Un poco cansado, me recojo conmigo mismo tirando papeles, mirando periódicos atrasados, y me descubro citado por Oriol Pi de Cabanyes, en un marco que me emociona un poco: él recuerda con simpatía una o dos batallas perdidas no solo para los catalanes y para los negros franceses en las que me embarqué, solitario, por mi cuenta y riesgo. Batallas perdidas: las únicas que puede entablar un gentleman, ça va de soi.
Aquel Destino difunto, Agustí Pons (que me llevó a colaborar en El Noticiero Universal y me presentó a Nestor Luján), Riba y sus encuentros con unos castellanos con quienes hablar. Viejas historias. Volvería a enarbolar las mismas banderas derrotadas y caídas en el polvo de las batallas perdidas.
Gracias, Oriol.
La Vanguardia, 9 mayo
No somos asimilables
Oriol Pi de Cabanyes
Cuando en la primavera de 1975 el príncipe Juan Carlos visitó Catalunya, el joven periodista Agustí Pons fue enviado por el editor de Destino a entrevistar a Salvador Espriu, icono viviente entonces de la cultura catalana, quien, dirigiéndose al futuro rey, proclamó solemnemente: “No somos asimilables”. La afirmación se publicó enmarcada en una gran fotografía del poeta que ocupaba toda la portada de la entonces muy influyente revista.
”¡No somos asimilables!”, proclama todavía hoy, más de treinta años después, la voluntad de ser de los catalanes. Intentos de asimilación por las buenas, que hayan empezado por considerarlos como sujetos de derechos y no sólo de deberes, ha habido pocos, poquísimos. Uno de ellos es el que se dio en los llamados congresos de poesía en los primeros años cincuenta, que ahora recuerda Jordi Amat en Las voces del diálogo.
Después de aquello, que pudo ser -y no fue- el inicio de una distensión intrahispánica en el campo lingüístico y cultural, Riba aseveraba en una carta: “Fue una afirmación clara de los hechos y de los derechos de una lengua milenaria”. Tal vez. Pero todo aquello ¿en qué quedó más que en talante y buenas palabras?
”Y no hicimos ningún pacto”, recalcaba ingenuamente Riba en su carta, rebatiendo las acusaciones de los puristas que les acusaban de claudicación. Seguro. ¿Qué podían pactar unos pobres poetas? Eran entonces, eso sí, los portavoces de una Catalunya sometida, pero dispuesta a no renunciar ni al diálogo ni a su personalidad.
Aquellos encuentros no consiguieron modificar en nada la tendencia natural de la españolidad a disolver todas las diferencias interiores. El asimilismo centralista ha sido, con pocas excepciones, una constante en la construcción del Estado en los dos últimos siglos.
El asimilismo inteligente, el más convencidamente fraternal, ha tenido históricamente pocos cultivadores. Entre ellos, Juan Pedro Quiñonero, excelente corresponsal en París, que durante un tiempo montó su propia campaña de prensa para que Josep Pla entrara en la Real Academia Española de la lengua, creyendo que así “podría favorecer el entendimiento entre Catalunya y Castilla”.
Hace poco lo recordaba él mismo en su blog a propósito de la cuestionada candidatura de Aimé Césaire, el gran poeta de la Martinica, a un puesto en la Académie Française. “El ingreso de un negro en la Académie -argumentaba- ayudaría a intentar comprender la emergencia de una tradición multirracial, multicultural y multirreligiosa en conflicto consigo misma”.
Sí. Pero Césaire, que ya tiene 93 años, todavía no ha sido llamado a ingresar en la Académie. Un libro de entrevistas con él se tituló Nègre je suis, nègre je resterai. Pla, como es natural, tampoco ingresó en la Academia. Negro era también, y negro se quedó.
El asimilismo, que es una patología del igualitarismo, ha sido una constante de la España jacobina tanto de derechas como de izquierdas. Pero este asimilismo ha fracasado. Ni a garrotazos ni con talante ha podido con la diferencia. El vocal del Consejo General del Poder Judicial Alfons López Tena argumenta en un lúcido ensayo, Catalunya sota Espanya, que la relación entre Catalunya y España sólo tiene tres posibles escenarios: la extinción de la catalanidad por asimilación, la segregación del Estado nación expulsionista o la vertebración, que hasta ahora incluso Maragall reconoce fracasada, de la realidad plurinacional.
