Playa de Cabourg, 20 marzo 2008. Foto JPQ.
Peregrinaje a Balbec – Cabourg.
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LUCIR ESPOSA O AMANTE
Marcel Proust escribió el poema épico del turismo contemporáneo, en la costa normanda, entre Cabourg, Trouville y Deauville, “ilustrado” por Manet, Pissarro, Boudin y Monet, a mayor gloria de la aristocracia y alta burguesía que fraguaron las “vacaciones modernas”.
Los capítulos normandos de la Recherche son la elegía fundacional y definitiva de un estilo de vacaciones que no ha variado sustancialmente. A Deauville, Cabourg o Trouville no se va a “bañarse”. Se va a descansar, hacer deporte, ir al casino, seguir una cura termal, gastarse o ganar una fortuna al póker o la ruleta, lucir una esposa o amante, enseñar a los niños el arte de vivir en sociedad. Bien abrigados. Entre julio y agosto, es imprescindible tener a la mano el paraguas, la gabardina. Y las cristaleras del comedor de los grandes hoteles solo se abren excepcionalmente: Proust cuenta la catástrofe que puede precipitar una ráfaga de viento entre el peinado de las señoras elegantes si una abuela quiere abrir de par en par la cristalera para que un nieto respire el aire marino…
DE MONET A MELVILLE
Ilustradas por Manet o Monet, esas escenas de veraneo aristocrático o burgués, en Deauville o Cabourg, son el modelo canónico que apenas han “modernizado” sucesivas generaciones de veraneantes de lujo, durante un siglo.
Cocó Chanel aportó el concepto de “lujo casual”: su pantalón blanco a juego con un jersey “marinero”, a rayas, blancas y azules. Melville filmó la película del casino con señoras enjoyadas y atracadores de guante blanco. Truffaut dio a las playas el tono canalla de la alta burguesía “libertina”.
PLACERES SECRETOS, NO SOLO ESPIRITUALES
Con esa magna herencia, los gestores de la imagen turística de Deauville y el resto de la costa normanda han cultivado el mito a través de la vía real del cine: con varios festivales consagrados Hollywood. La manera ideal de instalar en los grandes hoteles a todas las estrellas del Olimpo cinematográfico. Durante la gran temporada turística, Deauville tiene asegurada la visita ritual de George Clooney, Sofia Coppola, Alain Delon, Sharon Stone, Robert De Niro, Scorsesse, Catherine Deneuve y la interminable ristra de actores o actrices instalados en los hoteles frecuentados por la burguesía parisina.
Deauville no solo vive de la leyenda y el cine. También vive de las estrellas menos famosas del poker, participantes en varios certámenes que forman parte de la obligada ruta de los jugadores profesionales, que vienen a ganar o descansar en balnearios y hoteles que Proust ya glosaba evocando el encanto de las aventuras nocturnas de la flora y la fauna que desembarca en Cabourg y Deauville al final de la primavera, en busca de revelaciones y placeres secretos, no solo espirituales.
- Viajes y Fotografía en este Infierno.
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Teresa Maldonado says
¡Inigualable Proust! Yo estuve en Normandía el verano pasado. No había quien se metiera en el agua pero al menos no proliferaban horribles urbanizaciones como en España.
(Soy la misma del comentario anterior)
JP Quiñonero says
Teresa,
Bueno… En Cabourg, un buen paraguas es indispensable para pasar un buen veraneo,claro,
Q.-