Fronterasiria,traslavictoria de Israel, 1967. Foto Micha Bar-Am.
Imprescindibles para sobrevivir
Como todos los hombres de su unidad, Uri Grossman murió víctima de un misíl de Hezbollah, en un pueblo del sur del Líbano, Hirbet K’seif.
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Su padre, David Grossmann, cuenta en su última novela, Icha boharat mibsora (2008), una historia de amor que sobrevive a todas las guerras de Israel, desde 1967.
Me gusta el título de la traducción inglesa, To the End of the Land (2010) [The Newyorker, George Parker, The Unconsoled. A writer’s tragedy, and a nation’s. New York Times, Col Toibin, Lossing Battles]. Pero he leído la traducción francesa, Une femme fuyant l’annonce.
A través de la historia y amores de una mujer, David Grossmann nos habla de la tragedia bíblica de los hombres y mujeres que viven en Israel, en Palestina, en su tierra, que también es la tierra de otros hombres que mueren por una tierra regada con sangre humana, sembrando el odio en la conciencia de los hombres que siguen naciendo y matándose en la misma tierra.
Se han escrito incontables libros sobre la historia, tragedia, guerras y destinos de Israel y el pueblo palestino, sus vecinos, hermanos y enemigos árabes, musulmanes. En vano. La historia sigue su curso, ensangrentada, incomprensible, shakesperiana.
David Grossmann no tiene la solución. Su fábula ilumina un pavoroso paisaje de almas muertas, errantes en el desierto ensangrentado. Asistimos a la destrucción y el fin de la tierra, víctima de las semillas, raíces y frutos del odio. ¿Hay tragedia más actual, en Oriente Medio o en Caína..?
A esa herencia de almas muertas, sembrando el odio, cada día, cada hora, a través de las trompetas del odio audiovisual, sobrevive una mujer, la protagonista de la fábula de David Grossman. Es una mujer frágil, sufriente, como todos los supervivientes a todas las guerras de Israel, desde 1967. Ha sobrevivido gracias al amor, la pasión, la ilusión, el deseo. Su carne dolorida y atormentada ha conocido todos los dramas y desilusiones. Pero vive y nos ayuda a vivir gracias al fuego amenazado pero invicto del amor, el origen del mundo, que es cosa espiritual y carnal, trabada en las ilusiones y el deseo de los seres que combaten los infortunios de la historia en la tierra prometida del lecho.
- Imprescindibles para sobrevivir, Israel y Oriente Medio, en este Infierno.
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Jesús says
Espero no degenerar en pedantería: quizá convenga precisar que la בשורה, la «bsora» de la transcripción francesa del título, no es un «anuncio», una «noticia» sin más, sino una «buena noticia», hermana de la بشرى (bushrā) árabe, tía abuela de las «albricias», las «albíxeres» y las «alvíssaras», y el término elegido por los hebraístas cristianos del siglo xvi para traducir los Evangelios al hebreo (misionero). Creo que esta ‘bsora’ tiene algo de relevancia en la trama de la novela. (Algo sin la más mínima relevancia es que en Icha boharat mibsora se ha trastocado una letra: convendría recomponerlo como Icha borahat mibsora).
Esta novela de Grossman la ha traducido al español Ana Bejarano con su eficacia de costumbre aunque con el título La vida entera.
JP Quiñonero says
Jesús,
Qué de sabiduría… TAN DE AGRADECER… en mi ignorancia, «sospechaba» que el título francés estaba más próximo (¿?) al título hebreo. Tus preciosas precisiones creo que me ayudan a entender mejor el libro: efectivamente… la «albricias» (en sentido literal e irónico, trágico) están muy presentes en el libro.
Me gustó el título inglés no por la precisión (tan alejada de..) como por ese «fin de la tierra» que encaja interesamente en mi lectura del libro. La «paz» reina, al fin,en los territorios ocupados y el Golán. Pero esa paz está podrida. Y solo puede vencerse con amor…
Q.-
PS. Sorry por no conocer la traducción española. La culpa es mí y de mi «destierro».