La brillante polémica entre Mr. Bostezo y Maty, con motivo de Dos Cataluñas irreconciliables ha preludiado a su manera el agrio debate político sobre el concepto “discutido y discutible” de nación (¿España? ¿Españas? ¿Cataluña? ¿Cataluñas?, etc.), indisociable, quizá, del futuro de la convivencia cívica.
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Que Maty y Mr. Bostezo discutan con tanto brío en este Infierno quizá sea útil para los lectores interesados en tales cuestiones (comenzando por mí, claro está). Que un aspirante o presidente de Gobierno (ZP, Ibarretxe, Rajoy, Maragall, u otros) entren con ligereza en tales cuestiones culturales tiene inflamables riesgos conflictivos para la convivencia:
● Si el concepto de nación española es discutido y discutible, ¿porqué no aceptar el principio de un referéndum en Euskadi?
● Si el concepto de nación española es discutido y discutible, ¿será menos discutible el concepto de nación catalana, a la vista de los resultados del último referéndum catalán? [Cataluña invertebrada].
● Si los conceptos de nación son discutidos y discutibles, ¿pueden los creyentes en este o aquel concepto nacional (español, vasco, catalán, etc.) imponer a los no creyentes su propia visión del concepto de nación?
● ¿Cuál es la razón aritmética, minoritaria o mayoritaria, que justifica el concepto de nación (histórico, cultural, étnico, político, administrativo) a imponer tras una consulta electoral?
● Aceptado como principio retórico tal relativismo, ¿cómo olvidar la existencia de partidarios de un patriotismo constitucional que desconfían de las tribus, patrias y naciones..?
● Cervantes y Gracián, sospechosos de delito secesionista.
● España y sus nacionalidades escindidas.
● España. Naciones escindidas, odios arraigados.
● JP Fusi: «El nacionalismo vasco fue un factor de división desde el primer momento».
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A título meramente informativo, retomo por orden alfabético las informaciones sobre lo “discutido” y lo “discutible”, que han terminado por desembocar en el actual campo de minas patrióticas y “patrióticas”.
ABC, 18 noviembre 2004.
Zapatero afirma en el Senado que nación es un concepto «discutido y discutible»
MANUEL MARÍN
MADRID. Inmerso el Congreso en los últimos trámites del debate sobre los Presupuestos, Gobierno y PSOE trasladaron ayer al Senado la agresividad y la ironía habituales en las sesiones de control al Ejecutivo en la Cámara Baja. Por deseo de José Luis Rodríguez Zapatero, era la primera vez que un presidente del Gobierno acudía a la Cámara alta para someterse a una sesión de control y las expectativas no se vieron defraudadas porque, pese a la impecable cortesía en las formas, el cruce de reproches de fondo entre Zapatero y Pío García-Escudero, portavoz del PP, fue de magnitud.
Zapatero respondió a cuatro preguntas. La primera de ellas a García-Escudero, quien indagó en si el jefe del Ejecutivo considera ya superado el concepto de nación establecido en la Constitución. La pregunta tenía su raíz en recientes afirmaciones de Zapatero, según las cuales no hay diferencias entre nación y nacionalidad.
García-Escudero le acusó de falta de rigor en sus expresiones, de generar confusión, alarma y desconcierto, de frivolizar con el significado de la soberanía y con los contenidos de la Carta Magna, de dar oxígeno a los nacionalistas que pretenden «destruir» el vigente modelo de Estado e, incluso, lo situó por debajo «de cualquier estudiante de primero Derecho».
Zapatero, ante una Cámara prácticamente repleta para la ocasión, no quedó a la zaga: «Desde que tengo uso de razón me han asustado las afirmaciones categóricas, indubitadas y que rezuman fundamentalismo», contestó al portavoz del PP para censurar el inmovilismo que, a su juicio, demuestra el PP, en la retórica del discurso sobre el concepto de nación. Y, por supuesto, devolvió la bofetada a García-Escudero reafirmándose en que si hay un concepto «discutible y discutido en la teoría política y en la ciencia constitucional» es precisamente el de nación… «es algo que, en efecto, sabe cualquier estudiante de Derecho», le espetó.
