El Times comenta con respeto la nueva película de Guillermo de Toro, El laberinto del fauno: “Cuando los peores monstruos son humanos”.
Jorge Semprún da una nueva versión de su carrera política, interpretando a su manera la Guerra civil, sin responder nunca a las reservas morales de su antiguo amigo, Robert Antelme, sobre el comportamiento de los comunistas en Buchenwald, indisociable del comportamiento de los comunistas en la Guerra civil.
El País, Madrid acoge el congreso más ambicioso sobre la Guerra civil.
ABC, Jorge Semprún: «La guerra en defensa de la República fue justa, pero no santa»
Jorge Semprún: «La guerra en defensa de la República fue justa, pero no santa»
ANTONIO ASTORGA
MADRID. Deportado en Buchenwald, desde los 19 años y medio a los 21 y medio supo del terror y del frío del exilio. Fue el largo viaje «de iniciación» de un gran resistente que hará de su experiencia vital un momento de memoria y de creación literaria. Así presentó ayer al escritor y ex ministro de Cultura Jorge Semprún el catedrático Santos Juliá, coordinador del Congreso «La Guerra Civil Española», organizado por el Ministerio de Cultura y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Semprún ofreció en la UNED la lección inaugural del encuentro. Éste fue el testimonio desde su «subjetividad», aclaró el memorialista:
«No hay ejércitos inocentes»: Semprún cargó, en primer lugar, contra «esos llamados revisionistas actuales» -cuyos libros se le caen de las manos- para proclamar que «la guerra en defensa de la República, como consecuencia del golpe de Estado, fue justa: desde el punto de vista del derecho de gentes, en defensa de un régimen parlamentario elegido democráticamente y de la justicia. Fue una guerra contra el fascismo en un momento en el que los totalitarismos nazi y estalinista estaban en apogeo. «Hay guerras justas, no ejércitos inocentes», escribió Malraux».
«No fue una cruzada»: Para Semprún, la idea de «la insurrección fascista que desencadena la guerra como reacción a una revolución bolchevique en marcha es una de las cosas más absurdas que he escuchado nunca. Similar a cuando la historiografía alemana exonera de culpa al nazismo «por los excesos del bolchevismo». Por otra parte, la guerra popular en defensa de la República no fue una cruzada, ni guerra santa».
«La Iglesia impidió el totalitarismo»: ««Benditos sean los cañones si en las brechas que abren florece el Evangelio», dijo un obispo español. La Iglesia movilizó a clases campesinas, medias y a buena parte de España contra la República. Pero la existencia de ese nacionalcatolicismo fue el grano de arena que impidió que el régimen franquista hubiera sido totalitario. Ayudó y destrozó».
Stalin, «inventor» de Comisiones Obreras: Semprún, expulsado del Partido Comunista en 1964, recordó que «sobre el PCE recae el peso abyecto de la política de exterminio soviético y el peso real de la política infame de los aparatos de información y de espionaje de Stalin. En 1948 el PCE está destrozado. Uribe, Carrillo y Pasionaria viajan a Moscú para entrevistarse con Stalin, que les ordena: «¡Hay que trabajar donde estén las masas, en los sindicatos verticales!». Por lo tanto, Stalin es el «inventor» de las Comisiones Obreras, el único rescoldo que queda hoy del Partido Comunista en España. En el año 60, de forma descabellada, se propone la guerrilla, la lucha armada como forma de combate. Y los comunistas soviéticos permiten sobrevivir a Claudín y a Carrillo. La ausencia de democracia interna, la sumisión a los imperativos soviéticos y el vaivén de la política internacional de la URSS han terminado por hundir al Partido Comunista».
¿Podría haberse evitado la Guerra Civil?: «No. Porque en contra de las tesis de los revisionistas la decisión de acabar con la República la tomó una parte del Ejército, Burguesía y Derecha».
¿Podría haber terminado la Guerra de otro modo?: «Tampoco -concluyó el autor de «La escritura y la vida»-. La necesidad de la victoria absoluta para el franquismo se ve en el último comunicado. El pensamiento último de Azaña a favor de la paz, la piedad y el perdón puede ser un elemento que alimente, nutra y permita desarrollar en España una política de mejora democrática, si Dios lo quiere y los obispos no lo impiden».
Tras el glosario de Semprún, Carmen Calvo dio por abierto un Congreso «plural en ideas» en el que se leerán 178 comunicaciones hasta mañana.
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