Con la excepción de una cierta prensa africana y sud americana, la prensa española -madrileña, muy en particular- tiene el raro privilegio de dar cobijo estelar a un número excepcional de chulos, matones, niñatos (as) mal criado (a) s, bulderos, comisarios, clérigos de iglesias difuntas.
¿Por qué?
La chulería barrio bajera, el matonismo de la germanía hampesca, la baladronada canalla, la consigna policial, la sentencia apocalíptica, son de su uso obligado entre esas gentes de la peor compañía, que las más respetables empresas pagan al precio fuerte, convencidas que la basura vende.
En su día, un poeta eminente provocó una cierta emoción entre sus amistades haciendo el elogio escrito de la coprofilia: “Tendencia patológica a manipular excrementos”. ¿Cómo llamar a los productores, distribuidores y consumidores de basura, consignas policiales e ideas muertas?