«Muertos por defender la Constitución»
El debate, en cuyo manejo el presidente del Senado, Javier Rojo, se mostró generoso con los tiempos, especialmente con García-Escudero, comenzó con la expresa apelación de éste a Zapatero para que «ratifique o desmienta su afirmación acerca de que no hay diferencias entre nación y nacionalidad». Zapatero respondió que «como no podía ser de otra manera, el Gobierno considera plenamente vigentes los conceptos constitucionales en todos sus preceptos», pero añadió que el Ejecutivo tiene la «obligación intelectual» de constatar que «en algunos casos estamos ante conceptos discutidos y discutibles, afortunadamente, para el objetivo de buscar una convivencia compartida en un proyecto común, que es España, que se rige por la Constitución y que busca que sus pueblos, sus identidades y sus singularidades estén cómodas en él».
No convenció la respuesta a García-Escudero, que atacó en la réplica a un Zapatero preso de «hipotecas» con los nacionalistas por «especular» y atribuir al concepto de nación un significado u otro «en función de los intereses particulares que se deseen en cada caso». «Sin la nación española tal y como viene en la Constitución, el propio Estado de las autonomías sería de difícil comprensión -dijo-. En la Constitución la diferencia entre nación y nacionalidad es muy clara. La Constitución no es un pacto entre otras soberanías».
Pero Zapatero contestó que ni siquiera García-Escudero distingue «entre nación y nacionalidad», un concepto este último «innovador» en la Carta Magna de 1978 para «buscar un gran lugar de encuentro para ese proyecto común de convivencia, que es la esencia de la Constitución». «Hay un derecho incuestionable a la autonomía de pueblos y de entidades, nacionalidades, o como usted quiera denominarlas», concluyó.
No había lugar a una nueva réplica de García-Escudero. Por ello, aseguró a la Prensa que «salgo más preocupado que cuando entré» y tildó a Zapatero de «irresponsable» por haber acusado al PP de «fundamentalista sólo porque defendemos los principios de la Constitución. Y por defender estos principios han muerto muchos españoles».
El discurrir de las otras tres preguntas que respondió Zapatero -al PNV, a CiU y a la Entesa Catalana de Progrés- no tuvo un tono tan áspero. El jefe del Ejecutivo adelantó al PNV que tendrá difícil conseguir la devolución de la que fue sede de la Delegación vasca en París y ahora del Instituto Cervantes; a la Entesa le reafirmó su compromiso de «superar el centralismo de las infraestructuras» en pro de una concepción menos «radial», pero sin incurrir en «desequilibrios territoriales»; y ante CiU se comprometió a agilizar, en lo posible, la licitación de las obras para el «cuarto cinturón» de Barcelona.
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El País, 18 noviembre 2004
El presidente se somete al control del Senado y dice que el concepto de nación es «discutible»
CARLOS E. CUÉ
José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió ayer en el primer presidente democrático en acudir al Senado para someterse a una sesión de control. Con ello cumplía otro paso más en su compromiso de revitalizar la Cámara alta. Allí se enzarzó en un debate teórico sobre el concepto de «nación», del que dijo que es «discutible», con el portavoz del PP, Pío García Escudero. Después de que éste defendiera que no puede haber otras naciones dentro de la nación española, el presidente pidió al PP que abandone el «fundamentalismo» a la hora de hablar de España.
La primera comparecencia del presidente del Gobierno en la sesión de control del Senado para responder a cuatro preguntas (PP, Entesa, PNV y CiU) mostró a un Zapatero dispuesto a explayarse -estuvo más del doble de tiempo de lo habitual en el Congreso- y con ganas de mantener un debate teórico con el portavoz del PP, Pío García Escudero.
«Cualquier estudiante de Derecho sabe que en nuestra Constitución, el término nación se reserva exclusivamente a la española», le espetó Escudero, quien le pidió que hablara como ex profesor de Derecho Constitucional.
Zapatero prefirió hacerlo «como persona que se aproxima sin ningún tipo de prejuicio a este concepto». Y desde allí recogió el guante: «Quizá no haya un concepto tan discutido en la teoría política y en la ciencia constitucional como el de nación, y es algo que sabe en efecto cualquier estudiante de Derecho».
El presidente aprovechó también otro guante de su oponente para animar a sus senadores. «Sabemos que usted está en una situación difícil, que tiene que estar permanentemente haciendo frente al pago de unas hipotecas políticas para mantenerse en el Gobierno», le había dicho Escudero entre los aplausos desde el PP y la indignación socialista, en un ambiente un tanto bronco. Zapatero se encargó de sacar la sonrisa a los dos lados del hemiciclo cuando contestó: «Le agradezco su afirmación de que estamos en una situación difícil. Tengo que reconocerle que no me cambio por la suya ni por la de su grupo, como puede todo el mundo comprender».
