…elDuchampdeÉtantdonnés, claro está.
[ .. ]
Quizá se trate, para mí, de la obra de arte más importante del siglo XX. Por muchas razones que sería muy largo y quizá inútil explicar. Me remito a los ensayos canónicos de Octavio Paz sobre esa obra capital.
Esa obra, por sí sola, es una crítica radical de todo el arte contemporáneo, caído en el basurero y el muladar donde Burros y tiburones compran burros y tiburones muertos.
Tuve la suerte de poder viajar a Filadelfia y descubrirla, hace siglos, mirando a través de la cerradura de la puerta desde donde se contempla un misterioso paisaje ¿íntimo…?
Aquel viaje mío terminó en California. De una California de la que hablo en mis Escritos de VN. De ahí mi emoción, hace días, cuando descubrí, en el mercado de antigüedades de la plaza de St.-Sulplice, un “fresco” accidental e involuntario, que de inmediato me recordó esa obra esencial…
[ .. ]
St.-Sulpice, 5 junio 2010. Foto JPQ.
Mi divinidad nocturna -llamémosla así- oculta su sexo: pero nos mira a los ojos, que no deja de ser una forma de exposición carnal, compartida. Los amantes se miran a los ojos en el instante del gozo, intercambiando la luz del amor, que todo lo ilumina. La divinidad de Duchamp se ilumina y nos ilumina con una lámpara. En mi caso, ahí está la misma lámpara: pero la escena está iluminada por la luz del día, que no es mala luz. El paisaje celeste de Duchamp se ha convertido, en mi caso, en el paisaje sin estrellas de una feria de antigüedades. Mi divinidad, gloriosa, como es evidente, está acompañada de un reloj (como la Melancolía de Durero) y de un crucifico, con un cristo descolgado e invisible. Hay un río en la obra de Duchamp. En mi caso, la puesta en escena accidental sustituyó el agua por macetas floridas.
En el caso de Duchamp, Étant donnés sale al paso del mercantilismo y los prostíbulos feriales. Trabajó veinte años en su obra: que solo puede verse en la instalación fija en el Museo de Filadelfia. En mi caso, la obra ha desaparecido. De ella solo queda mi fotografía y las fotografías que siguieron: huellas del milagro de una creación efímera.
- Arte y Fotografía en este Infierno.
Passy says
¡Ay este sexo abierto y sin comentarios! Se corta el silencio. ¡Aviones gratis a Filadelfia ya!
Carmen says
Pero, ¿y «El origen del mundo» de Courbet? Lo tenía Lacan. ¿Dónde se encuentra ahora?
Passy says
Está en el Orsay. Esplendoroso en la planta baja, junto a un enorme e inconsciente extintor. Un freudiano montaje que para sí hubiera querido Duchamp.
Saludos,
JP Quiñonero says
Miguel, Carmen…
Miguel,
Ya me contentaría yo con que los profesionales de la profesión (Godard dixit) se enteraran de la existencia e hiciesen el esfuerzo de intentar comprender algo.
Carmen,
Ummmm… a mi modo de ver, lo de Courbet es otra cosa. El sexo tiene en esa obra de Duchamp otra dimensión y una importancia de otra índole. La obra de Duchamp habla de muchos otros mundos, que sería un poco largo abordar, hoy, en este momento… la cosa va de los orígenes de la creación (como Courbet) a la crítica de fondo sobre el mercantilismo del arte que llamamos contemporáneo, pasando por…
Q.-
PeterPank says
El artículo es una banalidad modernitaria. Duchamp me desagrada. Uno de los principales degeneradores y vividores del arte plástico.