El general Francisco Franco y algunos tiranos árabes -no siempre ilustrados- sintieron una simpatía no siempre contenida hacia Hitler. Los militares que depusieron con sucesivos golpes de Estado a bastantes autócratas en las grandes capitales árabes prolongaron dicha tradición: y algunos criminales nazis encontraron refugio en Damasco y Bagdad. Parte del antisemitismo radical de numerosos grupúsculos islamistas se nutrió en el mismo pozo de odio contra Occidente, con muchas ramificaciones bien recientes en América latina.

La profanación de una víctima del Holocausto -Anne Frank-, consumada por sus verdugos -Hitler-, para “vengar” la profanación de la memoria del profeta -Mahoma-, se inscribe en esa fúnebre estela, que tiene insondables raíces históricas, bien presentes en la actualidad más sonámbula, cuando no manipulada por las modernas tiranías, que se sirven del Terror para amedrentar a los “perros que ladran”.
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Európolis. Hitler al servicio de Mahoma