Me tropiezo con P* en la plaza de St. Sulpice. Lo veo en un estado tan penoso que no me atrevo a decirle lo que pienso sobre su lamentable explotación bajamente política de la figura y suicidio de André Gorz.
[ .. ]
Ya en casa, vuelvo a leer la última página de la Carta de Gorz a D., preludio al suicidio de ambos. Dice así:
[ .. ] La nuit je vois parfois la silhouette d’un homme qui, sur une route vide et dans un paysage désert, marche derrière un corbillard. Je suis cet homme. C’est toi que le corbillard emporte. Je ne veux pas assister à ta crémation; je ne veux pas recevoir un bocal avec tes cendres. J’entends la voix de Kathleen Ferrier qui chante “Die Welt ist leer, Ich will nicht leben mehr” (*) et je me réveille. Je guette ton souffle, ma main t’effleure. Nous aimerions chacun ne pas avoir à survivre à la mort de l’autre. Nous nous sommes souvent dit que si, par impossible, nous avions une seconde vie, nous voudrions la passer ensemble.
(*) El mundo está vacío. No deseo vivir más. Cita que tanto me recuerda la carta de otro suicida, el hermano de la Aloma de Mercè Rodoreda.
Joaquin says
Esto es un documento de la decadencia de la vejez. A un médico o a un psiquiatra seguramente no les sorprendería estos sombríos pensamientos. Así es la vida.
JP Quiñonero says
Joaquín,
Me atrevería a matizar… pensamiento de una pareja Sin hijos. En su día, me llamó desde Madrid el marido de otra pareja Sin hijos, hablándome del «ejemplo» y el «modelo». Cuando se tienen hijos, el problema creo que se plantea en Muy otros términos. El amor de Garcilaso en su legendaria Égloga también era un amor Sin descendencia…
Q.-
Luis Rivera says
Q, no estoy muy seguro sobre lo que comentas acerca de el amor con o o sin hijos. No me cabe la menor dudsa de que los hijos son un refugio y un aliciente, también una costumbre, pero en este tipo de análisis donde lo racional se adapta a lo emocional, el pensamiento es muy poderoso y desarrolla su lógica.
De hecho hay tres preguntas que van dirigidas directamente a la pareja:
– ¿Cómo soportar tu muerte?
– ¿Cómo soportar tu ausencia?
– ¿Para qué seguir viviendo? ¿Para la soledad? ¿Para la desesperación?
No puedo menos que recordar al anciano de Fresas Salvajes. En nuestra ciultura la presencia de los hijos genera dependencia entre las dos generaciones, y sentimiendo de propiedad en los padres. No existe eso que yo llamaría «necesaria intimidad o distancia» como para vivir la soledad del mayor y su propia indpendencia, paralelo al cariño. Yo conozco, realmente a muy pocos, padres independientes de sus hijos, y creo que en esa independencia el suicidio es una opción lógica.
JP Quiñonero says
Luis,
Dejando al margen las cosas catalanas (donde tu complicidad me consuela), en el terreno estricto de esta historia… creo que todas las opiniones honradas Merecen un Respeto. Cuando Gorz publicó su carta a su mujer, su honradez íntima me pareción trágica y bella. Cuando terminaron suicidándose, como él anunciaba en su carta, un año antes, la cosa me inspiró una Melancólica y Más que Profunda Emoción. He recibido varias llamadas de amigos, al respecto. Uno de ellos (de unos cuarenta y muy pocos años) me decía: «Yo haré lo mismo..». Cosa que me emocionó y entristeció. En definitiva, creo que se trata de algo íntimo, personal, muy íntimo. En mi caso, respeto la libertad de cada cual. Pero soy personal y físicamente hostil: claro que es muy fácil ser un creyente en la vida cuanto tienes tu vida resuelta, tienes una familia, vives a dos pasos de St. Sulpice y solo puedes (puedo) quejarme del poco tiempo libre que tienes (tengo), suspirando por trabajar menos…
Q.-
corsaria says
Esa cita me recuerda a otra de Delibes, al cual considero una persona extremadamente lúcida. Obviamente salvando las diferencias entre lo que dice Gorz y Delibes.
Fuente: El Mundo 14.10.2007
Saludos. 🙂
JP Quiñonero says
Corsaria,
Cuanto te agradezco tu recuerdo de Delibes, que es un buen hombre en el buen sentido de la palabra…
Q.-