Mercadillo de la rue Belleville, 6 oct. 06. Foto by JPQ
Barojiana
Entre la calle de los Solitarios, donde don Pío Baroja instaló su legendario Hotel del Cisne, y la calle de Belleville, indisociable de Edith Piaf y Maurice Chevalier, entre otros monstruos parisinos, el viejo París, heredero de las insurrecciones populares y los desterrados españoles que buscaban cobijo a la espera del próximo pronunciamiento revolucionario, ha sido suplantado por un París mestizo de inmigrantes sur africanos, desterrados vietnamitas, prófugos bereberes, profetas de oscuras religiones animistas, mercadillos de ropas usadas, oficinas de sectas hindúes, baños públicos para señoras y señoritas musulmanas, etc.
La novela más o menos surrealista El Hotel del Cisne, que Baroja sitúa en la calle de los Solitarios, fue transcrita a máquina por Miguel Pérez Ferrero, corresponsal de ABC en París, el periodista que mejor conoció el París literario de sus distintas épocas, y es un testimonio onírico de una ciudad desaparecida, hundida en el océano insondable del tiempo. De la ciudad mísera, indisociable, para Baroja, de los héroes de Eugène Sue, Balzac y la Comuna, queda en la calle de los Solitarios la oficina cerrada de una secta religiosa y un baño comunal: el desierto urbano ha suplantado la vieja ciudad en ruinas por una ciudad nueva, con el alma amenazada de algunas macetas de geranios.
Los personajes barojianos de su fábula surrealista estaban condenados a caer en la calle de Belleville, tan parisina como Menilmontant. Calles en otro tiempo suburbiales, tan próximas al cementerio donde el más célebre de los personajes de Balzac pronuncia su célebre desafío. Don Pío conocía el lugar, fascinado por sus anarquistas mucho más reales de lo que pudiera imaginarse. Todos se perdieron en el torbellino de una ciudad difunta. La niña del arrabal (Piaf), el chulo de barrio (Chevalier), el anarquista español (Ferrer Guardia), la mujer de leyenda (la Dama del Alba), el novelista en busca de sí mismo (don Pío) se perderían hoy en los mercadillos asiáticos y africanos, de incontables sabores, colores y profecías.
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maty says
Lo vuelvo a repetir: brillas en tu escritura, a diferencia del resto. En la red hispana, nadie está a tu altura estilística.
Soy una persona bastante exigente, mas nunca he dudado en elogiar el buen trabajo de los demás, públicamente. Sin embargo, al hacerlo, soy mirado sospechosamente, como si detrás de mis elogios hubiera intenciones malsanas.
JP Quiñonero says
Maty, Maty,
Me abrumas,
Q.-