Capricho 40.
Manuel Martín Ferrand siempre ha sido muy generoso conmigo.
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Hoy, mucho más:
¿DE QUÉ MORIRÁ?
Manuel Martín Ferrand
Nuestros 400.000 políticos y tres millones de funcionarios son parte del problema y, al tiempo, imprescindibles para su solución.
Entre los muchos efectos que genera la globalización, ese «todo a cien» que ya rige el mundo contemporáneo, hay uno, menor y circunscrito a los profesionales del periodismo, que me parece relevante: los corresponsales de los diarios y, por extensión, los de los medios audiovisuales. Ya no son necesarios para conocer «la última hora» de sus sedes de referencia y trabajo, pero sin ellos nos falta el pulso, la emoción y una interpretación «en origen» de los hechos informativos. Hoy, sin ignorar los alivios tecnológicos al alcance de la mano, es más difícil enviar una crónica de urgencia como la de Azorín, en 1905, tras el atentado que junto al presidente de la República Francesa sufrió el Rey Alfonso XIII. No basta la noticia, lo nuevo, se requiere el fondo que la anima y la engarza en el panorama. Quizá por eso el corresponsal en activo que más admiro entre todos los de la Prensa en España sea Juan Pedro Quiñonero, a quien ustedes frecuentan en estas páginas.
Tengo a la vista una reproducción del Capricho 40 de Francisco de Goya. Es el que representa a un enfermo moribundo solícitamente atendido por un asno que le toma el pulso. El aguafuerte sirve de portada a un libro, el primero de una serie de seis, que acaba de salir de imprenta editado por Confluencias, ¿De qué mal morirá? El autor, Quiñonero, después de analizar desde la distancia parisién nuestra triste e inquietante realidad nacional, no ha querido darnos un susto con su diagnóstico completo y nos lo ofrece en libritos de ciento y pico páginas fáciles de leer, aunque difíciles de digerir porque conllevan, quizá desde el optimismo, el sutil señalamiento de nuestros muchos males crónicos y de los que están a punto de serlo después de la Constitución del 78.
Desde antes de su libro De la inexistencia de España (1998), Quiñonero no ha dejado día, y así se manifiesta en sus crónicas, incluso las dedicadas a los libros nuevos y a los espectáculos buenos, de reflejar la inquietud por España que sentimos quienes, desde la independencia, no la vemos prosperar, sino languidecer en el lecho de una democracia de mala calidad. Ahora la portada que, del brazo, se han marcado Goya y Quiñonero es un aviso a los navegantes. Nuestros cuatrocientos mil políticos -¿mal incurable?- y los tres millones de funcionarios que tienen anquilosado el cuerpo nacional tiemblan sus calenturas son parte fundamental del problema y, al tiempo, imprescindibles para su solución. Están entre el burro sabio y el enfermo desvalido. Mientras aquí se buscan fórmulas que alivien la pena de las propietarios, antiguos y nuevos del Banco de Valencia, por ejemplo, Angela Merkel fuerza una legislación que castigue y cueste a los malos gestores de los bancos alemanes. Quizá allí el burro sea el enfermo, no el médico. ABC, 7 febrero 2013.
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Graciassssssssssssssssssssss
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ABC,7febrero2013.
Suena bien todo eso. Congratulations.
Estoy contento, si, Laura. Graciassssssssssss
Q.-
CONGRATULATIONS !!!!!!!!!! No habrá que perderse esto, no. Y a lo que se ve es una serie, muy bien. Es estupendo, en estos tiempos, que este blog pase a ser libro.
Irene,
Graciasssssssssssssssssss
Sigo, dale que te pego, con el segundo y tercer volumen.
Q.-