Rue de Belleville, 28 febrero 2015. Foto JPQ.
Una educación sentimental (1) en un barrio mestizo, Belleville [ .. ] Una educación sentimental (2) en un barrio mestizo, Belleville.
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Hay una ruta parisina de David Bowie. Pero es una ruta prohibida e invisible en los manuales para turistas. Es una ruta underground: sus calles, esquinas, bares, clubs y antros nocturnos forman parte de una ciudad invisible, solo apta aventureros, proscritos y noctámbulos.
Si Philip Marlowe -mi cómplice- tuviese que descubrir esa ruta a una rubiales de mucho trapío, llegada a París para gastarse el dinero de un padre millonario, quizá comenzase por algún lugar entre la plaza de la Bastille, el metro Overkampf, la calle y el barrio de Belleville –Metamorfosis de Belleville… homenaje a Luis Marsans -, dejándose el metro y el barrio de Abbesses –Parisina noctámbula, en Abbesses– para tomar una copa hacia el amanecer, escuchando rock & punk callejero, con París a los pies de la terraza de un cafetucho del lugar.
De entrada, pues, en la Bastille en la legendaria rue de Lappe –París by night… enamorados, rue de Lappe-, siguen vivos y coleando los viejos antros, como el Balajo –París by night… en la Bastille, el Balajo-, donde el Bowie travestí pudo conocer, en otro tiempo, a difuntos personajes de un París canalla. Tras tomar una hamburguesa aromatizada con perfumes marianos en Barrio Latino (un antro del Faubourg Saint-Antoine, París, Barrio Latino), nada más fácil que llegar dando un paseo hasta el Café Charbon –Las chicas del café de Patti Smith– de la rue Oberkampf: si hay suerte, y Patty Smith está de paso por París, igual es posible escucharla, entre martinis, tequila u otro tipo de brebajes y / o hierbas perfumadas con deliciosos elixires. El Charbon es un antro canónico, que bien pudo conocer el Bowie adolescente, iniciado en la vida nocturna local por algún amigo mestizo.
Entre la Bastille y Oberkamph hay una veintena de lugares donde, ya bien entrada la noche, es posible tropezarse a un rosario de noctámbulos de todo tipo de sexos e inclinaciones etílicas, desbarrando contra el socialismo de Hollande, la agonía de la noche parisina y el precio del cervezón con tacos mexicanos, si la señorita o el señorito acompañante no prefieren el copazo de champagne de la casa.
Ya bien entrada la noche, si el calendario de los conciertos de la temporada lo permiten, la tentación y esas cosas podrían sugerir uno o dos cambios de barrio.
Una primera solución, pudiera ser, para Bowie, Marlowe y sus acompañantes, desembarcar por La Gaîte Lyrique, un centro de esos que llaman “multiculturales”, donde lo mismo se liga con una señorita/o mestiza/o, se juega al ping-pong electrónico, o se escucha a un grupo australiano de cuerpazos esculturales y música con tambores aborígenes. Soportado el concierto con el estoicismo debido a los centros subvencionados, La Gaîte Lyrique tiene otro encanto inconfesable. Está a dos pasos de un París black –París black, 2… homenaje a Weegee– solo apto para emociones fuertes, que no desdeñaría el joven Bowie, tentado, en su día, por locuras de ese tipo.
A título personal, si tuviese que enmendar la plana a mi maestro – Philip Marlowe- y a Sir David (Bowie), aconsejaría recalar (en taxi) por la plazoleta del metro Abbesses. La cosa musical que se escucha en los antros del lugar no tiene la fama de las grandes salas canónicas (Le Charbon, La Cigale), pero tiene otro encanto nada desdeñable. Cuando el tiempo no lo impide, por esa plaza recalan guitarreros y saxofonistas que algún parentesco tiene con el joven Bowie y el Johnny Carter de El Perseguidor, que, como debiera ser bien sabido, es un doble del Charlie Parker que estaba inventando el bebop (Sir David recordará de lo que hablo), una musiquilla que ya era genial mucho antes que el niño Bowie descubriese el pop que escuchaba su padre, The Platters, Fats Domino, Elvis Presley y Little Richard.
Escuchando viejas versiones de esas cosas, hacia el alba, el viajero fantasma que acompañase a Sir David o el viejo Marlowe, podrá descubrir el alborosáceo del despertar del día, desde la rue Ravignan, con París a sus pies, dejándose adormecer por una vieja versión de las cenizas celestes de Absolute Beginners.
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Rue Mazagran, 29 marzo 2012. Foto JPQ. “Me piden cosas de cronista nightclubber”.
Charlie Parker, Johnny Carter y el bebop, In Memoriam.
París by night… “Cuando llega la noche, con sus tentaciones y promesas…”.
París by night… Recuerdo aquella noche de la música…
París by night / Cuando llega la hora del aperitivo nocturno…
París by night… Ciclista y fumadora.
Irene says
Maravilloso recorrido, oye. Espero seguirlo algún día
JP Quiñonero says
Irene,
Pues nada, aquí me tienes: entre fotógrafo de bodas y guía turístico, algún dinerete me ganaré para ir tirando.
Q.-
Laura says
La verdad es que da una gran envidia.
JP Quiñonero says
Laura,
Lo dicho. Aquí me tienes… hago precios para grupos, claro,
Q.-
PS. Es broma. Más o menos. Graciassss