Saint-Sulpice, 5 septiembre 2017. Foto JPQ.
Quizá sea la fiesta más popular de un barrio legendario, Saint-German-des-Prés: el Maratón de los “Leveurs de Coude”, el Maratón de los borrachines, en una traducción personal, libre pero fiel.
[ .. ]
Rue Guisarde, 5 septiembre 2017. Foto JPQ.
[ .. ]
Rue des Canettes, 5 septiembre 2017. Foto JPQ.
“Lever le coude”: “empinar el codo”. Maratón de los Leveurs du Coude: Maratón de quienes empinan el codo… Maratón de los borrachines creo que traduce bien la letra y el espíritu de una fiesta ya clásica en la rentrée de Saint-Germain, entre la iglesia que da nombre al barrio y la iglesia de Saint-Sulpice, donde fueron bautizados Baudelaire y el Marqués de Sade, inmortalizada, en español y catalán por Baroja, Azorín y Josep Pla: Metamorfosis de Saint-Sulpice, la iglesia de Sade, Baudelaire y mi CJC.
El Maratón acaba de cumplir treinta años, más joven que nunca. La idea original de dos periodistas deportivos, Jean Cormier y Denis Lalanne, se ha convertido en la carrera más clásica de París… pandas, bandas, grupos, pandillas, peñas, bascas, cuadrillas de amigos (as), se disfrazan y “compiten”, bebiendo, bailando, cantando, mientras recorren el maratón de los cuarenta grandes bares y tabernas del barrio. La carrera comienza a primeras horas de la tarde y termina hacia el alba del día siguiente.
Entre las pandillas hay de todo, jugadores de rugby, artesanos del barrio, estudiantes, profesores, periodistas. Todos los disfraces son admitidos. Y la competición, el maratón, culmina con la entrega de un diploma de “maratoniano de honor”, en una ceremonia celebrada en la plaza de Saint-Sulpice, a los pies de la iglesia. En su origen último, se trata de un homenaje popular a la gran historia festiva del barrio de Saint-Germain. Los “padres” del Maratón de los borrachines, Jean Cormier y Denis Lalanne, decidieron rendir homenaje a un viejo y legendario colega, Antoine Blondin, bebedor y fumador de gran clase, prosista excepcional, cronista emérito del Tour de Francia. Y, tras esa invocación patriarcal, el Maratón evoca y rinde homenaje a un pasado que se desea salvar… las noches de vino y gloria en viejos tugurios donde se tocaba y bailaba jazz, el Bebop de Charlie Parker, inmortalizado por Julio Cortazar en su cuento El perseguidor, que comienza en las fuentes bautismales donde se inicia el Maratón de los borrachines, los bares de la plaza de Saint-Germain. Las viejas tabernas siempre abiertas, todavía, de las calles populares del barrio, inmortalizadas por Robert Doisneau fotografiando otros días de fiesta… Recuerdo a Doisneau… embriaguez de la noche del 13 / 14 de julio.
El recuerdo y los homenajes a las viejas glorias del pasado serían pura ceremonia hueca, si la fiesta no continuase, hoy como ayer. En su última edición, el Maratón de los borrachines ha continuado creciendo. Más de quinientos participantes, una veintena de cuadrillas. “Mestizaje” de bebidas, culturas y edades. La charcutería y los productos vascos, siempre presentes, han alternado con vinos y alcoholes de toda Francia. Las primeras generaciones de corredores de este maratón, único en su género, ya rondan los 50 / 60, pero están más jóvenes que nunca, animados por la irrupción de nuevas generaciones de colegas, en torno a los 25 / 35, dispuestos a celebrar la gran fiesta popular de un barrio unido en la comunión con su historia y sus leyendas
Los viejos rockeros siguen siendo los primeros en subir al podio de los ganadores, alternando con las jóvenes generaciones que aspiran a ganar su propio puesto entre las estrellas de las jubilosas noches de Saint-Germain-des-Prés.
txema says
No conocia esta historia del marathon de los » leveurs de coude «.
Paris siempre seguira siendo una fiesta.
salud
JP Quiñonero says
Txema,
Bueno… París tiene muchos rostros, claro. Unos más atractivos que otros. Hay que tomar las cosas como vienen, mal que bien. Y un día de juerga de tanto en tanto quizá sea bueno para la salud, justamente…
Q.-