Pont des Arts, 19 junio 2011. Foto JPQ.
El amor atado y bien atado puede tener consecuencias peligrosas para la seguridad pública, en algunos puentes parisinos.
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Pont des Arts, 29 febrero 2012. Foto JPQ.
El Pont des arts (Puente de las artes), que cruza el Sena a la altura del Louvre y la Academia, se convirtió hace muchos años en un lugar de citas amorosas cosmopolitas. Ese y otros puentes parisinos han sido glosados por los más grandes poetas de todos los tiempos, no solo franceses.
Un buen día de no hace tantos años, una primera pareja de enamorados decidió atar su amor de manera simbólica, grabando o escribiendo los nombres de los enamorados en un candado atado a una de las barandillas metálicas del Pont des arts.
Aquella primera y anónima decisión amorosa se transformó muy pronto en un fenómeno de sociedad. Apollinaire ya había glosado la gloriosa historia del Sena llevando y trayendo, intacta, la memoria de infinitas historias de amor, El Sena y otros suicidios. Como un eco al poema de Apollinaire y los versos de otros poetas, los candados de amor, atados al Pont des Arts, comenzaron a proliferar en otros puentes parisinos.
Incluso creció una pequeña industria de avispados inmigrantes, no siempre africanos, que vendían y venden candados prestos a su uso inmediato. Entre cinco y veinte euros, los más modestos, preciosos y bizantinos candados se ofrecen a los enamorados caídos en la gloriosa trampa de un recuerdo, un abrazo o un beso a la caída de la tarde, sobre un puente parisino.
Las fuerzas vivas más conservadoras se inquietaron pronto ante los riesgos y posibles efectos devastadores de las consecuencias prácticas de la pasión amorosa, desatada, atando candados a la fragil barandilla de un puente cuya pasarela data de 1804. El puente fue reconstruido y reforzado hace apenas veinte años. Pero la pasarela sigue teniendo una estructura muy similar a la original.
Los más “graves” temores de las fuerzas vivas más conservadoras terminaron confirmándose. A la caída de la tarde del domingo pasado, una de las barandillas del Pont des arts se derrumbó estrepitosamente, víctima del peso de los candados de amor, atados a su rejilla metálica, desde hace años.
No hubo que lamentar ningún daño ni riesgo particular. Pero la policía decidió tomar medidas preventivas, cerrando temporalmente el puente al tráfico peatonal. La alcaldía, responsable de la gestión de los puentes parisinos, guarda un prudente silencio. Los candados de amor se han convertido en un fenómenos de sociedad. Y una decisión drástica tendría consecuencias imprevisibles para la imagen de París.
Conscientes que sus candados comenzaban a convertirse en un problema, invisibles, perdidos entre otros incontables candados, muchos enamorados decidieron atar su amor, con candados, siempre, en otros puentes de París. Desde hace un par de años, los candados de amor también han proliferado en las pasarelas de Léopold-Sedar-Senghor y Simone de Beauvoir, en el puente del Archevêché, incluso en la Torre Eiffel.
¿Cómo poner coto a los caprichos de la pasión amorosa y los más apasionados juramentos de amor? Quizá sea muy complejo y temerario poner puertas al campo.
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ABC,10junio2014.
Laura says
Dos fotos iconicas, como dicen los cursis. Y unos links que son un rosario de gozadas. Gracias, oiga.
Jordi says
Y yo que pensaba que el amor tendia puentes, en lugar de destruirlos…
JP Quiñonero says
Jordi, Laura…
Jordi,
Cosas de los franceses, qué quieres.
Laura,
Uauuuuuuuuuuuuuuuu… graciassssssssssssss,
Q.-