alma, no una crónica de lo que veas en la tele ni fruto de las declaraciones que leerás mañana en cien periódicos… No …
JPQ en París el 11 de Septiembre y no en Caldetas, per ejemplo.
Bueno, «contra el vicio de pedir està la virtud de no dar» … Tú mismo.
Va con buenas intenciones, claro! Quede claro!
Buena Diada allí donde te pille. Un abrazo.
Joaquín says
JP, me has hecho brevemente feliz recordando la escala parisina de Manuel García Morente. Su carta al doctor García Lahiguera, fechada en septiembre de 1940, sobre un «hecho extraordinario» ocurrido en la noche del 29 al 30 de abril de 1937, estando en París, y difundida con carácter póstumo, me parece uno de los documentos filosóficos y literarios más bellos e intrigantes del pasado siglo. Merece que se conozca.
JP Quiñonero says
Joaquín, conozco la historia; pero debo confesar que no he leído ese documento, aunque también opino que la aventura espiritual de García Morente merece un inmenso respeto. Incluso para un laico como yo.. nostálgico, quizá, de..
Q.-
Joaquín says
Bueno, la trayectoria vital de García Morente es digna de conocerse. Distinguido ateo, y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras en el Madrid de la República, durante la guerra se exilia en París, y en medio de la soledad y la pobreza, experimenta un «hecho extraordinario» o místico, que le conduce, tres años más tarde, nada menos que a ordenarse sacerdote, con 54 años. El texto no es apologético, y se puede recomendar sin dificultad a los lectores «laicos». Se encuentra fácilmente, está muy reeditado.
JP Quiñonero says
El otro drama de esa historia, Joaquín, es el pavoroso silencio que cayó sobre sobre García Morente, poco antes del «hecho extraordinario».
En mi edición (1972, 10e tirage) de su Diccionario español / francés (escrito en colaboración con Robert Larrieu) todavía es presentado como «antiguo decano de la Facultad de Filología (sic) y Letras de la Universidad de Madrid.
Q.-