Espace Commines, 11 septiembre 2012. Foto JPQ.
Retrato improvisado de Karl Lagerfeld.
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La gran amistad de Karl Lagerfeld e Yves Saint-Laurent, terminó en tragedia atroz cuando el amor y la pasión masoquista interpuso entre ellos la figura de Jacques de Bascher, aristócrata, dandi, “ángel negro” cuya primera biografía, Jacques de Bascher, dandy de l’ombre, escrita por Marie Ottavi, permite reconstruir páginas mal exploradas de la historia de la alta costura, la moda, el arte y un París by night desaparecido.
Marie Ottavi, ha interrogado a los últimos supervivientes de una vertiginosa historia de excesos nocturnos (droga, sexo, masoquismo, sida, mercados cosmopolitas del arte y la alta costura), en el París de los años 70 y 80 del siglo pasado, para poder reconstruir historias íntimas que se confunden con las grandes convulsiones morales y culturales del fin de siglo.
Karl Lagerfeld, siempre activo, cultivando su propia leyenda, habla con amor, respeto y “distanciamiento” lírico del personaje y aquellos años: “Soy el último superviviente de un mundo al que nunca pertenecí”. Es una manera elegante de comenzar la historia: la historia de amor entre Jacques de Bascher y Lagerferd duró desde 1973, el año que se conocieron, hasta 1989, el año de la muerte de Bascher, víctima del sida. Mirando hacia atrás sin ira, el Lagerfeld de la madurez definitiva, evoca con delicadeza la figura de amante ido… la suya fue una pasión más “espiritual” que “carnal”. Aristócrata decadente, Bascher no trabajó nunca, bebía, se drogaba, se abandonaba a “camas redondas” sadomaquistas, seducía a hombres y mujeres con un encanto mórbido. Lagerfeld, por el contrario, no bebía, no se drogaba y trabajaba con apasionada austeridad monacal.
Pierre Bergé, amante y asociado empresarial de Yves Saint-Laurent, está muy presente en la biografía de Bascher. Pero prefiere no hablar. A su modo de ver, Bascher “pervirtió” a Saint-Laurent, “conduciéndolo” hasta el abismo sin fondo de la bebida, las drogas, las camas redondas sadomasoquistas, las “velada privadas” donde la droga y la promiscuidad sexual se sucedían sin principio ni fin.
Entre ambos, el fotógrafo Philippe Heurtault fue el amigo y cómplice de Bascher, Lagerfeld y Saint-Laurent. Su trabajo de aquellos años gloriosos, sobre un París by night de todos los excesos, es una de las crónicas más indispensables de un mundo desaparecido, poblado de fantasmas que se llaman Saint-Laurent, Lagerfeld, Andy Warhol, David Hockney, Paloma Picasso, Loulou de la Falaise y su futuro esposo, Thadée Klossowski (hijo de Balthus), la baronesa Hélène de Rotschild, entre un infinito etcétera de estrellas fugaces y / o eternas de la moda, el arte, la cultura, la vida nocturna más canalla y ya para siempre difunta.
Más ecuánime que Lagerfeld, más expresivo que Bergé, Heurtault guarda el recuerdo de un joven muy atractivo, menos “ángel negro” que seductor descarriado, quizá.
Nacido en el seno de una familia aristocrática, de la nobleza de provincias, con recursos venidos a menos, Bascher no trabajó nunca. “Dicen que no doy golpe: se equivocan, mi tarea esencial es inspirar a Karl…”, diría Bascher, no sin cierta sorna, respondiendo a quienes hacían “chistes” de gusto cruel sobre su vida de ocio y placeres. Queda la historia reconstruida por Marie Ottavi, tras dos películas consagradas a Saint-Laurent, con dos versiones, “amable” y “menos amable”, de unas pasiones artísticas y carnales que culminaron en un campo santo profanado, poblado de tumbas iluminadas con luces fluorescentes, alumbrando los ataúdes de la primera generación de homosexuales víctimas del sida.