Precioso y merecido. Catalunya y Castilla parecen pueblos de gente ofendida secularmente, como aquellos que creen que la vida no les ha ido bien y alguien les debe algo. Se nota en la poca confianza colectiva, en la perenne búsqueda de referentes exteriores -lo enlazo con la repentina aparición de los sarcozistas hispánicos- y también en la escasa y atropellada tradición liberal y democrática.
Fabulosa historia, y muy interesante la aproximacion asimilista inteligente. Me parece muy interesante, sobretodo porque es la primera vez que oigo sobre ella. Si se quiere que la cultura espanyola sea parte de la cultura catalana, no veo porque la cultura catalana no puede ser considerada (y tratada) como cultura espanyola.
La duda que me queda es: en que se baso la Academia para no «fichar» a Pla? Acaso no escribia en castellano?
El «asimilismo» si es asimilacionismo tiene mala prensa desde que se consideró la causa principal del Holocausto.
La convivencia natural es otra cosa: nadie ha de asimilar nada y todos han de interesarse en todo. Hoy, sin ir más lejos, hay mayor interés en Cataluña por la literatura española que en el resto de España por la catalana. Se me dirá que es cuestión del idioma, y esa es la falacia: entonces el idioma, ¿sirve para entenderse o no? ¿En una dirección o en dos?
Este tema me ha dolido demasiado así que ahora lo miro con la lejanía del bosque.
Luis, yo he estado un buen rato pensando una mejor definición al gesto de Quiño porque, como a ti, lo de asimilismo no me gusta. Quizás sería algo como «integracionismo (que no integrismo) naturalista», ya que no se trata de que uno asimile al otro, sino de que se integre de forma natural la cultura de una parte de un país con la del país entero.
¿Seguramente porque, como en muchos temas delicados hoy en día, mucha gente los trata de forma cualquiera, menos delicada?
Jesús, Jordi, Luis,
Jesús… Lo del ofuscamiento castellano-catalán me parece bien visto. Decirlo es correr el riesgo de un estacazo, acompañado de un sempiterno… “¡¿Ofuscado yo?!… ¡Usted es un…!!”
Luis… En Carpetovetonia jamás hubo ningún interés por la literatura catalana. Un día descubrieron a Pla (ya difunto). Y, desde entonces, es de buen tono citarlo con los más bajos pretexto. Hace siglos que ese recordatorio solo me trae quebraderos de cabeza y estacazos.
Jordi… Cela fue el primero que tuvo la peregrina idea de llevar a Pla a la Academia, muchísimo antes que yo. Cuando a mí se me ocurrió la misma idea, escribí una serie de artículos en un periódico difunto (Informaciones). Por mi parte, solo había una estricta defensa de la justicia. Pero, por aquellos años, la cosa había tomado una cierta dimensión política. Y a los académicos les irritaba el tono perentorio de mis artículos. Recuerdo la voz grave de Camilo explicándome la cosa, por teléfono, para terminar dándome este consejo: “Quiñonero, deja de tocarnos los c…!”
Q.-
PS. Hubo un tiempo en el que todo eso se trataba desde una óptica cultural, no pudiendo tratarlo políticamente… por entonces, la palabra cultural pesaba un poco más que la poco visible y audible palabra política. Hoy, la palabra política y sus gestores imponen su ley a la palabra cultural, poco audible, para mi gusto.
En esa época Pla había conseguido ser molesto también en Cataluña, Q…, al extremo de que, como en la Academia, el Premi de les LLetres Catalanes no llegaba nunca. No se le perdonaba su postura pro orden en la República y sus crónicas después de aquella. Como a d’Ors, se le mantenía en un solitario Olimnpo, con el problema añadido de que Pla vivía y de vez en cuando hablaba.
Cuando los políticos llegan a ese nivel de mezquindad, se empequeñecen de tal manera que nunca pueden recuperar la talla perdida en la, memoria, claro.
