NewYork, ¿2008). Woody Allen y Evan Rachel Wood escuchan a Larry David durante el rodaje de Whatever Works.

Octavio Paz afirmaba que, en verdad, una de las más grandes tareas de los poetas y novelistas de principios del siglo XXI quizá sea la de intentar fraguar una nueva concepción del amor que sirva de fundamento a la amenazada identidad moral y espiritual del hombre de nuestro tiempo [Octavio Paz, la crisis, el amor y el trabajo de poetas y novelistas y El amor y sus metamorfosis]. Woody Allen ha filmado una obra maestra al respecto.

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Whatever Works es una pequeña / gran obra maestra: una comedia ligera, demencial, hondísima, feliz, luminosa, indispensable para sobrevivir, en efecto.

A través de las desventuras, venturas, descarríos y amoríos de un jubilata, una jovenzuela, los padres de la jovenzuela y los amigotes del jubilata, Woody Allen ilumina un fresco deslumbrante -para mí- por su risueña carrera, a paso de carga, por todos los descarríos, promesas, infiernos y paraísos del amor y sus metamorfosis, en nuestro tiempo.

Contar la historia sería privar al lector de jubilosas revelaciones. Apenas insistiré en lo esencial… el amor, los amores y amoríos de esos personajes permiten a Woody Allen volver a zambullirse en las tormentosas aguas de sus más viejas pasiones: la angustia, el sexo, el amor, la tragedia de vivir, los incontables dramas de la existencia, que basta con abrir un periodicucho para descubrir en sus infinitos meandros… instalado en el Corazón de las tinieblas (Joseph Conrad, ça va de soi), con el primer café y periódico del día, Woody Allen se embarca con su tripulación rumbo arriba por el río de la vida, contándonos sus maravillosos descubrimientos, para nuestro gozo e ilustración.

• Cine y Erotismo en este Infierno.