Zapatero y Escudero, que tenían bastante tiempo para exponer sus opiniones, dejaron muy claras las diferencias del modelo de debate sobre la reforma constitucional que uno y otro defienden. Escudero insistía: «El Estado no es otro que la nación misma, y por eso quienes aspiran al reconocimiento de una supuesta nación dentro del Estado español no pretenden mejorar nuestro modelo de Estado, sino cambiarlo o destruirlo». «No se puede relativizar con términos como nación. Sin la nación española, el propio estado de las autonomías sería de difícil comprensión. La nación es un todo y las nacionalidades o regiones son las partes que integran ese todo», insistió para acabar citando a Ortega y su «proyecto común».
Zapatero expuso una visión opuesta. «Jurídicamente, es evidente que la personalidad del conjunto la tiene el Estado, pero para nuestro futuro desarrollo histórico de un proyecto común conviene abandonar el fundamentalismo». Al usar esta palabra refiriéndose al PP, los senadores de este partido se indignaron, empezaron a protestar y casi no se oía al presidente, que seguía. «Conviene dejar de utilizar con carácter partidista conceptos que nos unen a todos, como el de España, como el de nación, como el de naciones o como cualquier otro». Por último, Zapatero ofreció al PP una salida: «Invito a su grupo a que contribuya a que cuanto antes tengamos un Senado constitucionalmente como Cámara de representación territorial».
Escudero se indignó tanto con esa acusación de «fundamentalistas», que en los pasillos comentó: «Zapatero frivoliza. Nos llama así por defender los principios de la Constitución. Pero es que por defender esos mismos principios ha muerto mucha gente, no sólo del PP, también del PSOE y de la Guardia Civil».
Las otras tres preguntas fueron de contenido claramente territorial. El portavoz del PNV, Joseba Zubia, pidió a Zapatero que interceda para que este partido recupere la propiedad del actual Instituto Cervantes en París, que era la sede del Gobierno vasco en el exilio hasta que en 1951 Francia se lo entregó al régimen franquista. La mera mención, en su primera frase, de la «sublevación militar de julio del 36» provocó fuertes rumores en los bancos del PP. Zapatero dijo: «Hay cosas que no me han sorprendido, como que algunos se sorprendan de sus afirmaciones sobre la sublevación militar». El presidente dijo que respetará lo que digan los tribunales sobre el edificio.
Pere Macias (CiU) le pidió que impulse la construcción del llamado cuarto cinturón de Barcelona. Zapatero contestó, después de saludar en catalán con un «bon dia», que lo hará. Y Carles Bonet, de ERC, enmarcado en Entesa, le preguntó si piensa cambiar la concepción radial de las infraestructuras. Zapatero se comprometió a «ir superando una visión estrictamente centralista y exageradamente radial».
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La Vanguardia, 19 noviembre 2004
¡Oh, la nación!
FERNANDO ÓNEGA
La semana política le ha traído sobresaltos al ciudadano con los confusos avisos de quitar los beneficios fiscales en planes de pensiones y vivienda. Ha deparado nuevas sorpresas en la investigación del 11-M. Permitió al Gobierno airear un impecable discurso ético ante el indulto de Rafael Vera. Pero fue, sobre todo, la semana en que se abrió de forma inesperada el gran debate sobre el concepto de nación. Ocurrió en el Senado, en la primera sesión de control a que se sometió el presidente Zapatero en esa Cámara.
La discusión entre el portavoz del Partido Popular, señor García Escudero, y el presidente indica muy bien por dónde irá la polémica.Tenemos un partido conservador que se agarra a la Constitución y no entiende cómo un jefe de Gobierno puede aceptar que el término nación no sea aplicado en exclusiva al conjunto de España. Y tenemos un gobernante que asume que la actual concepción de la nación puede ser revisada. Para el PP, el gobierno sería poco menos que irresponsable y, en todo caso, un rehén de los nacionalistas. Para el Gobierno, esa forma de pensar es fundamentalista.
