¿Puede un Estado perseguir, condenar y encarcelar a un escritor, acusado de delitos de opinión, en nombre de la Alianza de civilizaciones?..
¿Puede un Estado que persigue judicialmente las opiniones de un escritor ingresar en la Unión Europea?..
Esos y otros dilemas, no menos graves, plantea el caso de Orhan Pamuk, quizá el más cosmopolita de los escritores turcos de nuestro tiempo, que corre el riesgo de seis meses a cuatro años de cárcel por haber declarado a un periódico suizo que en Turquía fueron asesinados 30.000 kurdos y un millón de armenios, sin que nadie se atreva a recordarlo.
Europeo convencido, partidario del ingreso de su patria en la UE, Pamuk es un escritor célebre, cuya obra plantea problemas que en nada nos son ajenos:
—-¿Es un Estado que persigue a un escritor por tales delitos el mejor aliado para defender y promover una imaginaria Alianza de civilizaciones?
—-¿Qué hacer con el pueblo kurdo, errante desde hace siglos entre varios Estados que lo ignoran cuando no lo persiguen militarmente?
—-¿Qué hacer con la memoria de las millares de víctimas inocentes del terrorismo kurdo?
—-¿Qué hacer con una Turquía que se debate entre la modernidad occidental, el Islam, sus alianzas militares con Washington y Tel Aviv, sus elites occidentales y sus islamistas retrógrados si no algo peor?
Dentro de la UE (¿cuándo?, ¿cómo?, ¿en qué términos?), Turquía sería la primera potencia demográfica y la primera nación musulmana de la Unión. Fuera, Turquía queda en una tierra de nadie expuesta a la violencia de las tentaciones más imprevisibles e inquietantes.