Como un niño vuelve siempre al tesoro de sus juguetes más queridos, abro y releo algunas páginas del volumen III (primero en publicarse) de las OC traducidas al castellano de mi venerado Vladimir Nabokov, lamentando, apenas, que otros monumentos de la misma veneración no hayan podido beneficiarse de tan respetables empresas.
La edición castellana de las OC de VN (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores) sigue, si entiendo bien, la más o menos canónica edición anglosajona, con las notas y sabiduría nabokoviana de Brian Boyd, comentando, en el caso de este volumen III, las traducciones de Enrique Pezón, Vicente Campos, Francesc Roca y Enrique Murillo, presentadas con un prólogo de Juan Bonilla y la pericia editorial de Antoni Munné. Mis respetos.
Ese volumen incluye La verdadera vida de Sebastián Knight, Barra siniestra, Lolita [“… luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía, Lo-li-ta..”, etc.] y Pnin. ¡Que de emociones e intactas pasiones! Mis Escritos de VN fueron un temprano y lejano homenaje al Maestro. Pnin es el apellido del profesor de mi Locura de Lázaro testigo de la ruptura de mi CJC y Sender, tras la aventura del prostíbulo sadomasoquista.
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Si Azorín y Valle Inclán llegasen a editarse en su lengua (o en inglés) con el cariño que se edita a Vladimir Nabokov en castellano… Es Baudelaire quien afirma que el tedio, el spleen, la moda y el snobismo son los rostros contemporáneos de la Muerte. Creo sin falsa modestia que Nabokov apreciaría esta observación mía.
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