Anticipando la celebración de San Valentín, La Procure -que es la librería de referencia del arzobispado de París- recomienda la lectura de Ibn Hazm y Ortega.
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Ilustracióndeautoranónimo, andaluz o marroquí del siglo XIII, propiedad de la Biblioteca apostólica del Vaticano.
En su estantería de referencia, La Procure aconseja a sus clientes la lectura de la magnífica traducción francesa de El collar de la paloma (versión, prólogo y notas de Gabriel Martínez Gros) y algunos de los Estudios sobre el amor de Ortega, traducidos y comentados por Christian Pierre y Bernard Pautrat.
Ortega hablando del amor jamás me apasionó frenéticamente. Por el contrario, he leído, vuelto a leer y escrito mucho sobre Ibn Hazm, tras mi primera lectura adolescente de la traducción canónica de don Emilio García Gómez.
Martínez Gros da en su versión y prólogo un texto mucho más combativo, apasionado, acorde con la trágica realidad de la vida y la obra de Ibn Hazm, cordobés entre los más grandes, desterrado y perseguido en todas sus tierras andaluzas y españolas, donde jamás se le ha rendido recuerdo. Llevé a mis hijos a Játiva, donde fue escrito El collar, para intentar hablarles de todo eso… pero en Játiva Ibn Hazm sigue siendo un extraño, invisible.
El collar y el Libro del Arcipreste son dos aportaciones excepcionales a las nociones de amor donde se funda nuestra civilización. Confundidos los siglos y las cronologías, vuelvo a aspirar el perfume misterioso y embrujador de la poesía de Ibn Hazm, de quien los redactores de la sucinta biografía de la Wiki., en castellano, recuerdan un poema que no le hubiera importado firmar a Bertolt Brecht denunciando la quema de libros, en Berlín o en la Córdoba almorávide:
“Dejad de prender fuego a pergaminos y papeles,
y mostrad vuestra ciencia para que se vea quien es el que sabe.
Y es que aunque queméis el papel
nunca quemaréis lo que contiene,
puesto que en mi interior lo llevo,
viaja siempre conmigo cuando cabalgo,
conmigo duerme cuando descanso,
y en mi tumba será enterrado luego”
(Trad. de José Miguel Puerta Vílchez)
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- Octavio Paz, la crisis, el amor y el trabajo de poetas y novelistas.
- El amor y la crisis.
- Erotismo y Personal en este Infierno.
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Mercè says
Feliz recordatorio de Ibn Hazm, Q.
En lo que respecta a la cubierta de la edición francesa de Ortega, no voy a sacar conclusiones de la mujer a quien han partido la cabeza y negado su mirada para poner los créditos del libro… ¿De qué pintura se trata?
JP Quiñonero says
Mercè,
Fina, pertinente y quizá imprescindible observación: efectivamente, han mutilado el rostro de la mujer (¡olvidando que la mirada en esencial en el amor, justamente…!)… en la edición que tengo a la manos, también han olvidado poner el título de la obra y el nombre del autor… ¡¡¡!!! remitiendo al copy. de la cía. autora de la portada… un acto reflejo que dice lo que dice sobre las / algunas/os industrias / industriales del ramo,
Q.-
Jesús says
Hola, Juan Pedro: Se me pasó comentar sobre la traducción al español del Collar de la paloma (y la sombra de la nube sobre el amor y los amantes, que es el título completo) en su momento, así que te agradezco que vuelvas a sacar a colación a Don Emilio. Lo mejor que se puede hacer con el canon de Don Emilio es desmontarlo. Se intentó en los 50 pero el caudillismo sin vergüenza de Don Emilio y sus conexiones en el poder académico español lo impidió. Don Emilio fue, por supuesto, un hijo de su ‘linaje’, los Beni Codera, pero eso no lo exime de nada: solo explica su trayectoria y sus carencias –y algunas subsisten entre los arabistas españoles–. Algunas de esas carencias son tradicionales en la formación de los arabistas de otras nacionalidades (como se recuerda aquí, aquí, aquí y aquí), pero por razones distintas.
