Quizá el gran público conozca mal una historia bien estudiada por los mejores especialistas.

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Letoreromort, Manet, 1864-65.

Gran retrospectiva consagrada a Édouard Manet, que el Musée d’Orsay presenta como uno de los grandes inventores de la modernidad pictórica, Manet, inventeur du Moderne.

Para el viajero español se trata de una confirmación palmaria: el gran maestro francés “copió” profusamente a Goya y los genios del barroco español, comenzando por Velázquez. Pequeño detalle bien estudiado en otra gran exposición de no hace tantos años, El Prado y las fuentes bautismales de la modernidad.

Manet fue un grandísimo pintor, que hubiese sido un pintor muy distinto sin conocer, admirar y copiar a Murillo, Velázquez y Goya. Fue Baudelaire quien anunció la modernidad última de Goya.

Detalle nada menor: cuando Manet copia a los españoles, inventa otras realidades. Copiándolas, Manet transforma a las majas goyescas en señoras y señoritas burguesas, parisinas y acomodadas, sin el desplante y “trapío” de las señoras de Goya. Cuando Manet quiere inmortalizar la gloria de un torero muerto copia un soldado muerto atribuido a Velázquez o su escuela.

Manet tiene muchos otros rostros, como olvidarlo, pero la raíz última de su modernidad quizá se pierda en la tierra siempre virgen del madrileño Museo del Prado.

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Soldadomuerto. Anónimo italiano del siglo XVII, atribuido a Velázquez hasta finales del siglo XIX, cuando lo descubrió Manet.

• Arte en este Infierno.