Av. d’Ivry, 25 febrero 2007. Foto JPQ.
Qué de metamorfosis…
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París se ha convertido en una de las grandes metrópolis chinas y asiáticas de la diáspora, compitiendo con San Francisco y Londres, pero con un crecimiento mucho más rápido.
El 2008, en Francia apenas vivían entre 80.000 y 90.000 chinos continentales. Según las últimas estadísticas oficiosas, en Francia viven ya entre 700.000 y 750.000 chinos. Si se sumasen la totalidad de los inmigrantes asiáticos (vietnamitas y camboyanos, entre otros), la inmigración chino / asiática comenzaría a competir en segundo o tercer puesto con la inmigración magrebí.
Esa inmigración masiva comenzó a crecer con los boat people de finales de los años 70 del siglo XX: los vietnamitas huían del “paraíso comunista” y se tiraban al mar, huyendo de su patria en modestísimas barcas fabricadas artesanalmente. Aquella primer inmigración comenzó a instalarse en el distrito XIII, al sur de París.
Treinta años más tarde, el XIII se ha convertido en Chinatown-sur-Seine, el más famoso de los barrios chinos de París. Un hormiguero de tiendas, híper, comercios, bancos, clubs, lugares de ocio y recreo. Desde el XIII, la “conquista” china y asiática de París se ha extendido a otros barrios. Menilmontant, un barrio histórico, donde crecieron Edith Piaf y Maurice Chevalier, es hoy un nuevo barrio chino, donde incluso es muy visible prostitución china. Las chicas asiáticas visten todas de negro riguroso. Los viejos parisinos que habitaban aquel barrio, hasta la Segunda guerra mundial, fueron sustituidos inmigrantes magrebíes, lentamente “expulsados” por la diáspora china.
En la calle de Saint-Anne, un antiguo barrio prostibulario “especializado” en clubs homosexuales, se ha transformado un enclave de restauración china y japonesa. En los barrios tradicionalmente burgueses, al este de París, los inversores chinos (de Hong-Kong y la China continental) han comprado grandes hoteles de lujo asiático.
Restaurantes chinos, clubs chinos, tiendas de muebles chinos, discografía y cinematografía china, ocupan un puesto creciente en la vida pública parisina.
Fleur Pellerin, ministra de Cultura, nació en Seúl, Corea del Sur. Y se llamaba Kim Jong-suk, antes de ser adoptada por una familia francesa y hacer carrera como funcionaria e influyente mujer política, muy próxima a François Hollande. Gao Xingjian, premio nobel de literatura (2000), nació y vivió en China hasta los 27 años. Su obra oscila entre las culturas china y francesa. François Cheng (Chéng Bàoyī mientras fue chino) es el primer académico francés nacido en China. Su obra en chino y francés lo ha convertido en uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, maestro en el gran arte de la caligrafía china y el diálogo de las filosofías europeas y orientales.
En el antiguo Barrio Latino, los restaurantes chinos, asiáticos y japoneses son hoy tan numerosos como los italianos. Y mucho más numerosos que los españoles.
Inmigrantes pobres, en su inmensa mayoría, los chinos de Chinatown-sur-Seine celebran las fiestas del calendario chino asociando al poder político municipal a sus celebraciones religiosas y festivas. Grandes comerciantes y jugadores, temibles empresarios, los chinos de la diáspora han comenzado a convertirse en “tema” literario y cinematográfico. Las grandes series de tv locales suelen incluir uno o varios capítulos consagrados a los “misterios” de Chinatown-sur-Seine, una ciudad que continúa creciendo en viejos barrios parisinos tocados hoy con la gracia de la caligrafía fluorescente china, vendiendo de todo, de sopas asiáticas a noches lúbricas en clubs nocturnos prometiendo las mil y una noches chinas.
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