Bascher y Lagerferd vivieron su amor con “púdica” pasión. Cuando Saint-Laurent cayó en los brazos, los lechos y las tentaciones sadomasoquistas de Bascher estalló una crisis no solo íntima.
Durante un tiempo, Pierre Bergé, el amante y el hombre de negocios, decidió “no intervenir”, esperando que la pasión de Saint-Laurent terminase diluyéndose en el océano de los amores nocturnos, pasajeros. Hasta advertir, horrorizado, que la pasión carnal de Saint-Laurent y Bascher había tomado una dimensión “incontrolable”. El cóctel de bebida, drogas y sexo “duro” terminó convirtiéndose en una amenaza para la obra de Saint-Laurent, de consecuencias imprevisibles para la marca y el negocio común.
Temiendo que Saint-Laurent se encontrase al borde de un abismo, Bergé terminó “entrevistándose” con Bascher. Nada se sabe en detalle del contenido exacto de aquella conversación íntima, sin duda “enérgica” y “expeditiva”. Bascher desapareció de la vida de Saint-Laurent, sin separarse nunca de la vida de Lagerfeld, siempre fiel, hasta la tumba.
La ruptura entre Bascher y Saint-Laurent quizá fue una encrucijada. Aquel París nocturno, florecido entre la rue Saint-Anne (donde se encontraba un legendario club gay, Le Sept) y el faubourg Montmartre (donde se encontraba el mítico Palace) comenzaba a ser víctima de una cierta “decadencia”. Los clubs gay comenzarían pronto a “emigrar” hacia el barrio del Marais. Las grandes veladas gay – sadomaso organizadas en la periferia (clubs desaparecidos, en Montreuil) terminaron por ir a menos, víctimas de excesos que terminaron con expeditivas intervenciones policiales. Comenzaron a desaparecer las secciones periodísticas de vida nocturna y los cronistas de nightclubing).
Bascher murió, solo, en un hospital de provincias, acompañado de un Lagerfeld envejecido, que, tantos años más tarde, todavía es capaz de hacer de memoria el croquis encantado del rostro de su gran amor.
YSL subió a los cielos de la gloria. Pierre Bergé vela por su memoria, consagrándole museos. Lagerfeld vive instalado en el podio de un genio capaz de sobrevivir a las cenizas de un mundo ido, iluminado con el polvo áureo de la leyenda.
Dark Lady y Karl Lagerfeld, entre ángeles apolíneos y hadas heroinómanas.
Saint-Laurent y Sartre, Lagerfeld y la filosofía, 2.
Lagerfeld, María Casares, Fritz Lang y los misterios de la creación.
Irene says
Qué historia, francamente… Da un poquito de miedo
JP Quiñonero says
Irene,
Si.
… en verdad, temo embellecer un poco la historia, los personajes y los lugares, que tenían unos tonos mucho más crudos, chillones, violentos, si,
Q.-
Flâneur says
Llego a este post que no había leido en su momento y me quedo un poco acongojado por esa desenfrenada carrera hacia un infierno de dedadencia personal y dependencias tan destructivas aunque , quizá, muy productivas para la creación, como sucede en el mundo del rock .
La imagen es como la del descapotable de Thelma y Louise acelerando con ganas hacia el barranco .
¡Y yo buscando appartement! Que sería el equivalente gabacho de ¡Y yo con estos pelos!
JP Quiñonero says
Flâneur,
El Palace de aquellos años fue una encrucijada difícil de imaginar, hoy.
El Sida y otras catástrofes acabaron con todo aquello.
Lagerfeld está hoy muy pachucho…
«Genio y figura..»,
Q.-
PS. Las comparaciones que haces me parecen muy acertadas, sí.
Fina says
Hoy paseando con una amiga por el barrio de Plaka, en Atenas, encontré una tienda llamada «Flâneur»… me acordé de ti y hasta le hice una foto…
¡Suerte en la búsqueda!
Flâneur says
Jaja, ponga un flâneur en su vida: No se arrepentirá.
Fina says
Pero, Flâneur, si ya estás en la vida de todos los que compartimos este INFIERNO… 🙂