El PSOE, si recordamos unas recientes palabras de Rodríguez Ibarra, tiene asumido que hay comunidades autónomas que se puedan llamar nación. «Si son españoles, que se llamen como quieran», dijo en entrevista radiofónica. Por eso no hubo tensión notable en la última reunión de su Comité Territorial en Segovia. Allí Rodríguez Zapatero mostró tanta confianza, que llegó a decir que el problema autonómico es el que menos le preocupa de cuantos tiene sobre la mesa. Los asistentes salieron convencidos de que su secretario general va a enfocar la cuestión con autoridad y audacia.
Es una pena que esas sensaciones no puedan ser transmitidas al resto de la sociedad, porque ¿qué piensa el conjunto de los ciudadanos? Todavía no lo sabemos. Lo único seguro es que este asunto no figura entre los grandes problemas que se confiesan a los encuestadores del CIS. Como diría don José Bono, no se encuentran manifestaciones que vayan por la calle reclamando la revisión del concepto. Las reacciones en los medios informativos de difusión estatal oscilan entre el interés muy limitado y una mirada displicente que ayer resumía así un analista: «Con los problemas que tiene planteados este país, ahora inventan éste. Y todo, por tener contentos a Maragall y a Carod-Rovira».
Ese es el clima, en mirada superficial. Podría decirse que, de momento, es tranquilo. Pero a nadie se le oculta que estamos ante una cuestión que levantará pasiones.
Se oirán voces que dirán que se está desmembrando España. Ya hay quien proclama que arrancar la definición de nación para Catalunya es un paso más en la estrategia de nacionalistas e independentistas, que después se pondrán a pedir otra cosa, porque son insaciables. En este sentido, dirigentes importantes, comoE rnest Benach, deberían ref lexionar si es prudente calentar la polémica con la reclamación del País Valencià y las Illes Balears para la nación catalana.
Pero el debate está lanzado. La novedad trascendente es que Rodríguez Zapatero es el primer presidente del gobierno de España que considera el concepto de nación como «discutido y discutible». No hay nada cerrado. Vendrán infinidad de discursos y ríos de tinta. Zapatero sabe que se la juega. O resuelve la cuestión territorial para otros veinticinco años, o lo arrastra la corriente. No hay términos medios. Dicho en otras palabras, la alternativa es la gloria o el desastre.
maty says
Gracias por lo de brillante, aunque no lo comparto del todo. Hubiese sido más brillante si diese al botón de publicar una vez revisados los comentarios. Escribo a toda velocidad, tal como lo pienso, de ahí mis habituales errores sintácticos y algún que otro gramatical, fiándome en exceso de mi memoria. Eso sí, en mis anotaciones bitacoriles soy más cuidadoso.
En esta bitácora, los únicos brillantes, habitualmente, en el manejo de la lengua castellana sois Luis Rivera y tú mismo, los demás somos aprendices… ¿de brujo?
maty says
Que si la nación española, que si la vasca que si la catalana… y casi nadie en la red blogosférica hispana trata de la miseria que nos rodea en el primero mundo. Y luego muchos de ellos van presumiendo de «progres». Sí, de salón en todo caso.
DIARI de TARRAGONA Un abuelo de 79 años abandonado
Un ejemplo más de que los ayuntamientos están asumiendo competencias que en principio no les corresponden, ante la dejadez de las administraciones autonómicas. Por eso es conveniente, urgente diría yo, reformar la Constitución Española, para reordenar las competencias de Estado, Autonomías y Municipios.
El Estado, reasumiendo la Educación y la Seguridad, ante la deslealtad de algunas autonomías y por su ineficacia demostrada en la gestión.
Las Autonomías otro tanto con los Municipios, que es el poder más cercano al ciudadano.
Al final, lo realmente importante es optimizar los recursos públicos, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos españoles. Tanta burocracia sobrevenida es contraproducente, además del excesivo poder que tienen las castas políticas en las autonomías respectivas, que han reproducido el centralismo estatal anterior en versión autonómica.
Remi says
Despues de la charlataneria vayamos al diccionario de la Real Academia:
Nacion 1. Conjunto de los habitantes de un pais regido por un mismo gobierno
Nacion 3. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradicion comun
En mi opinion, el significado 1 se refiere mas bien al estado-nacion a la francesa inventado en el siglo XIX, y lo segundo a la nacion a la centroeuropea, bastante mas antiguo. Yo estoy por este ultimo significado, y los Maties estan por el mas burocratico primer significado, que insisto no es el de nacion sino el del estado-nacion. Creo que ambos significados estan bien claros, que cada cual escoja el que prefiera. A que discutir mas? Solo para liarla?
