Passeig del Mar, Caldes d’Estrac / Caldetes, 3 noviembre 2017. Foto JPQ.
Quizá sean los mejores relatos que conozco del fin del Proceso / Procés I y del comienzo del Proceso / Procés II:
[ .. ]
“Y la bandera española no fue arriada en la Generalitat. La gente congregada en la plaza Sant Jaume, enfervorizada, repetía “Fora, fora, fora la bandera espanyola”, pero las horas pasaban y junto a la senyera ondeaba la bandera definida en el artículo 4 de la Constitución. El gallo cantó de madrugada y allí seguía. Pocas imágenes han tenido una carga simbólica tan reveladora como esa. Porque, al fin y al ca bo, si se había proclamado la secesión de Catalunya respecto de España con el fin de constituirse en un nuevo Estado, no tenía sentido que la bandera de otro país siguiera desplegada en Palau. En otros edificios institucionales, allí donde la desconexión es casi total, fue arriada. Pero en el principal, no. Y esta quizás fue la demostración icónica de que la independencia, más allá de una declaración ambigua pronunciada sin esperanza, no había pasado de las palabras [ .. ] Lo que sí ha emergido, después de todo, es este sentimiento vengativo, la cara más espec tral de la comprensible y esperable rearticulación del nacionalismo español. Un nacionalismo que no sólo se ha reforzado en España sino que, por primera vez en décadas, ofendido en su dignidad, se articula también en Catalunya. Un fracaso más en la cuenta de resultados del proceso…” Jordi Amat, La Vanguardia, 5 noviembre 2017. Del relato a lo real.
El Economist, por su parte, insiste en las culpas y responsabilidades, dejando en suspenso la evolución de la crisis ¿por otros derroteros?
A juicio del primer semanario económico del mundo, la culpa de las culpas comenzó con las decisiones mayores de Carles Puigdemont y su Govern, embarcando a Cataluña por la ruta de la ilegalidad más flagrante, un camino sin otro rumbo conocido que el empobrecimiento y el desastre colectivo.
A partir de ahí, el Economist subraya dos errores de Rajoy: las intervenciones policiales del 1 de octubre; y el proceso jurídico / penal en curso, agravado por la Audiencia nacional.
¿Qué hacer..? A juicio del Economist, tras un mes de locura, quizá fuese razonable esperar (¿?) alguna forma de “solución política” (¿?), a partir de las diversas posibilidades que ofrece la Constitución, del referéndum consultivo a la reforma constitucional:
“… The worst mistakes have been those of Carles Puigdemont, the president of Catalonia until he was removed on October 27th. His extra-constitutional referendum, held on October 1st, was legally flawed even in its own terms, conceived without proper Catalan parliamentary debate. In the brief campaign Mr Puigdemont failed to explain how independence would come about, falsely suggesting that Catalonia could swiftly become an EU member. That idea has been shot down in Brussels. Finally, he issued a hollow declaration of independence, even though it was clear that this would force the hand of the central government in Madrid. Having cooked up a mess, Mr Puigdemont has fled the scene and left others to clean it up.
But the Spanish government has made mistakes, too. Mariano Rajoy, the prime minister, inflamed the situation on October 1st, when he sent in police to break up Mr Puigdemont’s referendum, injuring peaceful Catalans taking part in a democratic exercise that he would have been better advised to ignore. Although he was right to respond to the declaration of independence by suspending the Catalan government, the attempt by the attorney-general to threaten Mr Puigdemont with a long prison term is another error…” Economist, 4 noviembre 2017. After a month of madness, time for Mariano Rajoy to think about a new deal for Catalonia.
Las negritas son mías.
Nada me cuesta suscribir las propuestas del Economist. Son las mismas que yo mismo hago, desde hace muchos años: Quiñonero: “España no aguantará sin un diálogo cultural de fondo”.
España / Cataluña… también son víctimas de sus medios de incomunicación de masas.
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