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En esas estamos:
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Le Figaro, 18 mayo 2017.
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Liberation, 18 mayo 2017.
Debo agradecerle al presidente Macron nombramientos de mucho fuste para mis “protegidos”, fotografiados y presentados tiempo ha…
Sylvie Goulard, al frente de la diplomacia de Emmanuel Macron.
Retrato improvisado de Bruno Le Maire.
Retrato improvisado de François Bayrou, camaleón “centrista”.
Dicho todo eso…
… en el primer gobierno de un presidente, Emmanuel Macron, que se califica así mismo de “progresista republicano”, la dirección del equipo ha sido encomendada a un conservador, la gestión económica del Estado ha recaído en dos ministros conservadores, la justicia y la defensa han sido encomendadas a centristas, mientras que la gestión política del Estado ha recaído en socialistas tendencia rosa pálida.
El 57 % de los primeros 48.000 votantes en un sondeo online realizado por Le Figaro (matutino conservador) se decían “satisfechos” de esa “paella”, que no satisfacía a un 43 %, ayer noche.
Antes de ser elegido presidente, Macron fijó con claridad las reglas del funcionamiento del nuevo orden político francés: “Todos los ministros que entren en mi gobierno se comprometerán a entrar en una nueva familia política, la que yo represento, la familia de los progresistas republicanos”.
Sentado ese principio, Macron comenzó tomando medidas de precaución: verificación fiscal y patrimonial de los posibles ministros, que se vieron obligados a firmar un compromiso de “veracidad y probidad”. Hechas las correspondientes verificaciones, los nuevos ministros recibieron la última “advertencia”: quienes se presenten como candidatos a diputados en las elecciones del 11 y el 18 de junio próximo, deberán dimitir si no son elegidos.
Establecidas las “reglas de juego” entre el presidente y los miembros de su primer equipo, Macron procedió a nombrar a su primer jefe de Gobierno, Édouard Philippe, cuya primera declaración fue sencilla y escueta: “Yo soy hombre de derechas”.
Veinticuatro horas más tarde, ayer miércoles, el Elíseo anunció los nombres del primer equipo gubernamental, que hoy se reunirá en el Elíseo, en su primer consejo de ministros.
Durante su campaña electoral, el candidato Macron anunció el “color” de su futuro equipo, en estos términos: “Haré como el general de Gaulle: cogeré lo mejor de la derecha, lo mejor de la izquierda y lo mejor del centro”. “Mejor” es una calificativo que cada cual puede utilizar a su antojo. Utilizado por el presidente, el resultado práctico de su decisión, concertada con su primer ministro, es un reflejo de las adhesiones recibidas de personalidades que habían hecho carrera en las grandes fuerzas políticas tradicionales, introduciendo a personalidades de la sociedad civil y la ecología.
Como jefe de Gobierno, Édouard Philippe, ex diputado conservador, ex portavoz oficial de Alain Juppé, figura histórica del conservadurismo francés, deberá trabajar como figura de “equilibrio” entre las distintas “familias” y funciones.
Al frente de la gestión económica del Estado, Macron ha nombrado a dos conservadores sin tacha: Bruno Le Maire, ministro de economía y finanzas, y Gérald Darmanin, ministro de las cuentas públicas, la nueva denominación del tradicional ministro del presupuesto. La política económica de Francia, europea, muy en particular, estará controlada por un ex candidato conservador a la jefatura del Estado y un ex portavoz personal de Nicolas Sarkozy, hijo y nieto de argelinos.
Al frente de la gestión política del Estado, Macron ha nombrado a tres ministros de procedencia socialista rosa pálida.
Gérard Collomb, ex alcalde de Lyon, socialista tendencia Manuel Valls, es el nuevo ministro del interior, un puesto altamente sensible en tiempos de reforma política y elecciones. Como ministro de Europa y asuntos exteriores (por ese orden), ha sido nombrado Jean-Yves Le Drian, ex ministro de la defensa de François Hollande: un socialista de la misma tendencia Valls, a quien Nicolas Sarkozy ya ofreció el ministerio de la defensa en 2007. Richard Ferrand, ex diputado socialista, hombre orquesta de la campaña electoral de Macron, será responsable de la “cohesión territorial”. Puesto igualmente sensible, tras la reforma territorial que recortó el número de regiones.
La familia centrista “controlará” terrenos significativos. François Bayrou, antiguo “delfín” de Valery Giscard d’Estaing, centrista histórico, deberá lanzar inmediatamente la reforma llamada a “moralizar” la vida pública, al frente del ministerio de Justicia. Sylvie Goulard, la más europeista de los centristas franceses, ejercerá como ministra de los ejércitos, a quienes Macron desea rendir homenaje con un primer viaje a Malí. Mariela de Sarnez, centrista histórica, será ministra de asuntos europeos.
Luego, en orden disperso, Macron ha hecho varios nombramientos simbólicos. Un ecologista famoso, sin partido, Nicolas Hulot, deberá pilotar la “transición energética”. Una editora famosa e influyente, Françoise Nyssen, es ministra de cultura…
Esa tendencia al “equilibrio” estable o inestable, ya se verá, en su día, ha sido respetada con el resto de los nombramientos, recibidos a gritos y estacazos por el PS, Los Republicanos (LR, derecha), extrema izquierda y extrema derecha.
Hablando oficiosamente en nombre de Macron, Édouard Philippe, primer ministro, explica de este modo la nueva “lógica” del “nuevo orden político francés”: “No se trata de una lógica de captación de personalidades. Se trata de una lógica de refundación del paisaje político”. Dicho de manera mucho más cruda: Macron no quiere el “apoyo” del centro, la derecha o la izquierda… quiere crear su propia fuerza política, su propio partido, o coalición, construida a su «medida» personal, de difícil traducción, todavía, al lenguaje político tradicional. Queda meridianamente clara su ambición de “ir a por todas”.
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Quiño, lo ves más claro que Liberation, Surtout de Droite, mais non, surtout de Macron. Bonjour.
Pablo,
Creo que llevas razón: el macronismo comienza por sí mismo. Hasta ahí podíamos llegar..!
Q.-