FélixValloton,Verdún, 1917 O/L, 115 x 116 cm. Musée de l’Armée, París.
Recuerdo a Karl Kraus, profeta de su Apocalipsis y el nuestro: “Die deutsche Sprache schützt nicht mehr gegen jene, die sie sprechen”. “La lengua alemana ya no protege de quienes la hablan”.
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En nuestro caso, la lengua española dejó de protegernos de nosotros mismos desde el triunfo imperial de la ética y la estética de la Picaresca, cuando comenzó el inconcluso proceso saturnal de los españoles devorándose los unos a los otros, a través de una lengua que se goza en la profanación y destrucción del otro.
Vagabundeado desde hace días por las imágenes y el magnífico catálogo de una exposición de muy primera envergadura, [Museo Thyssen-Bornemisza, ¡1914! La Vanguardia y la Gran Guerra], recuerdo hasta qué punto seguimos descubriendo y volviendo a descubrir aquellos espantosos aldabonazos del fin del mundo; sin que esté muy claro que hayamos conseguido salir completamente del abismo donde fue precipitada nuestra civilización.
Las trompetas del Apocalipsis y las espadas flamígeras de 1914-18 y su prolongación, 1939-45, anunciaban muchas cosas. En el terreno puramente artístico, Dada (pasablemente ausente de esta expo.), los Ismos, las Vanguardias, etc., anunciaban un fin… finalmente agonal: las Vanguardias están muertas, y quedan las mismas preguntas, anteriores y posteriores. ¿Es posible la vida humana sin la figura humana, la cultura, el arte, expresiones materiales de eso que, en otro tiempo, llamábamos vida espiritual? ¿Es posible la vida humana cuando la lengua misma deja de ser la casa íntima de ser humano, profanada y convertida en un nido de víboras…?
Aquí y allá, grandes obras más o menos proscritas o sepultadas en el basurero universal de las naderías que nos venden como cosas “artísticas”, grandes movimientos proscritos por la historiografía oficial (la de las vanguardias muertas, justamente), nos hablan de la historia por escribir de las artes del siglo XX, en busca, todavía, de las encrucijadas donde perdimos la razón y tomamos voluntariamente el camino del abismo, el suicidio, el infierno y otras expresiones de la Nada Sin Mañana, en busca de las semillas ocultas en la tierra fría del olvido, a la espera que nosotros mismos volvamos a roturar nuevos territorios por explorar y repoblar, a través del arte que vendrá. Amén.
- Ramón Gaya y el destino de la pintura.
- Arte en este Infierno.
GeorgeGrosz,Suicide, 1916 O/L, 100×77.6 cm Tate Britain, Londres.
J. Moreno says
Querido Q, siempre caminamos detrás de una quimera.
MMarie says
No sè si lo entiendo… pero me siento reconfortada? Mr Q.
JP Quiñonero says
JMoreno, MmeMarie,
… JMoreno,
Bueno… hay quimeras y quimeras. A mi me gusta hablar de «horizonte utópico»… horizonte utópico de lo bueno, lo bello y lo justo, tan amenazados, hoy,
… MmeMarie,
A mi me reconforta su fidelidad crítica,
Q.-