Y ahora escribiré algo que generalmente no digo: el emigrante en Cataluña sufre un proceso de asimilación para alcanzar el estadio de «alguien». La cultura catalana y Espriu es un buen ejemplo, ha gustado de compararse un poco al judío aislado, perseguido y solitario. Sus carácter de «derrotado» lo reconvierten en una actitud poco generosa para quien llega allí, en el sentido del asimilacionismo. En ese sentido su comportamiento en cuando a «judio» difiere, pues si está dispuesto a naturalizar, pero desprecia radicalmente a aquel que no desea serlo. Recuerdo una canción de Raimon que aplaudíamos mucho antes del 75: «Qui perd els origens perd l’identitat» y este verso, leído desde lo catalán es perfecto, desde el emigrante adquiere tonos de ironía.
Y esrto no se refiera a desprecios públicos u obligación de hablar el idioma o temas de estos en los que ni entro ni quiero entrar aunque no los veo tan graves como se dice sin conocimiento de causa. Me refiero a la esencia del ser catalán como nación de acogida.
¿Cómo podemos llegar a aceptar los catalanes que «español o españolista» sea un concepto peyorativo. Huir de eso, con toda la catalanidad y españolidad a cuestas es irse al bosque.
Añadiré algo que me viene al pensamiento: en Castilla, por razones diversas, la historia se ha enfrentado siempre a Cataluña (a Aragón como corona y posteriormente al Principado) desde el mismo momento en que los Infantes de Aragón salierona uña de caballo para refugiar su linaje en coronas periféricas: Navarra y Cataluña.
?Que se hizo del rey Don Juan?
Los infantes de Aragón
¿que se hicieron?
¿Que fué de tanto galaán,
que de tanta invención
que trajeron?
Y tengo conocidos que niegan validez (hoy todavía) al Comprimiso de Caspe.
Hola a todos:
Luis otro apunte. Para los historiadores nacionalistas catalanes, el mejor rey de España fue Carlos II por el gran miedo que hubo en la Corte a que se repitiesen los sucesos de 1640 pero con un rey sin vida y por eso se dio el gran impulso de los fueros. De vez en cuando tambien leo algo sobre la no aceptacion del Compromiso de Caspe, cuando creo que era Vicens Vives (no se la obra) quien defendia que fue la mejor solucion.
Saludos a todos.
Si, Wallenstein, Vicens Vives, a quien no se le puede negar catalanismo y nacionalismo, es sobre todo, un historiador de una honradez intelectual irreprochable, a la par que de una profesionalidad que le llevó acrear la escuela de la historiografía moderna española.
De acuerdo contigo en los de Carlos II aunque tuvieron muy buena relación con Carlos I. No obstante yo no me estoy refiriendo a la historia a lo largo de ella com proceso, sino a hechos que detectan un estado de ánimo.
A mi el problema moral del «asimilado» me ha interesado siempre, y es a raiz de mi lectura de la Arendt cuando empiezo a mirar algunas corrientes históricas buscando al «asimilado y al sionista», como modelos de comportamiento; ello naturalmente me lleva a buscar al asimilador y/o rechazador. Se trata de la aplicación de un modelo ajeno que sirve para comprender algunas cosas.
Un afectuoso saludo.
Hola Luis:
Al mencionar el Neoforalismo me referia a ese «victimismo» del que hacen gala algunos. Parece que todos los males vinieron por Caspe y que el patetico reinado de Carlos II fue una epoca luminosa. A eso me referia. De acuerdo con el problema del asimilado / asimilador.
Saludos a todos.
Y yo de acuerdo con tu punto de vista sobre el «neoforalismo».
En cuanto a lo que dices del Compromiso y Vicens Vives, transcribo sin traducir de «Noticia de Catalunya», editado por 61 en la colección «Les milors obres de la literatura catalana».
