Ruedel’Échaudé, 1 septiembre 2010. Foto JPQ.
Fue mi madre quién me invitó a descubrir las novelas de Ana María Matute.
[ .. ]
A ella le hubiese emocionado mucho, tanto como a mí, el mejor análisis que existe sobre su obra. El que hizo ella misma, con motivo de su ingreso en la Real Academia, el 18 de enero de 1998, y termina así:
Porque todos y cada uno de nosotros llevamos dentro una palabra, una palabra extraordinaria que todavía no hemos logrado pronunciar. Escribir es para mí la persecución de esa palabra mágica, de la palabra que nos ayude a alcanzar la plenitud; ella es la cifra de mi anhelo: que esa palabra pueda llegar a alguien que la reciba como recibiría el viento un velero en calma sorda y desolada, una palabra que acaso le conduzca hacia la playa, una playa que a veces puede llamarse infancia desaparecida, que puede llamarse vida, o futuro, o recuerdo. Que puede llamarse “tu” o “yo”.
O quizás se trate de una palabra que todos olvidamos siempre, apenas la descubrimos. Seguimos buscando, todos nosotros, aquella palabra especial, aquella palabra donde parece residir el sentido total de la vida, y que sin embargo estaba ahí, o estará ahí, en adelante, para que alguien la recoja. Esa palabra que no sabíamos pronunciar ni habíamos oído nunca, o que habíamos oído y perdido, en otro tiempo y otro lugar. Como aquella que inútilmente perseguía y quería formar con pedazos de hielo el pequeño Kay del cuento de Andersen. Era una palabra simple, pero inaprensible, como el tiempo. Por fin, tras su largo viaje de búsqueda, la pequeña Gerda la restituyó a su lugar, como restituyó a su lugar el corazón de Kay. El amor se parecía a aquella palabra, pero no se llamaba amor. Tal vez sea cierta la sospecha de que en todo escritor yace el recuerdo insobornable de una inocencia no del todo perdida, de una brizna de locura saludable y de unas insospechadas reservas de amor.La palabra hermano, la palabra miedo, la palabra amor, son palabras muy simples, pero llevan el mundo dentro de sí. No siempre es fácil, ni sencillo, descubrirlo. Hay que intentar alcanzar el oculto resplandor de esas palabras, de todas las palabras, o de una sola que todavía nadie oyó nunca pronunciar. Toda mi vida ha sido una constante búsqueda de esa palabra capaz de iluminar con su luz el país de las maravillas que tanto nuestro mundo como, sobre todo, nuestro lenguaje albergan, y que no siempre nosotros sabemos indagar. Porque las palabras —lo diré, para terminar, con los versos que cierran el poema de Alicia—:
Invaden un País de Maravillas:
…
Es como ir por un caudal corriendo,
Ligero y tan fugaz como un destello…Porque,
La vida, dime: ¿es algo más que un sueño?
Francisco Rico contestó a la nueva académica con un vibrante elogio que comenzaba con un recuerdo que algo tenía de lección de historia literaria: “… dejadme que de rienda suelta a la nostalgia y a la quimera y diga en voz alta a quién preferiría hoy ver en mi lugar: a Ignacio Aldecoa, o a Juan García Hortelano, o a Jesús Fernández Santos, o a Juan Benet…”
El círculo se cerraba: la imaginación había triunfado sobre la historia; el historiador y crítico literario se rendía ante los encantamientos de la prosa poética.
Tan al contrario de lo que cuentan las gacetas, Ana María Matute “no” es una escritora de libros para niños y adolescentes. Su obra es una refutación de la historia, a través de las palabras mágicas que la escritora busca y encuentra buceando en el pozo negro del dolor, la angustia, el sufrimiento, que las fábulas redimen fraguando un mundo nuevo, Ana María Matute, el caballero, la muñeca y el tesoro.
A mi manera rendí homenaje a Ana María Matute, hace años, convirtiéndola en personaje real y amiga última de mi Celia Jiruña Carón, cuya historia cuento en La locura de Lázaro.
- Crítica literaria en este Infierno.
Esta DAMA equivocó su lugar de nacimiento. Hispania si es madre de machos soberbios y sin conciencia, también es madre de hembras castradas para la felicidad….
¡¡Meretriz Hispania!!…..
Entrevista a Matute:
L’hora del lector El programa, i alguns dels llibres esmentats, comentats i fins i tot recomanats a L’hora del lector del 2 de desembre