Pues eso: a deconstruir, a deconstruir, a deconstruir; empezando por un criterio que Don Emilio no utilizó nunca en su larga carrera porque no podía: saber la lengua con la que a uno se le supone que se gana la vida, en este caso el árabe.
JP Quiñonero says
Jesús,
Honradamente… me siento incapaz de entrar en ese debate. Afirmar que don Emilio no sabía árabe me parece francamente fuera de lugar, para mí. Lo del caudillismo tampoco me parece a estas alturas de mucho recibo, pero bueno… no sabiendo árabe -yo mismo- confieso mi devoción por sus traducciones y ediciones, que tanta influencia han ejercido en mí. Con todos los matices que sean oportuno, don Emilio es «santo de mi devoción».
Dicho todo eso… tomo muy buena nota de tus observaciones y las observaciones de tu colega arabista: ¡algo aprenderé leyendo vuestros trabajos…!!!!
Q.-
PS. Tu comentario está tan repleto de links que wordpress lo había tratado como spam… de ahí mi tardanza en descubrirlo e intentar responderte, con respeto, claro está.
Antonio Giménez says
Con lo de «saber árabe» Jesús se refiere a ser capaz de hablarlo, como cuando decimos que Fulano sabe inglés o Mengano sabe ruso. Más que estar fuera de lugar, yo diría que la rotundidad de Jesús es difícil de avalar con pruebas, por una parte, y admite matices por otra: el propio García Gómez decía que el árabe lo leía «con toda facilidad», pero que en la conversación necesitaba práctica porque lo había aprendido «como se aprende el griego clásico o el latín» (aunque a continuación se contradijera, afirmando que el egipcio y marroquí los había aprendido pero se le habían olvidado). Es decir, que sabía árabe como quien sabe latín, de modo que, en teoría, estaba tan capacitado para traducir a Ibn Hazm como lo está, por ejemplo, un japonés que sepa latín para traducir a Ovidio a su idioma.
Dicho esto, lo interesante de la reseña que el padre Quirós hizo de la traducción de García Gómez en 1952 no es tanto la crítica en sí («en total», dice Quirós, «las faltas que considero graves, por desnaturalizar el pensamiento del autor, ascienden a cincuenta y ocho»; un número, señala, «que no era de esperar en una versión que tiene por delante las experiencias de otras cinco europeas») como la reacción furibunda del traductor y su entorno. A mi juicio nada de esto invalida la versión de García Gómez («Scholars should not shrink from translating difficult texts», decía Gardiner, el egiptólogo. «At the best they may be luchy enough to hit upon the right renderings. At the worst they will have given the critics a target to tilt at»). Y en el fondo sospecho que, con su reseña, Quirós sólo buscaba una excusa para denunciar (y no sería el primero ni el último) la afasia de aquel arabismo, algunos de cuyos vicios, sin embargo, compartía. Yo entiendo que todo esto a Juan Pedro no le interese demasiado, pero creo que tampoco está de más saberlo, porque explica o ayuda a entender muchas otras cosas.
JP Quiñonero says
Antonio,
Si te tomas la molestia de leer algunas de las bibliografías de don Emilio, incluso mi bibliografía personal, tendrás alguna información sobre lo que yo pienso de don Emilio y su obra. Sobre las críticas a algunos de sus trabajos… viejas historias, de las que él y yo mismo -perdón por la inmodestia- también dimos buena cuenta, incluso por escrito. Él, yo mismo, y no sé cuantas generaciones de estudiosos, claro.
Sobre el árabe de don Emilio… hombre esas mezquindades rayan la difamación un poco infantil… Don Emilio comenzó estudiando en Egipto, Siria, la antigua Mesopotamia, con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios: tuvo como maestro de árabe a Taha Husayn, que no me parece mal maestro de árabe, justamente. Andando el tiempo… fue embajador en Irak, Afganistán, Jordania… sin olvidar sus relaciones con Marruecos: como chiste, lo de la afasia me parece de un gusto peor que dudoso.
Q.-
Antonio Giménez says
Si con lo de «esas mezquindades» se refiere Vd. a mi comentario, Juan Pedro, ¿he de entender que me está llamando mezquino? Si es así, lamento haber perdido mi tiempo dejándole aquí mis comentarios, aunque le agradezco la hospitalidad igualmente.