«Prescindint de l’explicación d’altyres processos històrics que converteixen el Compromís de Casp en nus cabdal de la política de la Corona d’Aragó, es pot assegurar que per a l’esperit pactista catalá el resultat fou paradoxalment favorable. Paradoxalment, perque si bé d’una banda aixecaba la il.lusió d’una monarquía elegida – i per tant obligada a servar els pactes i condicions amb què rebía la senyoría- d’altra banda encimbellava en el tron una mena de gent acostumada a Castella a manar sense traves, puix que allá el pactisme, per bé que existent, formaba una capa de doctrinarisme abstracte i ineficaç. Calgué que s’escolessis tres generacions perquè un princep Trastamara – Ferrán II- comncés a capir el joc mental politic del poble: respecte absoluty a l’autoritat absolutamente respectuosa a les lleis pactades».
Vicens Vives entiende el pactisme catalán como una manera clara de convivir, que exclute cualquier tipo de asimilación por una y otra parte a cambio de un respeto absoluto a las leyes pactades y a los deberes y derechos de la comunidad.
Este párrafo, inserto en una obra capital, creo yo, y de fácil lectura por su brevedad (179 páginas) podría ser un punto de partida para una comrpensión del futuro que sin hacer tabla rasa con ninguna posición, alcanzara niveles de lealtad y confianza.
Luis, Wallenstein,
El mismo VV, en la misma Noticia (cito de lejana memoria) venía a decir que España no terminaría de bien funcionar mientras no hubiese un entendimiento de fondo entre Castilla y Cataluña…
Q.-
PS. Al margen de la exactitud a comprobar de mi memoria, a nadie se le oculta que la Noticia de VV es un libro sencillamente imprescindible. Josep Pla y una página mal explorada de la construcción de Cataluña.
Estoy de acuerdo, Q. Deberían ller en Cataluña como libro de texto y en el resto de España como ayuda para la comprensión. Le pasa lo que al Quijote y a La Rebelión de las masas. Corro a leer tu artículo sobre Pla.
Ya es tarde para arreglar las cosas a base de encuentros poeticos o recuerdos de pasados mejores. Las mentiras de ZP han sellado el fracaso de la España plural, y ahora solo queda la independencia, por dificil e incluso dolorosa que pueda ser, que lo sera, porque Espanya se parece mas a Sebia que a Inglaterra. Hasta ahora mismo jamas me hubiera visto a mi mismo en el carro independentista, ahora ya no me puedo ver en ningun otro carro.
Ramón,
De todo hay en la Viña del Señor.
Un general de mediados del XIX decía que para gobernar España es necesario bombardear Barcelona cada medio siglo.
No sé, no sé..
Q.-
Debo reconocer que no entiendo la lógica tremendista de Ramón, no que no la comparta (eso es obvio) sino que no la entiendo. No creo que sea cuestión de entrar en debate, pero si de afirmar que siempre han habido tiempos peores y mejores, y el futuro puede deparar lo mismo. La idea de «no queda sino…» es la parte tremenda y obcecada de la postura política. Si queda, y mucho…
Quinyo, me permitiras que yo siga a lo mio al intentar entender el «affaire Pla»
O sea, el no incluir a Pla en la Academia fue una decision politica? Por ser catalan? Supongo que no porque actualmente hay academicos catalanes… O porque estaba ideologicamente vinculado a algun proceso tildado de excesivamente nacionalista? Eran las circunstancias tan diferentes entonces?
Luis,
El problema de base es donde acaba la integracion y empieza la asimilacion. Que varias culturas muy diferentes convivan siempre genera tensiones. El ejemplo lo tenemos hoy con los inmigrantes de origen africano. Hasta que punto se pueden sentir ellos «asimilados»? Cierto es que el inmigrante de otras partes de Espanya en Catalunya es mucho mas parecido al «autoctono» catalan culturalmente y que el choque deberia de ser menor, pero me temo que aqui entran en juego otros factores no-culturales.
Sobre el «judio» que cambia de opinion al ser naturalizado, en EE.UU. hay un ejemplo relativamente parecido y muy curioso, a mi parecer: Alberto Gonzales, Fiscal General. Descendiente mas que probablemente de inmigrantes ilegales mexicanos, es ahora miembro de una administracion acusada de poner fuertes trabas a la inmigracion procedente del mismo pais.
Ramon, una pregunta muy rapida: por que es tarde?