Sobre eso de que el resultado del ultimo referendum, y supongo que se refiere a la considerable abstencion, pone en cuestion si Cataluña es una nacion, pues solo decir que quien tal dice no sabe de que va. Yo catalan y indepe, o sea alguien que cree saber cual es su nacion, no quise refrendar con mi voto el pastiche de Estatuto que los politicos habian pasteleado con el gobierno español faltando a su compromiso. Que en el Bajo Llobregat se abstienen a tope en las autonomicas? Logico, saben que las cosas de Cataluña no van con ellos, y muchos lo confiesan sin ningun rubor. Saben quienes son, saben que su nacion, en el significado 3, que es el autentico, es otra. En Cataluña hay elementos de, al menos, dos naciones. asi es, guste o no.
Remi says
Maty, aqui estan tus principios y su aplicacion a la vida real, de lo que no me cabe la menor duda de que estas perfectamente informado:
El Tribunal no permet el català al judici per Isanta
La magistrada del cas, Ana Ingelmo
El Tribunal no ha permès declarar en català a un dels testimonis durant el judici per l’apunyalament i posterior mort de Josep Maria Isanta durant les festes de la Patum de Berga del 2005. El motiu és que dos dels acusats sostenen que no entenen el català -tot i viure a Berga- i que aquests comprenguin el contingut de la declaració en contra seva és, per la magistrada Ana Ingelmo, més important que el dret que té el testimoni d’escollir en quina llengua vol parlar.
El testimoni que declarava en català en aquells moment era un dels amics de Josep Maria Isanta, que també va ser agredit durant els fets del 2005 a Berga. En el tercer dia del judici cap dels menors acusats ha volgut declarar sobre els fets, atenent-se a un dret que els hi atoegala llei per estar acusats pel mateix cas.
D’altra banda, el judici per la mort de Josep Maria Isanta, el 27 de maig de 2005, quan va ser apunyalat durant les festes de la Patum de Berga, va escriure un nou episodi el passat 2 de setembre quan el tribunal va accedir a reproduir una conversa telefònica que va mantenir, des de la presó, l’acusat Raúl Bravo amb la seva mare, Cristina Ballesteros, el 6 d’abril del 2006.
El diàleg, reproduït per El País, és el següent:
Raúl: – Parece que hayamos matado al hijo del Rey en vez de a un subnormal.
Mare:- Ya… mira, es lo que parece…porque vamos, ni que fuera…Ya ves tú.
Raúl:- Ni que fuera el hijo del Rey, ya te digo yo.
Mare:- Sí, el hijo de un sirvengüenza como los demás. Pero bueno.
Raúl:- Un puto hijo de puta, hombre.
Mare:- Pues sí, cariño.
Raúl:- ¡Cojo y lo mato otra vez, ya te lo digo!
Mare:- No, hijo… Eso sí que no, mi amor (rialles).
Raúl:- ¿No? Ya ves… cómo van a flipar… Les voy a llevar el cadàver a la puerta del Ayuntamiento.
Mare:- (Rialles)… No digas barbaridades, Raúl.1319 lectures62 comentaris
Raúl:- ¿Que no diga barbaridades? ya te digo yo que van a flipar!.
Para mas informacion: http://www.e-noticies.com/actualitat/el-tribunal-no-permet-el-catal%e0-al-judici-per-isanta-29302.html, y tambien El Pais
Luis Rivera says
Q, es que te gusta provocar.
Maty, gracias por tu mención, inmerecida.
Hago mutis por el foro.
JP Quiñonero says
Luis,
¿¿¡???
Q.-
subal says
Vamos a esperar a ver cuando el señor Quiñonero formula la pergunta que escribía el otro día, esa que rezaba; ¿Algún escritor catalán en lengua catalana se atreverá a salir en defensa de Cristina Peri Rossi..?, pero ahora; ¿Algún escritor catalán, o murciano, en lengua castellana se atreverá a salir en defensa del amigo de Isanta a expresarse en su lengua ante un tirbunal?
Ah, claro, pero se me olvida, ¡el chavalín no es escritor, no es un intelectual, y la lengua que pretende usar no es la castellana! Que se joda, pues.