Európolis. El «arriesgado compromiso» de Cataluña visto por el New York Times
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Leo con mucho retraso el imprescindible número de la revista semestral Historia y Política (Biblioteca Nueva), que dirigen Mercedes Cabrera y Santos Juliá, titulado “El nacionalismo catalán: mitos y lugares de la memoria” (2005-2), de una riqueza muy sustancial para quien se interesen por la historia y la actualidad política.
Un dato me parece decisivo: el sometimiento de los intelectuales, historiadores, en este caso, a los vaivenes más imprevisibles de la política, forzosamente circunstancial, siempre dramática.
Jordi Canal, coordinador del volumen, denuncia “la conversión en guerras contra Cataluña, ya sea a principios del siglo XVIII o en el 1936-39, lo que fueron llana y simplemente guerras civiles entre catalanes”.
Enric Ucelay-Da Cal escribe: “Los historiadores hispánicos se hablan corporativamente pero no se comunican. No hay una historiografía española que incorpore las problemáticas regionales (..) Por la otra parte, los historiadores catalanes operan con una absoluta lejanía respecto a las problemáticas españolas que implican a Cataluña, sin contemplar la interacción permanente entre ambas (..) Incomprensión mutua, generada por la supeditación inmediatista del discurso historiográfico al de la política”.
Ernest Lluch -víctima de ETA- calificaba de “pujolismo-leninismo” el sometimiento voluntario de los historiadores catalanes a la política, durante los años ochenta-noventa del siglo pasado. ¿Cómo podría calificarse el sometimiento actual de la cultura y la historia a las tribulaciones del Tripartito?
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