Avenue Ledru-Rollin, 16 abril 2017. Foto JPQ.
“Salvemos a los ricos” “Votemos Micron” .
Micron = Fillon + Macron.
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Más del 50 % de los franceses se disponen a votar a políticos extremistas, de izquierda y derecha en la elección presidencial del 23 de abril y el 7 de mayo.
Esa espectacular ascensión del voto extremista, de izquierda y derecha, ultra nacionalista, introduce un factor de incertidumbre espectacular en la semana final de la campaña presidencial, amenazando los equilibrios políticos tradicionales, víctimas del maximalismo apocalíptico.
Según los últimos sondeos (15 y 16 abril), el voto extremista de izquierda y derecha suma hoy el 50,5 % de las intenciones de voto en la primera vuelta presidencial, el próximo día 23, dividido de esta forma:
-Marine Le Pen (extrema derecha), 23 %.
-Jean-Luc Mélenchon (extrema izquierda), 19 %.
-Nicolas Dupont-Aignan (ultra nacionalista conservador), 4 %.
-Philippe Poutou (extrema izquierda anti capitalista), 2 %.
-Jean Lassalle (extremista de “centro”), 1 %.
-François Asselineau (extremista ultra nacionalista) 1 %
-Nathalie Arthaud (extrema izquierda trotskistas), 0,5 %.
-Jacques Cheminade (extremista ultra), 0 %.
El voto moderado tradicional, de centro, reformista o derecha, suma 6 puntos menos, el 41,5 % de las intenciones de voto del domingo 23, dividido entre solo dos candidatos:
-Emmanuel Macron (social reformista), 22,5 %.
-François Fillon (conservador), 19 %.
Gran partido de la izquierda francesa, desde la llegada al poder de François Mitterrand, el mes de mayo de 1981, el PS se encuentra hoy caído en una crisis interna cainita y suicida, camino del resultado electora más catastrófico de su historia. Benoît Hamon, su candidato, solo tiene entre y 7 8 % de intenciones de voto.
El socialismo francés es víctima de la ascensión “imperial” de un antiguo ministro de Mitterrand y de sucesivos gobiernos socialistas, reconvertido en el populismo de extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, al frente de una coalición, “Francia insumisa”, donde se integran el PCF y varios grupúsculos de extrema izquierda y ecologistas radicales. En las últimas semanas, Mélenchon ha “despegado”, ganando muchos puntos en las intenciones de voto. Las mismos que ha perdido el candidato socialista, camino del suicidio electoral, aparentemente.
La presencia de otros dos candidatos de extrema izquierda, Philippe Poutou (2 %) y Nathalie Arthaud (0,5 %), todavía “roba” más de 2 puntos al candidato socialista. Pero, sobre todo, subraya la evidencia de una fragmentación y balcanización de las izquierdas, relegando al PS tradicional a un puesto frágil y amenazado en el nuevo paisaje político nacional emergente.
A la derecha, era clásico el enfrentamiento entre el Frente Nacional (FN, extrema derecha) de la familia Le Pen y los distintos partidos de centro y derecha, liderados por Valery Giscard d’Estaing, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, que siempre denunciaron las amenazas políticas, sociales, económicas y culturales de Jean-Marie Le Pen, que llegó a eliminar al candidato socialista, Lionel Jospin, en las presidenciales del 2002.
Quince años más tarde, Marine Le Pen es una adversaria mucho más peligrosa: tiene más intenciones de voto, puede ganar la primera vuelta, y no puede descartarse su posible victoria en la segunda ronda, el 7 de mayo próximo, con un programa inquietante para toda Europa: el “Frexit”, la salida del Francia de la UE, tras un referéndum de “iniciativa popular”; y la ruptura con la Alianza Atlántica y su organización militar integrada, la OTAN.
Tras el escándalo de los presuntos empleos ficticios de los que se benefició su esposa Penelope, François Fillon, conservador, solo tiene hoy un 19 % de intenciones de voto. Tenía entre 25 y 27 a mediados de enero. Y corre el riesgo de ser eliminado en la primera vuelta, víctima de la ascensión imparable, hasta hoy, de Le Pen, y de la existencia de otro candidato ultra, Nicolas Dupont-Aignan, que fue un conservador tradicional, hasta hace cinco años, cuando descubrió su vocación mesiánica de “salvador de la patria”.
Dupont-Aignan está a la derecha de Fillon y a la “izquierda” de Le Pen. Sus 4 % de intenciones de voto “roban” a Fillon un capital electoral decisivo, potencialmente devastador. Si el candidato conservador no consigue recuperarse, durante los próximos siete días, la doble presencia de la candidata de extrema derecha y el candidato ultra nacionalista eliminarán al candidato de la derecha tradicional.
Paradójicamente, el gran beneficiario potencial de la ascensión de los extremismos de izquierda y derecha es el candidato social reformista, “ni de izquierda ni de derecha”, “centrista del centro”, Emmanuel Macron, que ganó más de 3 millones de euros, en dos años, como banquero de negocios (Rotschild), ha sido consejero y ex ministro de economía de François Hollande, y está apoyado por un abanico de personalidades incompatibles entre sí.
Al día de hoy, Macron cuenta con el voto y apoyo de un ex secretario general del PCF (Robert Hue), ex ministros conservadores y liberales (Alain Madelin, Pierre Méhaignerie, Dominique Perben), ministros y ex ministros socialistas (Manuel Valls, Jean-Yves Le Drian), ecologistas históricos (Daniel Cohn-Bendit), militares famosos por su lucha anti terrorista (Jean-Michel Fauvergue), militantes de la derecha tradicional (medio centenar de miembros del equipo de campaña del alcalde de Burdeos, Alain Juppé), militantes de grupúsculos ecologistas más o menos realistas… ¿como se “aliña” esa “paella” del candidato social reformista? Pues vaya usted a saber.
La ascensión de la extrema derecha, desde hace una larga década, es interpretada por los especialistas como un “voto de protesta”. Más del 40 % de los obreros se dicen dispuestos a votar Le Pen el próximo 23 de abril. El voto de extrema derecha será igualmente significativo entre funcionarios y agricultores, dos fragmentos sociales que en otro tiempo votaban a la izquierda y la derecha tradicionales.
La ascensión de la extrema izquierda obedece a dos factores: el descrédito del mandato presidencial de François Hollande, precipitando la división suicida del PS; y el hundimiento del pensamiento socialista, enfrentando a primera sangre política a los partidarios del “realismo” (Manuel Valls) y los partidarios del “socialismo auténtico” (Benoît Hamon, Anne Hidalgo).
Emmanuel Macron se beneficia del “voto útil” de los electores de centro izquierda e izquierda moderada, que contemplan con horror el “giro a la izquierda” del candidato oficial del PS.
François Fillon debe afrontar el fuego cruzado de la extrema derecha (muy poderosa) y la derecha ultra nacionalista (minoritaria pero muy nociva en la primera vuelta).
Los altavoces audiovisuales multiplican a toda hora el griterío extremista, con una consecuencia aparente: el riesgo de abstención es excepcionalmente alto, agravando todas las incertidumbres de fondo. Por vez primera en la historia de la V República, desde 1958, los extremismos se han instalado en corazón de una campaña electoral, amenazando todos equilibrios políticos tradicionales. Los sondeos anuncian una final Le Pen / Macron o Le Pen / Fillon. Pero no es imposible descartar una final entre Le Pen, extrema derecha, y Mélenchon, extrema izquierda.
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