Entre los recién llegados a la degustación del vino, suele ser un lugar común hablar mal de beaujolais, y, en particular, del beaujolais nouveau, convertido, desde hace años, en una operación de marketing internacional. Para matizar tales ligerezas, descubro en el Dictionnaire amoureux du vin de Bernard Pivot un texto sin duda antológico, bello, sabio y encantador.
Bernard Pívot: Le beaujolais et moi..
« Pourquoi suis-je resté fidèle au beaujolais? » Drôle de question ! Trahit-on sa jeunesse par complaisance ou moutonnerie ? Prend-on ses distances avec ses origines pour mieux épouser les balancements de la mode ? Au fil de la vie, la découverte et la consommation enchantée d’autres vins, plus renommés, plus rares, plus complexes, plus longs en bouche et en mémoire, impliquent-elles qu’on se détourne du vin populaire auquel on doit l’initiation au plaisir ? Et auquel, par plaisir, on revient sans cesse ? Ex-joueur de boules, ex-casse-croûteur des foins, des moissons et des vendanges, ex-coureur de traboules, copain de Gnafron, j’aime toujours le beaujolais frais, mordant, déluré, au goût de pierre et de cassis, qui goûte bien et que la soif apaisée n’éloigne pas. J’aime aussi que les repas de famille, les dîners impromptus, le gigot-qui-pleure, la poularde demi-deuil (le gigot et la poularde ont-ils perdu un être cher ?), le gratin de cardons, les fromages de chèvre, les saint-marcellins, etc., soient accompagnés d’un beaujolais villages qui a fait ses pâques, d’un brouilly aux arômes de mûre et de prune, d’un chiroubles tendre, frotté de violette, d’un fleurie qui justifie son nom par des notes de rose, de violette, d’iris, ou d’un moulin-à-vent corsé, large d’épaules, un peu tannique, capable, le rusé, de transformer au fil du temps ses arômes de fruits rouges en odeurs de truffe et autres champignons.
Respetando a Pívot, confieso mi preferencia por los vinos de Margaux. Pero esa es ya otra historia.
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Biografía NO autorizada de CJC. El jardín encantado de sus escapadas nocturnas.
Sani says
Gracias por ofrecernos este texto … Cosas así sólo pueden escribirlas los franceses, ¿no?
-Nacido en una familia de casa de payés, con «celler» i botas de vino y dos viñas, una propia y otra arrendada, vendía vino a granel de pequeño pero fui abstemio hasta bien entrada la adolescencia.
No toleraba beber agua en un vaso donde hubiera estado una gota de vino y no hubiera estado perfectamente limpiado.
Empecé a beber vino al abrir alguien un Rioja … Más tarde conocí las declicias de los caldos españoles y franceses y a principios de los ocheta llegué a tomarme un Vega Sicilia en Vic, en casa de una Vallisoletana, hija de casa bien y profesora de inglés, que se lo traía de casa de su padre, lo guardaba en la nevera y se lo tomaba con gaseosa !
No ha habido manera de tomarme ninguna magdalena que consiga retrotraerme al sabor inefable de aquel Vega Sicilia, que me quedó grabado en algún recóndito lugar del cerebro como algo extraordinario, experiencia orgasmática única e irrepetible (sic).
Ahora que ya empizo a tener que moderar todos los instintos que me quedan por moderar … me conformo con cualquier vino que aspire a ser un buen vino, sea Penedés, Rioja, Somontano, Aquitanio o Borgoñés …
Eso sí, voy a guardar y a etiquetar «para degustar con JPQ» una ampolla para tomarnos cuado pueda ser. Y lo prometido es deuda.
JP Quiñonero says
Sani,
Yo recuerdo el Vega Sicilia que bebí el día que llevé a Carmen a Botín (para recordar la novela de Hemingway), un Brane Cantenac bebido en la Coupole con Carmen ausente, y un Somontano (¿¡cual de ellosss…?!!) bebido en el Hispania con Carmen, JF y PJ hace poco menos de un año..
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.. hoy, estoy en algún entre Margaux, Ribera del Duero y Somontano, con ventaja para Chateaux Giscours y Brane Cantenac, me temo que de lejos..
Para escribir de vinos hace falta ser Muy Artista.. Pla roza la genialidad cuando habla de pèsols y planteles de lechugas.. pero lo suyo no era el vino.. Carner habla del vino convertido en sangre/alma, pero es pura metafísica..
Seguiremos bebiendo.
Q.-
PS. Yo he visto los vegasicilias vendidos en Madrid en escaparate, a un sol sahariano de 40 grados a la sombra..