¿Por qué continúa emocionándonos el arte griego..?
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Esa pregunta nos persigue desde el eclipse histórico de Atenas, florecidas sus semillas en Jerusalén, Roma y Europa. Nada más actual, cuando las imágenes endemoniadas destruyen el alma y la conciencia, desde la infancia, en la escuela; cuando nuestra existencia misma como pueblos está amenazada por la destrucción de los cimientos de lo bueno, lo bello y lo justo, donde se fundó la arquitectura espiritual de nuestra civilización.
M* me insta a leer con urgencia -y se lo agradezco- un artículo importante de Emilio Lledó donde se plantean tales cuestiones con meridiana claridad, comentando una exposición memorable, en el Museo del Prado, Entre dioses y hombres.
[ .. ] fueron ellos, los griegos, quienes la inventaron [la belleza] al debatir largamente sobre esa palabra «bello» (kalós), que junto con la «verdad» (aletheia) y la «justicia» (dike) marcaban y nutrían el espacio de la cultura, de la paideia. La cultura, entendida no como un bloque de artes, conocimientos y saberes, sino como un proceso, una construcción encarnada en la estructura natural, la physis; un dinamismo que convertía a ese animal atado a todos los instintos de los otros animales en animal que con el logos, con la palabra, con la capacidad de entender y crear, trascendía los límites de su propia animalidad y entraba así en un territorio absolutamente nuevo, el territorio de lo humano. Y en él, no sólo la palabra nos distinguía, sino también la mirada: el aprender a mirar y, desde esa mirada, descubrir el querer, el amar.
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Esa educación de la mirada es un antídoto necesario para ese chisporroteo de crueldad y violencia de muchos de los llamados videojuegos, y en los que, desgraciadamente, los jóvenes no son sólo sujetos pasivos en la visión de inacabables monstruosidades, sino que son personajes activos que practican, con las teclas adecuadas, la frialdad, la indiferencia ante un imaginario y siempre posible aniquilar, matar, suprimir. Nada que ver con los viejos tebeos de aventuras, incluso con las películas más o menos violentas. En el pulso de esos teclados se aprenden y domestican, como amarrados perros de Pavlov, los reflejos condicionados que suavizan y vanaglorian la muerte y el horror ajeno. [El País semanal, 18 enero 2009. Emilio Lledó, Lo bello es difícil].
La trama inextricable entre lo bueno, lo bello y lo justo es un tema central de este Infierno:
- Educación y Basura, en Caína.
- Farenheit 451, a 100 $ el libro.
- Clint Eastwood y nuestra(s) crisis.
- 1914, la crisis, la guerra, las vanguardias y el arte que vendrá.
- Rostropóvich: el arte nos hará libres….
- Rostropóvich, Huston y la precisión relativa de lo bello y la historia.
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MuseodelPrado, Ménade de Dresde, 22 diciembre 2008. Foto JPQ.
Hermosa Hermosura, Mr Q.
Mme Marie,
Qué alegría, leerla tan entusiasta, oiga,
Q.-
Alegria de vivir, la de la ménade…
Nina,
Y qué alegría…
Q.-
Enhorabuena señor Quñonero por sus acertados comentarios. Un saludo.
Luisa,
Oye, montonazos de gratitudes. Pero suprime la barba de ese «señor» en el que NO me reconozco nada. Graciasssssssss…
Q.-
Este párrafo es soberbio. Lo humano y la mirada. El logos, la chispa de la humanidad. Y sí, amor.
En el segundo párrafo patina, creo.
En todo caso el arte es belleza y la belleza es arte. Los Anapurnas son belleza (natural), es arte (¿de dios?). Detrás del arte siempre hay intención ¿Cual es la intención del universo al crear los Anapurnas?
El arte es dialogo. Es la expresión misma de la vida: dinamismo. Si no hay dinámica no hay vida.
El arte (humano) es pues dinámica entre dos puntos (individuo-individuo, individuo-sociedad).
El arte (humano) parte de herramientas materiales (las palabras, las pinceladas) limitadas para dialogar con lo inmaterial, lo ilimitado. Con tristes categorías encierra lo infinito.
El arte (humano) es estar vivo: de lo inconsciente a lo consciente, ya sea individual o colectivo (¿acaso no son lo mismo y la categoría una necesidad de lo limitado?).
¿Y la intención?
La mera acumulación de palabras y pinceladas no es arte, es repetición.
De lo pequeño a lo grande.
De lo simple a lo complejo.
Del caos al orden.
Del inconsciente al consciente.
Del bebé al abuelo.
De la ignorancia a la sabiduría.
De la guerra a la paz.
Del logos al amor.
¿Porque estamos vivos?
¿Qué diferencia el arte contemporáneo del resto?
¿Es legitima la categoría «arte contemporáneo»?
Albert,
Gogol ya hablama de almas muertas, para hablar de nosotros…
En Francia suele usarse una broma para hablar de arte contemporáneo: «art contempourrien«… creo que se entiende.
¡Cómo si pudiéramos dejar de ser contemporáneos de nosotros mismos..!
Entre ideas y almas muertas y arte contempourrien queda cerrado el círculo de la adoración de la nada, que es una forma contemporánea del Infierno:
Burros y tiburones compran burros y tiburones muertos, si,
Q.-
…creo que no. El arte contemporáneo no es el de «ahora». El alma tiene su propio tempo. Y mi edad no es la de mi pasaporte. Y el de mi pasaporte no soy yo. Y yo no soy el del espejo.
El tiempo del reloj no me interesa.
…y los tiburones son unos pececitos maravillosos..
Albert,
No, no… los tiburones son tiburones, temibles. Dicho esto, «yo, es otro«. Eso sí, AR dixit, claro.
Q.-