En verdad, la edición castellana de El Estado cultural. Ensayo sobre una religión moderna [La cultura, la escuela, las literaturas, amenazadas por el Estado] incorpora nuevos capítulos a la obra que yo presenté en castellano hace dieciséis años. De ahí la oportunidad de volver a la obra de Fumaroli, que bien ilustra la inconclusa guerra entre los Titanes y los Inmortales. Un gentleman solo defiende causas perdidas.
Historiador, ensayista, crítico literario, académico, conferenciante cosmopolita, Marc Fumaroli (1932), es un aristócrata de las letras y el espíritu; y toda su obra puede entenderse como una defensa e ilustración de las bellas artes de la retórica y la literatura, que no solo dan un sentido a todas las cosas de la vida, si no que bien pudieran ser el fundamento último de la vida moral, amenazada, cuando el Estado se intenta entrometer en los negocios de la cultura.
Los grandes libros profesorales de Fumaroli (Historie de la rhétorique dans l’Europe moderne, 1450-1950; La Diplomatie de l’Esprit; L’Áge de l’éloquence) son monumentos de erudición universitaria, puestos al servicio del gran arte literario, capaz de crear una arquitectura espiritual mucho más honda y perdurable que las cambiantes cosas del Estado, cuyas tentaciones ilustradas jamás consiguen imponer normas de vida tan perdurables como la retórica clásica. Véase Racine y los jansenitas, comparados con Luis XIV.
Sus memorables ensayos de crítica literaria (Chateaubriand: poésie et Terreur) ilustran con mano maestra la victoria final de la retórica (Chateaubriand) sobre los profetas armados (Robespierre, Napoleón). Sus ensayos de varia naturaleza (Quand l’Europe parlait français) nos enseñan a leer los clásicos para mejor desconfiar de los ideólogos. Desde tal óptica, sus ensayos estrictamente políticos (L’État culturel) son lecciones magistrales sobre la destrucción de la cultura a través de las nuevas oligarquías burocráticas, populistas, demagógicas, convirtiendo el Estado en pavoroso instrumento de desertización moral, aventando basuras publicitarias con las que “entretener” a la opinión pública con pasatiempos desalmados.
No en vano, Fumaroli fundó, con Jacqueline de Romilly, la Association pour la sauvegarde des ensegnements littéraires, y fue invitado por Alain Bloom a pronunciar varias conferencias ante el Committee for Social Thought de Chicago: lo esencial de su obra es la preservación de las cosas del espíritu, amenazadas por las cosas de la Tecnología y el Estado, a través de la enseñanza de la disciplina retórica de la estirpe más noble.
En bastante medida, a través de la enseñanza de la retórica, el cultivo del Verbo, la afirmación del Logos, el hombre de palabra construye moradas para la vida moral, amenazada por las mafias filantrópicas, privadas, burocráticas, estatales. De ahí que la defensa de la libertad, en nuestro tiempo, también pase por la defensa de todas las disciplinas de la palabra, amenazadas por la tiranía endemoniada de los medios de incomunicación de masas.
Joaquín says
Más gimnasia y menos latín… (Qui dixit?)
JP Quiñonero says
Joaquín,
Ni idea…
¿Franco? ¿Alfonso Guerra? ¿Castro? ¿Hugo Chávez? ¿Perón? ¿..???
Q.-
Luis Rivera says
Si tu lo recomiendas lo pediré a mi librera, Q. Ya te contaré.
JP Quiñonero says
Luis,
Francamente potable..
Q.-