Lena Brandt / Cate Blanchet, camino del Infierno.
The Good German (El buen alemán) me ha impresionado mucho. Steven Soderbergh plantea con mucho arte no pocas cuestiones de fondo: ¿Dónde están el Bien y el Mal? ¿Quiénes son los “nuestros”? ¿Cómo y para qué escribir poesía después de Auschwitz, Buchenwald y Dora..?
Y lo hace con mucho estilo, buscando y encontrando las raíces estéticas de su obra en la historia del cine, en El tercer hombre y Casablanca, iluminadas a la luz de nuestra propia historia de lectores de Kafka, hijos y nietos que quieren perecieron en los campos de concentración y la guerra civil.
En The Good German es fácil y hermoso seguir la pista de los enamorados descarriados en un Berlín convertido en corazón del Infierno, laberinto histórico, urbano y moral donde sobreviven, perdidos, víctimas y verdugos, caminando juntos, con las máscaras no siempre cambiadas, hacia un insondable pozo de amargura, desesperación, angustia, miseria moral. Ese viaje al final de una noche histórica sin mañana habla de la confusión de las lenguas, la destrucción del hogar íntimo del ser humano, víctima de quienes no solo traficaron con seres humanos: fue más espantoso el tráfico con almas muertas, ideologías difuntas, que todavía siguen vampirizando nuestras vidas
Dos de los personajes centrales de la película (ella y su esposo) están íntimamente ligados a la siniestra historia del campo de concertación de Dora, que dependía administrativamente (¿?) de Buchenwald, donde los nazis dieron a los comunistas la gestión de la mano de obra condenada a la muerte… Jorge Semprún fue uno de los comunistas que estuvo al frente de esos trabajos de contabilidad de vidas humanas. Y su mejor amigo, Robert Antelme, ha dejado un testimonio capital sobre la responsabilidad moral de Semprún y sus camaradas comunistas. Responsabilidad e historia que nadie desea conocer, en España, donde la memoria histórica no se atreve a desenterrar sucesos tan atroces: el olvido voluntario de Semprún y sus compañeros de viaje quizá sea una mancha de podredumbre infecciosa para nuestra memoria.
¿Se atreverá algún director de cine español a contar la historia del comportamiento de algunos comunistas en Buchewald..? ¿Cuándo? ¿Quién financiará, distribuirá y pasará por tve esa película?
Luis Rivera says
Justamente estoy leyendo sobre el mal, y escribiendo algo. El mal existe y no es lo contrario del bien sino un atributo de la humanidad. El mal banal (Arendt) y el mal cómplice. ¿Para cuando un análisis del mal y sus complices, por ejemplo en el franquismo? Dice la Arendt que lo terrible no es tener al mal como enemigo (los nazis) sino ver como los amigos se pasan al mal como cómplices. Los Cómités Judios qure ayudaron a adminitrar la selección de judios, el rabino Baek, epígono moral que sobrevivió y ocultó la realidad de Auschwitz a sus compañeros de cautiverio.
Los cómplices del mal, los que se han contagiado o contaminado son los que me interesan como si se tratara de insectos y yo fuera un enómólogo.
JP Quiñonero says
Luis,
Planteas unas cosas tan Graves que he preferido responderte con una entrada: para no trivializar la cosa en demasía,
Q.-