García Gómez disfrutó de una beca, sí: desde finales de noviembre de 1927 (apenas dos semanas después de haberse convertido en profesor auxiliar temporal en la Facultad de Filosofía y Letras) hasta mediados de mayo de 1928, es decir, durante aproximadamente cinco meses y medio. Por lo demás, no sé muy bien de dónde saca usted que Taha Husayn fue su profesor de árabe: García Gómez, en sus cartas a Asín Palacios desde El Cairo sólo refiere que fue a visitarlo («es una especie de Unamuno por lo hinchado y pedante», comenta en una del 18.01.1928) y que pensaba ir a una de sus conferencias (31.01.1928). Que yo sepa, esa fue la temporada más larga que pasó García Gómez en El Cairo, pero tal vez pueda usted aclararme cómo, cuándo y en qué otras circunstancias recibió esas clases de árabe. Lo de que había aprendido el idioma «como se aprende el griego clásico o el latín» y que necesitaba práctica en la conversación fue lo que declaró él mismo, por cierto, al semanario Al Ahad (8.01.1961) siendo embajador en Beirut.
En fin, tráteme si lo desea de mezquino (allá usted), pero créame si le digo que no tengo ningún interés personal en difamar a nadie. En cuanto a la afasia (en cursiva, como ahora), le aseguro que no es un chiste y que gracia, lo que se dice gracia, me hace menos a mí que a usted.
JP Quiñonero says
Antonio,
Pido perdón si te he molestado con alguna ligereza verbal, incluso por el tuteo: aspiro al tuteo generalizado en este espacio / cuaderno personal. Iré a lo esencial, tras la retórica:
1. Don Emilio no solo estuvo no sé cuantos meses en Egipto: se pasó media vida viajando, viviendo y comerciando culturalmente con el árabe, los árabes y los paises árabes.
2. Don Emilio es uno de los más grandes arabistas de nuestra cultura: y sus traducciones son piezas capitales, como revelación de capítulos / «continentes» enteros de nuestras literaturas.
3. Las menudencias críticas contra su obra vienen de muuuuy lejos: y no han modificado para nada su puesto muy mayor en la historia de nuestra cultura, en la historia del arabismo español, en la historia de nuestra sensibilidad poética… como puente entre lenguas, literaturas y poéticas de varias culturas y varios continentes, justamente.
Todo eso -como todas las cosas humanas- está necesitado de todos los matices pertinentes. El regateo de fondo, por el contrario, me parece profundamente mezquino.
Q.-
Antonio Giménez says
Por mi parte no hay regateo de fondo: ya decía que, a mi modo de ver, las críticas de Quirós no invalidan la traducción de García Gómez, como tampoco la invalida lo que yo u otros podamos opinar sobre su persona, su árabe o su figura en el desarrollo del arabismo español.
Como quiera que insiste usted en sus juicios de valor y en lo de la mezquindad (que para ser ligereza verbal acaba pesando), me veo un tanto desarmado para seguir con la conversación. Le dejo en mi blog, no obstante, una divertida cita de Francisco Codera, epónimo de la tribu, que tiene algo que ver, creo yo, con todo esto.
Saludos cordiales.
JP Quiñonero says
Antonio,
En efecto, tu blog es una maravilla de incontables sabidurías que escapan a mi modesta afición a temas tan eruditos, por los que siento Gran Respeto, claro está.
Sobre la mezquindad… es cierto que siento una gran veneración por don Emilio, de ahí que sea poco sensible a las críticas contra su obra, que él también llevaba muy mal.
Lamento el desencuentro. Saludos fuertes,
Q.-
Jesús says
Nótese la publicación, en edición bilingüe, de la nueva traducción de Jaime Sánchez Ratia, con el título retrotraducido como El collar de la tórtola y la sombra de una nube. Sánchez Ratia es el traductor y antólogo de la edición, también bilingüe, de Treinta poemas árabes en su contexto.
JP Quiñonero says
Jesús,
Oye, Gratitudes mil por la información y consejo. Me los pido mañana mismo.
Graciasssssssssss
Q.-