Experiencia rara y fallida: gran comida en un gran hotel, preparada por cinco cocineros célebres, figuras estelares en el firmamento de la cocina cosmopolita celebrada a bombo y platillo…
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Sin entrar en el detalle lujurioso de los vinos, que merecería capítulo aparte, la mera lectura del menú de los cinco grandes cocineros se me antojaba muy prometedor:
Ferran Adrià, El Bulli, Oeuf Millénaire à la truffe, champignons et noisettes.
Dominique Gauthier, Hôtel Beau Rivage, Bonbon de truffe du Vaucluse en Surprise.
Nadia Santini, Dal Pescatore, Tortelli di zucca.
Eric Chavot, The Capital Hotel, Homard aux épices douces.
Erich Frechon, Hôtel le Bristol, Lièvre à la Royale.
Laurent Jeannin, Hôtel le Bristol, Précieux chocolat “nyangbo”, léger mascarpone rafraîchi d’une glace café torréfié.
Lo diré con franqueza brutal: el “huevo milenario, inspirado en la tradición china”, propuesto por Ferran Adrià me pareció un TIMO. Trufas invisibles e inodoras, champiñones y avellanas que parecían lentejas en gelatina ¿de bote? Lo de la cocina molecular y tecnoemocional sigue pareciéndome un invento infumable. Con todos los matices que se quiera.
La pasta preparada por Nadie Santini tenía su encanto, de olímpica mediocridad.
El bogavante de Chavot… de una mezquindad pavorosa. “No se puede comparar con el salpicón de marisco que preparamos en casa”, sentenciaba mi encopetada vecina de mesa.
La liebre Royale de Frechon… un clásico de la cocina burguesa de otro tiempo, de una insipidez penosa.
El chocolate del pastelero del Bristol… de una vulgaridad encomiable.
Salvaré con inmenso respeto el Bombón de trufas de Dominique Gautier, de una untuosidad perfumada que nos supo a poco a todos los comensales de mi mesa.
¿Por qué detenerme en esta minúscula ejecución sumaria, tras una olvidable comida a 500 euros el comensal..? Porque la cocina me merece un inmenso respeto. Y la metamorfosis que proclaman quienes viven de su orquestación publicitaria se me antoja un signo de bizantina decadencia, crapulosa.
- Gastronomía en este Infierno.
Seguramente voy a decir una tonteria, pero es que los de pueblo ya se sabe: ¡Jodeeerrr!
Gasolinero,
Entre mis comensales… pusieron por las nubes un gran restaurante (que no conozco) que, si no recuerdo mal, está en Pedroñeras, o por allí,
Q.-
«Las Rejas»: nombres largos para platos cortos ó como comer gachas sin mojar pan. (Al final se cargarán la cocina)
Gasolinero,
Ni idea, oye,
Q.-
Bon profit!… digo… ¡mi más sentido pésame! Y bravo por su franqueza brutal.
Teresa,
Donde se ponga la escudella i carn dolla de…
Gracias,
Q.-