Jordi,
Tal como yo lo recuerdo, la cosa era mucho menos “maquiavélica” y más sórdida. Cuando la primera intentona de Cela… Pla ya era un Maestro indiscutido, con muchos inconvenientes. Para los castellanos era un tipo raro, mal conocido, con una inquietante ironía y una peligrosa tendencia a escribir en catalán de cosas catalanas. En la Academia, la gente más potable (Dámaso Alonso, Luis Rosales) conocía poco y mal la literatura catalana.
Cuando mi iniciativa suicida… Pla ya tenía en la Academia amigos y grandes valedores (Cela, Delibes), que tenían una pasable tendencia a mirarlo por encima del hombro. JM Espinás cuenta en su último libro que Delibes veía la literatura catalana algo así como una cosa costumbrista.
Por mi parte… publiqué en Destino e hice varias intervenciones en TV (junto a Carlos Sentis; y, en solitario) diciendo que Pla estaba entre Lucrecio y Virgilio… Las primeras páginas del libro sobre Cadaqués me siguen pareciendo dignas de Lucrecio. Y la cosa de Virgilio es muy simple: toda la obra de Pla es un inmenso proyecto de construcción de Cataluña, aunque los catalanes no lo sepan y lo hayan menospreciado siempre. Como verás una defensa tan entusiasta tenía muchos inconvenientes. En Cataluña siempre me han mirado como un murciano redicho. Y en Madrid soy sospechoso de lo peor. Por su parte, sobre Pla siempre ha dominado una hipocresía de insondable mediocridad. En Cataluña se le ensalza: ahora que está muerto. Siempre le negaron lo esencial. En Madrid lo citan, dejando al descubierto una insondable ignorancia.
Cuando, hace siglo, le comenté todo esto por lo menudo a Luis Rosales… Luis me escuchó en silencio para terminar respondiéndome con un “¿estás seguro de lo que dices?”. “Si, Luis, si”, le dije.
Así las cosas, la banda de viejecitos mediocres que dominaban la Academia no estaba para tales impertinencias. Una defensa más o menos semejante hice de Rosa Chacel. Pero los mismos viejecitos prefirieron meter en la Academia a una murciana muy honrada y simpática, de otro tonelaje literario, francamente.
Las sospechas de catalanismos irredentos (Pla) y republicanismos libertarios (Chacel) lo complicaban todo. El progreso es el eterno retorno de la catástrofe, decía WB,
Q.
Jordi: tienes razón que el problema está en la dfinición más o menos exactas de los límites entrevintegración y asimilación. Podríamos dar a esto una dimensión con lectura marxista y tratar de encontrar las manchas de la emigración por áreas. O por el meritoriaje de los inmigrantes que alcanzan un destino mejor (Montilla ó Lara serían dos caras de la misma moneda). Entiendo además que no es lo mismo llegar que recibir. Todo esto es muy vago y es, para mi, antes una cuestión de olfato, que de estudio en profundidad. Te pondré un ejempolo: cuando militaba políticamente, desde 1960 hasta 1976, encontraba a responsables políticos de apellidos históricos catalanes como únicos representantes (o casi únicos) de los políticos antifranquistas. Te hablo por ejemplo: Raventós. Obiols, Pallach, Serra, Molinst, Guell, Canyellas, Miró i Ardevol, etc. Y me llamaba también la atención que a los nombres castellanos (es expresión para entendernos) en el PSUC se les catalinazaba: Antoni Gutioerrez Díaz, Gregori López Raimundo…
Y para terminar, aquí, en los años cincuenta mientras en el seno de mi familia más asimilada se usaba el apelativo de charnego para la otra menos (murcianos de Cartagena), en USA se usaba el contratipo: wasp para definir al modelo social dominante, en contraposición a niger o chicano, minorias ni integrada ni asimiladas más que por unidades. El libro «Els altres catalans» fué un éxito de ventas y recuerdo la conferencia a la que asistí en Esade en la que Jordi Pujol definió al catalán como aquel «que vive y trabaja en Catalunya». Hoy me temo que las señas de identidad son más complejas.
Lo siento, es un totum revolutm que me gustaría ordenar algún día.
Me adhiero a tu pregunta a Ramón.